La confesión, el sacramento incomprendido
La confesión, el sacramento incomprendido
Muchos católicos han deformado
la visión del sacramento de la Reconciliación
Desafortunadamente, en la actualidad, millones de cristianos parecen haberse olvidado del sacramento de la Reconciliación, pues se ha convertido en algo impopular, en algo pasado de moda. A cambio de ello, se han puesto de moda los psiquiatras, los mediums, los adivinos, los consultores matrimoniales y los abogados.
La necesidad de sentirse en paz con Dios, con uno mismo y con los demás es innata en nuestra naturaleza y, al no querer aceptar el remedio instituido por Dios, la confesión, el hombre ha tenido que inventarse nuevas formas de salida para sus angustias y preocupaciones.
Constantemente escuchamos frases como:
“yo no me confieso, yo me entiendo directo con Dios”
“no tengo por qué decirle mis pecados a un hombre que es igual a mí, o peor"
“no robo, no mato, .. . etc., así que no tengo porque confesarme”.
En estas expresiones vemos una falta de conocimiento de este sacramento y por consiguiente, se le da poco valor. Es necesario quitar los prejuicios que han hecho que los muchos católicos hayan deformado la visión del sacramento de la Reconciliación.
Esta situación parece ser fruto de tres razones:
1. Muchas personas por ignorancia o porque se les ha presentado una visión errónea de Dios, tienen una idea equivocada sobre quién es Él. Para muchos, Dios es un inspector que se dedica a contar los pecados de los hombres, un juez implacable que espera el momento en que hagamos algo malo para dictar su sentencia. Esta imagen distorsionada de Dios no resulta atractiva y ocasiona que las personas se alejen de Él y no hagan nada para volver a Él.
2. El concepto de “pecado”, parece haber desaparecido en la sociedad. Vemos que la palabra “pecado” se menciona lo menos posible. Aparentemente, ya nadie comete pecados, cuando mucho, se habla de cometer “errores”, o de tener “malos hábitos”. Esto lleva a una tolerancia excesiva de los malos actos y a una deformación de las conciencias.
3. El materialismo y el hedonismo están en el mundo a la orden del día. En la actualidad, se busca hacer un cristianismo a la medida. Se acepta el plan de Dios, siempre y cuando no nos moleste o nos incomode. De ahí, surgen expresiones cómo: “todos lo hacen”, o “yo hago lo que quiero mientras no moleste a nadie”. Es más cómodo seguir viviendo como hasta ahora, aunque no sintamos mal con nosotros mismos, que pensar en convertirnos, ya que la verdadera conversión implica un esfuerzo y el abandono de costumbres o estilos de vida arraigados.
Debemos redescubrir a Dios como lo que es: nuestro Padre, Aquél que nos ama a pesar de nuestros defectos, nos ama tal como somos. Tanto nos ama, y es tan paciente con nosotros, que es Él mismo quien nos ofrece el perdón para que tengamos vida eterna, pidiéndonos a cambio una conversión, un cambio de vida, un volver nuestra mirada hacia Él a través del sacramento de la Reconciliación.
Podemos leer y meditar en Las parábolas de la misericordia y podemos conocer mejor ese corazón de Jesucristo, que acoge a los pecadores con amor y ternura.
Esta actitud de perdón de Cristo es continuada por la Iglesia, la cual siempre está dispuesta a acoger a los pecadores con un amor de madre.
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