Sobre las tensiones actuales, tiene razón Mons. Müller

 En la última entrevista que concedió Mons. Gerhard Ludwig Müller, nuevo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a Radio Vaticana y difundida por el portal de Religión en libertad el 19 de septiembre del 2012, dejó claro cuál es su posición respecto a un tema muy actual, las tensiones entre tradicionalistas y progresistas. Sin duda alguna, tiene razón en lo que dice, en lo que ha podido percibir, pues es un hecho que la fe ha sido llevada al extremo, a una visión equivocada de la realidad que se debate entre el integrismo y la anarquía. Lo anterior, supone un reto a gran escala, sobre todo, en medio del año de la fe, el cual, como parte de la propuesta establecida por el Papa Benedicto XVI, pretende ayudar a las personas para que sean capaces de descubrir o redescubrir los puntos básicos del cristianismo. En otras palabras, recuperar la esencia de la fe, limpiándola de las complicaciones que han hecho recaer sobre ella los partidarios de una Iglesia dividida.  

La crisis por la que estamos pasando los católicos, no se debe a que la gente haya dejado de creer, sino a la falta de unión en las cuestiones de fondo. Ambas partes han tratado de manipular al magisterio de la Iglesia para tratar de justificar lo injustificable. Del lado tradicionalista, se busca menospreciar el papel de la sexualidad, cuidar exageradamente las formas, cortar con la realidad social, negarse a la creatividad, cerrarse al ecumenismo y al diálogo interreligioso, mientras que la fracción progresista pretende acabar con la liturgia, hacer del sacerdocio ministerial un derecho sin condiciones, promover el relativismo, romper la comunión con el Papa, asumir un enfoque marxista, buscar la lucha de clases sociales, etcétera. Como reza un dicho popular, “todo en exceso es malo”. Por esta razón, urge volver al punto medio y reflejarlo en las diferentes áreas de la pastoral de la Iglesia para que llegue verdaderamente a los cristianos de calle.  

El Evangelio y, a partir de ahí, el Catecismo de la Iglesia Católica, son equilibrados, es decir, en ningún momento abogan o sostienen el caos en el que hemos caído, en ese conjunto de ideas que funcionan como un péndulo. De una disciplina exagerada hemos pasado al “todo se vale”. Esto exige o supone poner orden en un sentido equilibrado, sopesando los pros y contras, en clave de justicia y transparencia. Es lo que ha estado haciendo el Papa Benedicto XVI, sin embargo, necesita de nosotros, de los que estamos identificados con la fe católica. ¿Qué podemos hacer? Renunciar a las posturas tradicionalistas o progresistas, para dar paso al cristianismo. Ni negar la figura del Papa, como Vicario de Cristo, ni exaltarla a tal grado que le reste importancia a Dios, pues de ese punto débil se valen algunas sectas para engañar a los católicos menos preparados.

El magisterio de la Iglesia, tomado como un todo, es decir, sin convertirlo en un menú, es la clave para acercarnos al Evangelio, para comprenderlo mejor y, desde ahí, vivir la experiencia de Dios. Vayamos al fondo de la fe, a los puntos básicos, a lo sencillo, sin que esto signifique despreciar el valor de la liturgia o la necesidad de asumir nuevos proyectos apostólicos que, aunque difíciles de llevar a cabo, son más necesarios que nunca, especialmente, en el campo de la educación formal e informal. Es hora de volver al punto medio, a lo que Jesús nos ha pedido desde siempre y que hoy resuena a través de Mons. Müller.

Link de la entrevista: