Lunes, 25 de noviembre de 2024

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Tensiones entre carisma e institución

Tensiones entre carisma e institución

por Duc in altum!

Trasladándonos a la hagiografía (estudio de la vida de los santos), vamos a encontrar que prácticamente todos sus protagonistas, hombres y mujeres por igual, han tenido que pasar por la experiencia de las tensiones que se producen entre el carisma recibido y la institución a la que se pertenece. Por ejemplo, cuando a San Pío de Pietrelcina se le prohibió celebrar la misa en público de 1924 a 1933, por las calumnias e incomprensiones que sufrió como consecuencia de su condición de fraile estigmatizado y, por ende, contrario al rigor racional del influyente P. Agostino Gemelli o el caso del Venerable Siervo de Dios P. Félix de Jesús Rougier, quien tras solicitar el permiso de sus superiores en Francia para fundar en México la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo, fue separado del proyecto durante diez largos años, es decir, de 1904 a 1914, por considerarla una obra perjudicial para su vocación debido a que era fruto de una inspiración de la Venerable Sierva de Dios Concepción Cabrera de Armida, hasta que finalmente recibió el permiso de la Santa Sede al comprobarse que se trataba de una fundación necesaria y congruente con el parecer de la Iglesia, especialmente, de los Obispos mexicanos que tanto la habían pedido.
Cada época tiene sus propios ejemplos de lo que significa seguir a Cristo un poco más de cerca, sin embargo, lo interesante y valioso de todo esto es que en ningún caso se dio una ruptura o choque directo con la fidelidad hacia el Papa y los Obispos, es decir, si bien es cierto que el Espíritu Santo les inspiraba recorrer un camino que rompía con muchos esquemas y paradigmas que se tenían, los santos y las santas, supieron leer en la voluntad de la Iglesia una guía o confirmación por parte de Dios. Luego entonces, las tensiones entre el carisma y la institución, forman parte del proceso de todos aquellos que realmente quieran hacer realidad el Evangelio, sabiendo que el Espíritu Santo reconoce el valor de la Iglesia y que por algo la espiritualidad naciente que se les está transmitiendo surge al interior de la comunidad eclesial y no por la vía de la desobediencia.
Ahora bien, ¿cómo unificar lo que dice la Iglesia en un determinado momento con lo que se encuentra inspirando el Espíritu Santo? La mejor forma de hacer un discernimiento serio es someterse a la autoridad magisterial de la Iglesia. ¿Sumisión o ceguera? Ninguna de las dos, pues lejos de renunciar al proyecto planteado, se deja la decisión en manos de aquellos a los que Jesús les dio la autoridad de aprobar o reprobar un nuevo carisma, institución o movimiento. Si es de Dios, será reconocido contra viento y marea. De hecho, es necesario pasar por esa serie de obstáculos y tensiones institucionales para que se dé una confirmación cierta y capaz de demostrar que realmente es Dios quien se encuentra detrás de la propuesta, pues si todo fuera tan fácil y lejos de cualquier tipo de examen, la Iglesia perdería credibilidad y sería peligroso que cada quien se inventara su propio camino. Por lo tanto, es necesario que existan tensiones, sin embargo, debe ganar la obediencia, la fidelidad, el dejarse llevar por alguien más,  siempre y cuando, no se atente en contra de la caridad.
Hoy como ayer, no son pocos los hombres y mujeres que se encuentran en una situación similar, es decir, pasando por la incomprensión, sin embargo, cuando se está en la verdad, en lugar de romper y salirse de la Iglesia, existe la conciencia de permanecer en ella hasta el final. Quien confía en el magisterio es porque antes se ha dado cuenta de la acción de Dios en el orden temporal, aún cuando aparezcan nuevos nubarrones. La obediencia es el camino más seguro. De ahí que San Ignacio de Loyola apuntara: "Si la Iglesia dice que algo es blanco, aunque tú lo veas negro, por decirlo la Iglesia debes admitir que es blanco" (Ejercicios Espirituales, Reglas para sentir con la Iglesia, 365:1). No se trata de renunciar a la libertad de acción o pensamiento, sino de dejarse acompañar para evitar posiciones demasiado subjetivas o encerradas en uno mismo. Recordemos que aún en el caso del dogma de la infalibilidad papal es válido en tanto responde a la caridad, lo cual, a su vez, debe darnos la tranquilidad de estar en el camino correcto, pues nunca se podrá declarar como obligatorio un precepto que atente en contra de la dignidad de la persona humana. Teniendo esto claro, vale la pena permanecer en la Iglesia, siguiendo el ejemplo libre, congruente y audaz de los santos y de las santas. 
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