Sábado, 28 de diciembre de 2024

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¿Tu hijo o hija te sacan canas verdes?

¿Tu hijo o hija te sacan canas verdes?

por Duc in altum!

 Aunque todavía no soy papá, tengo la ventaja de ser hijo, hermano y amigo. Lo anterior, me ha servido para escribir el post de hoy. Últimamente he escuchado muchas quejas de varios papás sobre sus hijos: ¡se hizo un tatuaje para quedar bien con su novio!, ¡la novia no lo deja ni respirar!, ¡lleva un año inscrito en la universidad y ha reprobado casi todas las asignaturas!, ¡llegó borracho a la casa!, ¡piensa que mi tarjeta de crédito es inagotable!, ¡anda con malas compañías!, ¡no lava ni su auto! y un largo etcétera. Ante todo, hay que reconocer que muchas veces tienen razón en enojarse y preocuparse, sin embargo, ¿qué hacer al respecto? En lugar de optar por la ley del hielo, es decir, por retirarles el saludo a sus hijos o fingir que no pasa nada, lo mejor es afrontar el problema con inteligencia, madurez y firmeza.

Los papás no deben seguir los caprichos de sus hijos e hijas, pues tienen más experiencia y, desde ahí, conocen los riesgos de no tener claras las cosas. Un aspecto muy importante a modo de prevención, es que los formen en un ambiente de libertad y responsabilidad. Dicho de otra manera, que no traten de encerrarlos en la seguridad del entorno familiar, pues es importante que entren en contacto con el mundo, con el contexto social, con la realidad y, desde ahí, se hagan responsables de sus propios actos. Si los separan de las actividades propias de su edad, como salir al cine o a una fiesta con sus amigos, lejos de ayudarlos, los volverán introvertidos y, al mismo tiempo, personas poco acostumbradas a cuidarse solas. Cuando casi nunca se les da permiso, suele pasar que intentan vivir en un solo día lo que correspondería a tres o seis meses, lo cual, como es obvio puede terminar muy mal. Desde una indigestión alcohólica, hasta un embarazo no deseado. Por lo tanto, se trata de irlos soltando poco a poco, paso a paso, para que vayan aprendiendo a vivir.

Ahora bien, es bueno que en casa se hable sobre la sexualidad, el alcohol y las drogas. En el primer caso, no se debe asumir un tono negativo, de rechazo, pues la dimensión sexual del ser humano es algo natural y, por ende, en lugar de asustarlos, conviene informarlos y dejar en ellos la responsabilidad de hacer un buen uso de su cuerpo, evitando dar pasos que no correspondan al noviazgo. En lo que se refiere a las bebidas alcohólicas, es importante que aprendan a tomar con moderación, pues si nunca se les enseña a hacerlo, cuando lo hagan por primera vez, acabaran rodando por las escaleras de la disco. La sexualidad y el alcohol son temas que hay que asumir en clave de responsabilidad y no de miedo, pues esto provoca rebeldía y conflictos innecesarios. Desde luego, es importante subrayar que las drogas son peligrosas en todo sentido, que no deben dejarse llevar por la curiosidad, que tomarse una copa no es lo mismo que ingerir una sustancia desconocida. Lo anterior, explicándoselos en la medida en que van creciendo y sin caer en la obsesión de hablarles, única y exclusivamente, sobre la moral, pues como dice el dicho, “todo en exceso es malo”.

Una vez que aparece el primer novio o novia, antes de dar una opinión, deben saber de quién se trata, evitando dar rienda suelta a sus temores infundados. Cuando hay razones para pedir el fin de la relación, hay que hacerlo con tacto, evaluando las cosas y motivando en lugar de castigar o mandarla a estudiar un año fuera para que se le olvide. Si se les forma con naturalidad y realismo respecto del noviazgo, seguramente todo saldrá bien y no habrá necesidad de llegar a dicho punto.

Los papás “asustados”, es decir, los que tienen una mirada severa y negativa respecto de la realidad actual, siempre tendrán más problemas. De ahí que sea necesario ser claros, precisos, prudentes, cercanos, inteligentes y firmes, entendiendo la firmeza a partir del equilibrio. Habrá menos canas, en la medida en que se les eduque en la libertad responsable, lejos de todo régimen dictatorial al interior de la familia, pues hay que dialogar y clarificar las cosas en conjunto, es decir, padres e hijos. Por último, lejos de enseñarles una fe lejana y aburrida, siempre con tintes pesimistas, hay que proponerles creativamente la opción de la fe católica, educarlos dentro de ella, pero dejándoles en libertad cuando ya son mayores de edad. Todo lo anterior, con el objetivo de ser papás equilibrados, es decir, ni permisivos, ni dictadores, sino el punto medio, los que saben cuándo y cómo actuar de la mejor forma posible.

Posdata: ¡Bien por los Juegos Olímpicos Londres 2012! Un evento para disfrutar y recordar. 

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