Tormentos que dan los escrúpulos
Pensándolo bien…, más vale ser escrupuloso, que tener una conciencia laxa o relajada, aunque ninguna de las dos situaciones son buenas para nadie. Pero como casi siempre suele ocurrir, tal como habitualmente se dice y se piensa en el término medio puede estar la virtud y digo: puede estar, porque no siempre lo está. Es quizá por esto que se dice, que cuando una persona no tiene elementos de juicio o formación suficiente para juzgar adecuadamente, instintivamente escoge siempre el término medio. Así tenemos por ejemplo, el caso de muchos jueces, que tal vez para no tener que leerse tanto papel, porque ellos son también humanos o porque no acaban de ver claro el tema, dictan una sentencia salomónica, que algunas veces pueden ser justas y otras injustas. Y es que todos tenemos siempre una tendencia a partir por la mitad y huir de los extremos, y así marchan las cosas de mal, porque hay veces en la vida, en que uno debe de ser intolerante y coger el toro por los cuernos, cueste lo que cueste, pues las cosas del Señor, deben de estar ante todo y sobre todo hombre, institución o estado. La Verdad, no puede ser nunca modificada por la voluntad de una mayoría.
Pero dejemos a un lado estas elucubraciones marginales y entremos en el tema de la escrupulosidad religiosa. El teólogo dominico Royo Marín, define la escrupulosidad diciendo: “La conciencia escrupulosa es aquella que por insuficientes y fútiles motivos cree que hay pecado donde no lo hay o que es grave lo que solo es leve”. Los escrúpulos de conciencia no son, ni se pueden considerar como una delicadeza de conciencia o una finura espiritual nacida de un gran amor al Señor. Todo lo contrario, el que está detrás del escrupuloso manejando los hilos de su escrúpulo se llama satanás y creo que todos habéis oído hablar de él.
El demonio maniobra con el escrupuloso de muchas formas, por ejemplo, creándole dudas acerca de si puede comulgar sí o no, porque inclusive estando ya en la fila de fieles para recibir la comunión, empieza a pensar, porque no recuerda la hora exacta en que tomó algo sólido. También puede estar intranquilo porque en su última confesión, no rezó con la debida atención el padrenuestro que le pusieron de penitencia y claro en situación de pecado no se atreve a comulgar porque recuerda las palabras de San Pablo que escribió: “Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación”. (1Co 11,28-29). Mentalmente el escrupuloso se atormenta, mejor dicho el demonio lo atormenta para tratar de evitar que comulgue.
El dominico Reggio Pius-Aimone, escribe diciendo: “Para los escrupulosos, el único estado de conciencia que les permite la tranquilidad, es aquel en el que se puede tener la absoluta certeza de no tener ya que temer ninguna sorpresa de la justicia divina. Y esto no es posible aquí abajo”. Nadie tiene su salvación asegurada, porque nadie sabe si su amor al Señor perdurará hasta el momento final de su vida, pero es muy difícil, por no decir imposible, que una persona que habitualmente durante su vida ha sido templo vivo de Dios, pueda condenarse. Hay un refrán que dice: Como se vive, se muere. El más interesado en salvarnos es el mismo Dios, que nos ha creado y nos ama infinitamente. La escrupulosidad para asegurarse uno, de que no se va a condenar es una estupidez, que da pie al demonio para que el que siga por ese camino, termine haciéndole compañía eternamente al demonio. Solo se condena el que quiere condenarse, y no existe ninguna póliza de seguro para no ir al infierno.
Dios, aunque creó a los alemanes, no tiene la mentalidad germánica de exigir y milimetrar toda la letra chica de las normas reglamentos y costumbres tradicionales. Él solo desea una cosa de cada uno de nosotros y es que correspondamos al tremendo amor que nos tiene, en la forma que nuestro sentido común nos aconseje sin quebrantar las normas de la Santa Madre Iglesia y por caminos diferentes, pues todos somos personas que tenemos cuerpos y almas diferentes y un diferente camino para amar a Dios y entregarnos a Él.
El origen de la escrupulosidad se encuentra en una conciencia, torcidamente creada al margen de lo que es y debe de representarle al hombre el amor de Dios. Dios nos ama en una forma tal que para nosotros nos resulta incomprensible y fruto de ese amor es su deseo, de que le correspondamos, aunque sea pobremente a ese inmenso amor que nos tiene, que confiemos en Él, porque quien confía y se entrega al amor de Dios, está siempre a salvo, de todo. El Salmo 91 nos habla de la confianza en el Señor y nos dice: “Tú que vives al amparo del Altísimo//y resides a la sombra del Todopoderoso,//di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte,//mi Dios, en quien confío».//El te librará de la red del cazador//y de la peste perniciosa;//te cubrirá con sus plumas,//y hallarás un refugio bajo sus alas.//No temerás los terrores de la noche,//ni la flecha que vuela de día,//ni la peste que acecha en las tinieblas,//ni la plaga que devasta a pleno sol.//Aunque caigan mil a tu izquierda//y diez mil a tu derecha,//tú no serás alcanzado:// su brazo es escudo y coraza.// Con sólo dirigir una mirada,//verás el castigo de los malos,// porque hiciste del Señor tu refugio//y pusiste como defensa al Altísimo.//No te alcanzará ningún mal,//ninguna plaga se acercará a tu carpa,//porque hiciste del Señor tu refugio//y pusiste como defensa al Altísimo//Ellos te llevarán en sus manos//para que no tropieces contra ninguna piedra;//caminarás sobre leones y víboras,//pisotearás cachorros de león y serpientes.//El se entregó a mí,//por eso, yo lo glorificaré;//lo protegeré, porque conoce mi Nombre;//me invocará, y yo le responderé.//Estará con él en el peligro,//lo defenderé y lo glorificaré;//le haré gozar de una larga vida//y le haré ver mi salvación.”. (Sal 91,1-16).
Este bello salmo nos hace meditar y comprender que el que pone su confianza en Dios, nada tiene que temer, Dios nos ama y por ello quiere protegernos y librarnos de todo mal. La escrupulosidad es una artimaña demoniaca, para apartar las almas de Dios. No nos dejemos engañar, tratando de escudriñar temerosos en nuestra conciencia, con la esperanza de encontrar un día en ella, la prueba indiscutible de que somos dignos del amor de Dios. Siempre que luchemos por su amor y generosamente se lo demos seremos siempre la gloria de Dios, los propietarios del lugar donde Dios ha escogido para morar que es nuestra alma. No olvidemos nunca que nosotros somos la gloria de Dios, el lugar donde Él a escogido `para habitar en él.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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- Libro. ENTREGARSE A DIOS.- www.readontime.com/isbn=8460975940
- Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461179107
- Nuestra conciencia. Glosa del 19-03-12
- Cortar la cuerda. Glosa del 07-05-10
- Echar raíces. Glosa del 08-06-10
- Confiar… ¿en quién? Glosa del 17-12-10
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- Falta de confianza. Glosa del 10-03-12
- Añadidura. Glosa del 06-08-11
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