Tener a Dios, dentro de sí
Quien vive habitualmente, en gracia y amistad de Dios…, siempre tiene dentro de si al Señor. Esta es una irrefutable verdad, asegurada con palabras salidas de la boca del Señor, que nos dejó dicho: “Si alguno me ama guardará mi doctrina y mi Padre lo amará; y vendremos a él y haremos morada en él”. (Jn 14,23). Y es de tal importancia esta afirmación divina, que San Juan que es el evangelista del amor, insiste en el tema recogiendo otras palabras del Señor que en distinta ocasión también manifestó y que dicen: “El que conoce mis mandamientos y los guarda, ése me ama; y al que me ama lo amará mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”. (Jn 14,21). De estos dos pasajes evangélicos claramente se deduce que amar al Señor es guardar sus mandamientos, claro está que sus mandamientos pueden ser guardados con distinto grado de celo y a ello corresponde decir, que Dios no nos ama a todos por igual, ya que dado que una de las características del amor es la reciprocidad que este pide, Dios ama al que más le ama.
Dios el creador del cielo y la tierra de todo lo visible y lo invisible, es decir, lo visible que es lo que ven los ojos de nuestra cara, o sea la materia y lo material y lo de invisible que es lo que no pueden captar los ojos de nuestra cara, pero si lo pueden captar solamente los sentidos de nuestra alma, es decir el espíritu y lo espiritual. Dicho de otra forma, a la materia siempre la capta la parte material del ser humano, que es su cuerpo y quien capta en el ser humano, la parte espiritual es su propia alma. En la medida en que esta se encuentre más desarrollada y fortalecida por el amor al Señor, el alma de que se trate tendrá siempre una mayor capacidad de recepción de todo lo que se refiere a Dios y el mundo de lo espiritual.
Y además de San Juan, el discípulo predilecto del Señor, el que redactó el más espiritual, profundo y emotivo de los cuatro evangelios, San Mateo también en su evangelio, remacha la idea fundamental de que solo se puede amar a Dios, si se cumplen sus mandamientos y nos menciona también la Inhabitación de la Santísima Trinidad en el alma humana, al decirnos que el Señor dejó dicho: “Si me amáis observaréis mis mandamientos. Yo rogaré al Padre y Él os dará otro Consolador para que esté con vosotros siempre, el Espíritu de la verdad, que el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce. Vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará con vosotros”. (Mt 22,1314).
Aunque indistintamente al tratar este tema de la Inhabitación triitaria, en el alma human, unas veces se habla de la inhabitación de la Santísima Trinidad, otras de la del Espíritu Santo, otras de Dios. Esto puede crear confusión, pero es el caso de que realmente, la inhabitación es siempre Trinitaria, lo que ocurre es que en virtud del principio de Circumincesión intratrinitaria, donde se encuentra una de las personas de la Santísima Trinidad también se encuentran las otras dos, es por ello que el Señor una vez manifestó: "Yo y el Padre somos una sola cosa”. (Jn 10,30). Precisamente es en la gloria del amor Trinitario donde nosotros, aspiramos a integrarnos; bueno naturalmente, los que aspiren a ello, que si estas leyendo esto, no cabe duda de que participas de esta aspiración.
En razón a todo lo anteriormente dicho, es por lo qué nosotros somos templos vivos de Dios. Con el bautismo el alma recibe la inhabitación de la Santísima Trinidad, y se convierte en templo vivo de Dios. Recibe a mi juicio, una hoguera con su mecha preparada para ser encendida. Si tarde o temprano, con su acercamiento a Dios, con su oración, el alma de la persona de que se trate, llega a encender esa hoguera, esta puede tomar caracteres de incendio, porque Dios es un fuego que devora. A partir del momento en que la mecha de la hoguera haya sido encendida, el alma, solo ha de hacer dos cosas; seguir orando y abandonarse en Dios, dejarse llevar por Él, no pretendiendo hacer nada por cuenta propia. Así, se puede asegurar sin lugar a dudas, si la fe es lo suficientemente adulta, que esa alma será eternamente dichosa y no ya en la futura vida, sino también en la de aquí abajo.
La persona que toma plena conciencia de ser templo vivo de Dios, en cuanto porta al Señor dentro de su alma, ha de tener presente y es importante no equivocarse, que Dios es espíritu puro y cuando se aloja, como tal espíritu que es no se aloja, en la parte material de la persona, en su cuerpo, ya que esto es así, no tiene sentido buscar a Dios dentro de nuestro cuerpo, Dios inhabita en nuestra alma, por ello, si pecamos mortalmente desalojamos a Dios de nuestra alma. Dios y el pecado son absolutamente incompatibles. La búsqueda de Dios en nuestro ser debe de ser, sobre el alma no sobre el cuerpo. San Agustín acerca de este tema, nos escribe en el libro de sus Confesiones: “Tarde te hallé, estabas dentro de mí y yo de te buscaba fuera”. Dios indudablemente está siempre en todas partes. Él es el creador de todo, y su gloria y magnificencia se refleja en su obra, todo lo que vemos o contemplamos es obra suya; los hombres, solo somos instrumentos que Él utiliza. Nuestra búsqueda de Dios ha de ser en el interior de nuestra alma, es ahí donde el reside siempre esperando nuestro amor, que es lo único que le interesa de nosotros, que no podemos darle nada que el ya no tenga. Y ese amor que nos tiene es el que le movió a crearnos y ahora le mueve a hacer lo posible e imposible para que nos salvemos y seamos eternamente felices, participando de la gloria del amor Trinitario.
Como en todos los temas espirituales, aquí hace falta mucho amor y perseverancia para alcanzar la dicha de encontrar a Dios dentro de uno mismo. San Agustín, se quejaba de haber alcanzado tarde esa meta. Cuando se alcanza esa meta, ello es signo de que la gloria de Reino de Dios ha entrado en esa alma, y el fuego de la zarza ardiendo, que vio Moisés, se ha transformado en un fuego de amor en su corazón un fuego que todo lo abrasa. Uno sentirá y comprenderá que está viviendo en esta maravillosa, cuando mirando para atrás vea y comprenda que el Señor le ha dado la vuelta a su vida, a sus relaciones con los demás, a sus inquietudes espirituales, a la fuerza de su amor al Señor y a los demás.., a todo con la facilidad de su vida espiritual, a todo como si su vida fuese un calcetín. No hay forma humana de dar datos precisos ni circunstancias, por que todos tenemos caminos diferentes para llegar al Señor, y con su absoluta omnisciencia a cada uno lo guía y lo trata de diferente forma, para encauzarle en el camino de la eterna salvación.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. BUSCAR A DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461164516
- Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461179107
- Buscar a Dios en el Yermo o en el Desierto. Glosa del 12-08-09
- Amar a quien no se ve (Prox)
- ¡Tarde te amé! Glosa del 22-0910
- Templos vivos de Dios. Glosa del 07-0911
- ¿Somos templos vivos de Dios? (Prox)
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