La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y su posible retorno

Era la parte central de la oración de Jesús: “Padre, que todos sean uno” (Cf. Jn. 17, 21). Teniendo en cuenta que la unidad de los cristianos ha estado siempre en el corazón del Evangelio, hay que darle la bienvenida a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Lo anterior, previa decisión del Papa Benedicto XVI, quien ha mostrado un gran interés en ponerle fin al cisma (aún cuando no se ha dado en un sentido formal) encabezado por Mons. Marcel Lefebvre (19051991). La FSSPX no reconoce la orientación progresista que se le ha dado a las grandes líneas del Concilio Vaticano II, sin embargo, esto no ha sido un impedimento para “negociar” con la Santa Sede y llegar a la posible aceptación de un preámbulo doctrinal expuesto por la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el Cardenal William Joseph Levada. Como sabemos, desde el año 2009, Mons. Bernard Fellay (Superior General de la Fraternidad) y el Papa han estado dialogando y compartiendo sus diferentes puntos de vista, tras haberse levantado la excomunión a cuatro obispos lefebvrianos, sin embargo, llegó la hora de resolver el status canónico que podría llegar a tener la FSSPX, siempre y cuando, reconozca la autoridad magisterial del Concilio Vaticano II, sin que esto signifique que deba aceptar los principales postulados progresistas que, de hecho, no tienen nada que ver con el espíritu de los padres conciliares, aún cuando se han llevado a la práctica pastoral.

Si bien es cierto que el proceso sería lento y marcado por las dificultades de tener que comenzar desde cero, es un hecho que vale la pena que la FSSPX regrese a la plena comunión con el Papa y el resto de los católicos dispersos por el mundo. ¿La razón? Cerrar un cisma y fomentar la unidad a través de gestos y pasos concretos. Lo anterior, podría darse si se cumplieran los siguientes requisitos:

Tanto en la Iglesia como en el interior de la Fraternidad habrá una parte contenta y otra renuente, sin embargo, forma parte de la condición humana y esto no debe ser motivo para dar marcha atrás. El primer fruto que se conseguiría de la plena incorporación de la Fraternidad a la Iglesia Católica, sería fomentar el rito extraordinario de la Eucaristía y, desde ahí, ofrecerlo a los católicos en general, así como profundizar en algunos aspectos de gran relevancia en el campo de la teología dogmática, además de servir como un contrapeso ante la oleada progresista. La decisión final está en manos del Santo Padre Benedicto XVI. Veremos qué sucede. Por lo pronto, oremos por la unidad de los cristianos.