Viernes, 22 de noviembre de 2024

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¿Tiene algo que ver la economía con la fe?

¿Tiene algo que ver la economía con la fe?

por Un alma para el mundo

 Sin duda el problema económico nos tiene a todos en vilo. Cada día que amanece nos trae  un nuevo susto. ¿Qué pasará con España? Da la impresión que a muchos políticos lo único que les importa es defender su ideología y atrapar como sea cotas de poder, aunque el mundo se hunda. El pobre pueblo tiene que sufrir pasmado las discusiones, las interpelaciones, los dardos envenenados que se alzan unos contra otros, las descalificaciones… como si el problema fuera solo de la otra parte. En el fondo lo que hay es una crisis de valores en todo el continente europeo. El pez grande se come a los chicos, y cuando estos chicos todavía son un poco grandes los exprimen para sacarle el producto interior, y después comprar la cascara a precio de saldo.

                Yo no soy experto en economía, por eso ofrezco parte de las reflexiones perfectamente documentadas y publicadas por expertos en:  http://dignitad.blogspot.com.es/2012/07/consciencia-y-conciencia-en-el-caso.html

 

 

La virulencia de la crisis ha trastocado (al menos en apariencia) un poco las cosas. “¿Es necesario un nuevo sistema económico para salir de nuestra crisis financiera?”. Me temo que el problema sea todavía más profundo. La historia ha demostrado que el sistema de libre mercado, el capitalismo, no tiene rival en la práctica tanto para garantizar el progreso humano por caminos de libertad y democracia, como para la asignación eficiente de los recursos. Pero… ¿hay un solo capitalismo?, ¿varios tipos de capitalismo?, ¿dónde está, en definitiva, la “clave” que hay que cambiar?

 

                Forrest Gump sostenía que la vida era como una caja de bombones, porque nunca sabes el sabor del siguiente que te va a tocar. Pero no hay bombones sin cacao. Es decir, la “amargura” del cacao forma parte de la “dulzura” del chocolate. La amargura de la crisis ha hecho que el hombre se detenga un instante y comience a preguntarse por cuestiones que muy poco antes, emborrachado por la aparente abundancia, pasaban desapercibidas. Cuestiones morales…

 

Ronald Reagan observó atentamente a Jimmy Carter. El presidente demócrata acababa de soltar una larga perorata de datos técnicos sobre la crisis económica. Reagan, que era el aspirante republicano en las elecciones de 1980, carraspeó la voz y dirigiéndose a las cámaras prorrumpió, socarronamente: “Señor Carter, ha dicho usted que no sé distinguir una crisis económica de una recesión. Le voy a explicar qué es cada cosa. Una crisis económica es cuando uno oye que la gente está perdiendo su empleo. Una recesión es cuando es el vecino quien pierde su empleo. Una depresión es cuando el que lo pierde es uno mismo. Y una solución a la crisis es cuando el que pierde el empleo es el señor Carter”.

Por desgracia, las crisis económicas no tienen una solución tan sencilla. Menos aún cuando se trata de crisis financieras. Los teóricos, desde Galbraith a Keynnes, pasando por Misses, Minsky o Friedman, han estudiado este tipo de crisis. Todos los economistas que se aproximan al problema comparten la dudosa habilidad de explicar bien lo que sucedió con anterioridad, pero al mismo tiempo la completa incapacidad de prever una salida. Hay quienes postulan políticas monetaristas estrictas (sin percatarse de que la inmensa mayor parte de la masa monetaria es creada en el ámbito privado, como vimos), otros prefieren reivindicar políticas fiscales agresivas para estimular el consumo, la demanda interna, aún a costa de empeorar las cuentas públicas. Sea como fuere, un día, tarde más (como me temo) o tarde menos, saldremos de la crisis.

Salir de la crisis, ¿hasta la siguiente? La historia nos demuestra que, en efecto, habrá otras en el futuro. Las crisis se repiten con una obstinación insolente a nuestra inteligencia, como la maldición de Sísifo. Entonces, quizá el problema no radique sólo en salir de la crisis, sino en cómo vamos a salir de ella. En qué aprendizaje y por tanto, con qué actitud, vamos a encarar el presente y el futuro cada uno de nosotros.

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... No es el mundo al que hay que transformar, sino a ti mismo. Sólo desde ese esfuerzo individual podremos lograr un objetivo más ambicioso y, además, evitar aquello que decía Juan Pablo II, recogiendo el pensamiento de Montaigne, de que cuando el hombre ha tratado de buscar el paraíso en la Tierra se ha dado de bruces con los horrores del infierno.

Así pues, la crisis económica es –como afirmaba Reagan- "tu crisis". Y la solución eres tú mismo.

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DECÁLOGO PARA SALIR DE LA CRISIS:

1º.- No confíes en la varita mágica de ningún gobierno (sea del color que fuere). Un aparato estatal grande, extenso, poderoso y que trate de regularlo todo es un gran problema para ti y para todos nosotros: “Big Government, big problems”.

El ser humano es libre. Y necesita de la libertad, ejercida a su vez con responsabilidad. Tú eres la democracia de todos los días. La democracia no es un sistema de quien se conforma con votar cada cuatro años y delega su esperanza en otros hombres, por poderosos y sabios que sean: gestiona la crisis desde tu casa. Refuerza con tu acción el asociacionismo y lucha porque los partidos politicos no invadan todo el tejido social (aquí es interesante el aporte de un pensador desconocido en Europa, el chileno Jaime Guzmán y su teoría del "gremialismo").

La responsabilidad de la crisis es sólo tuya. En una ocasión preguntaron a Teresa de Calcuta: “¿Qué ha hecho Dios para cambiar el mundo?”. Y ella, sonriendo como siempre, respondió: “¡Te ha hecho a ti!”.

2º.- No reduzcas el conocimiento sólo a la ciencia y a la tecnología. Parafraseando a Pablo VI, la ciencia es mala como señor, pero buena como siervo.

Una sonrisa, una mirada, un beso a un ser querido son instantes irrepetibles de nuestra vida particular y, como tales, no pueden ser estudiados por la ciencia ni aportados por ninguna tecnología. Así pues, una parte importante de lo que nos hace felices está más allá de lo puramente material.

Desde esa perspectiva no reduccionista, seremos capaces de “reaprender” a utilizar los nuevos conocimientos científicos y los avances tecnológicos para el bien común y no para someter a la especie humana a otros hombres.

3º.- No eres un simple número estadístico: no dejes entonces que te atrapen las estrategias de marketing que pretenden que consumas lo que ellos quieren.

Los estudios de mercado son como horóscopos vestidos de estadística. Tienes capacidad para decidir cómo quieres ser: no delegues esa decisión en los astros de aquí abajo, pues ellos no te sirven a ti, sino al señor que les retribuye generosamente.

.- Evita la envidia. Alégrate de aquel a quien le vaya bien. Y desea que a ese grupo se añadan muchos, muchos más todos los días.

Coopera en tu empresa. Si eres empresario, desbroza caminos a la participación de tus trabajadores y clientes. Si eres trabajador, "vístete" de empresario algunas horas al día para comprender la realidad total de tu empresa, y no sólo el puesto personal que desempeñas en ella.

No cierres el camino hacia arriba de tu compañero o de tu competidor. Resguardarnos en la mediocridad nos enriquece menos que tratar de alcanzar cumbres empinadas. Si quieres superarte, deja que te superen pero aprende para hacerlo tú también... ¡y luego hazlo! Actúa en equipo.

5º.- Busca en tus moradas hasta que descubras el cofre que contiene los talentos romanos. Contémplalos un instante, date cuenta de que cada habilitad, por humilde que parezca, es una fortuna, un tesoro para la humanidad entera.

Y entonces, despliega esos talentos. Ponlos a trabajar de inmediato. Si eres creativo, crea. Si eres imaginativo, imagina. Si eres arriesgado, arriesga. Si eres activo, haz cosas.

6º.- Un proverbio chino afirma que el ayer ya no existe, que el mañana aún no ha llegado y que el presente es un regalo que se nos da. Nosotros decimos que bástale a cada día su afán.

O, mejor aún, tirando de refranero castizo: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

Si vas a invertir, hazlo. Si vas a gastar, hazlo. No tengas en cuenta los presagios de los oráculos, porque el Mediterráneo está lleno de barcos hundidos que les hicieron caso.

.- No permitas  con tu dinero que haya monopolios. La competencia es sana, permite una mejor distribución de la riqueza y crea más empleo.

¿Te has parado a pensar cuántos monopolios hay hoy en nuestra vida sin que nos demos cuenta? “Coca-cola” o “Pepsi” copan cada una el 100% del mercado de coca-colas o pepsis. Sin embargo, no tienen todo el mercado de los refrescos de cola.

Hay marcas que son en sí mismas un mercado. Son tan grandes, que asfixian a las pequeñas. El ecosistema empresarial está en peligro. Más que el de las ballenas.

.- Invierte con cabeza. Estudia bien tus inversiones, la rentabilidad que te ofrecen (y no olvides que una alta rentabilidad equivale casi siempre a un alto riesgo), los plazos en los que vas a esperar pacientemente a que la cosecha de sus frutos sin preocuparte demasiado... y lee atentamente la letra pequeña. Nunca firmes algo que no comprendas.

Pero dedica al menos la mitad de tiempo que te han llevado todas esas operaciones de análisis, a comprobar que tu inversión o tu compra concuerdan con la moral.

Hay fondos de inversión éticos y, si ampliamos el mercado entre todos, habrá más. Hay empresas que viven la doctrina social de la Iglesia en su seno (la cooperación fructífera entre empresa y trabajadores), como  hizo François Michelin con la suya. Puede resultarte interesante y útil su libro-entrevista Empresa y responsabilidad. 

Hay sectores que hacen el mal en la sociedad (fabricantes de armas, explotación infantil, abortos o eutanasia, anticonceptivos, etc) y otros el bien. Podemos y debemos optar. Somos libres y responsables.

9º.- Comparte. La dificultad anima a los hombres a compartir, a unir manos, a tender puentes, así que aprovechemos la otra cara de la crisis. Si tienes dinero, invierte para crear directa o indirectamente empresas y empleo. Si tienes empleo, comparte al menos una pequeña parte que no necesites de tu salario.

Y si estás en desempleo, demuestra que sigues siendo alguien útil: comparte tu tiempo y conocimientos con los demás. Incluso puede ser una forma de mejorar o comenzar tu currículum, o de encontrar empleo.

Haz como Toni Ruttimann, el autor de los “puentes artesanales”, que ha ayudado a más de 700.000 personas en el mundo. Te resultará muy edificante su historia.

10º.- Muchos expertos dicen que la crisis tiene también un componente psicológico, de estado de ánimo. Pues bien: ¡sonríe!

Puede que te cueste. Que te cueste mucho trabajo sonreír. Pero es algo que se puede hacer. Quizás al principio con un poco de artificialidad, aunque pronto comprobarás que la sonrisa surge espontánea una y otra vez.

La sonrisa es el encofrado de la alegría, el agua de las tinajas de las Bodas de Caná. Así pues, cuando sonríes (a todos, a los desconocidos) siembras una semilla de felicidad en todas partes. Y el agua podría convertirse en vino.

Un mundo de sonrisas es un mundo que no estará nunca en crisis.

 

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