Nuestras fuentes identitarias

            A poco que pensemos, nos daremos cuenta de que la formación de nuestra identidad personal…, ha quedado siempre impregnada, por nuestros contactos humanos; familiares, amistades, relaciones laborales, ambiente de nuestro status social…, etc. Estas son las fuentes de nuestra identidad personal, estas son las fuentes que nos han impregnado y creado nuestra personalidad. Somos el producto creado por la sociedad, en la que hemos nacido, crecido y desarrollado nuestra personalidad. Pero esto, es solo una regla general, pues son muchas las personas que se rebelan y se buscan otros caminos de formación distintos de aquel al que le señalaba su nacimiento, sobre todo tratándose de lo relacionado con el orden espiritual de las personas, pues son muchos los que no habiendo oído hablar del Señor, en su vida, y en un momento determinado sufren una conversión y se dan apasionadamente al amor del Señor.

            Pero en general, la influencia que tenemos unos sobre otros, es total. El refranero, que es fuente del sentir del pueblo, y ya se sabe que: Voz del pueblo voz de Dios, está lleno de refranes acerca del tema que estamos tratando. Así por ejemplo: Dime con quien andas y te diré quien eres; Dos que duermen en un concón se vuelven de la mis a opinión. Es más, la influencia del contacto humano, es de tal naturaleza que llega a hermanar a personas que teóricamente deberían, incluso odiarse. Así tenemos el llamado síndrome de Estocolmo, en virtud del cual se dan casos, en que los secuestradores y el secuestrado  terminan haciéndose amigos.

            La fuerza del contacto humano es mucho más decisiva, cuando se trata de personas de poca edad. De aquí que políticamente se le de tanta importancia a la educación de la infancia, a fin de crearlas afines a la ideología de que se trate, adoctrinándola debidamente. No voy a profundizar más en este tema, pues lo mío es fomentar el amor al Señor, que es lo que yo pienso que Él quiere de mí y no voy a promocionar votos a ningún político.

            Concretamente, entrando en lo que nos interesa, es de ver que una vez más encontramos una semejanza entre lo que pasa en el orden material y en el espiritual, pues también en este último el contacto humano tiene un gran valor como fuente identitaria. Un refrán que antes no he utilizado y que aquí nos viene al pelo, es el que dice: El trato fomenta el cariño, pues bien también en el orden espiritual el trato fomenta el amor con nuestro Señor. ¿De donde le viene si no, la santidad a tantas personas consagradas que se pasan horas y horas frente a un sagrario? ¿Qué es si no la oración, sino una forma de contactar con el Señor hablándole? ¿Que es sino la lectura espiritual, si no una forma de escuchar la palabra de Dios que nos habla a través de lo escrito?

            En la lectura espiritual, sea esta de la Biblia o de libros piadosos, a todos nos ha pasado más de una vez, que de pronto hay una frase o un pensamiento espiritual que nos impacta, que nos obliga a cerrar el libro y meditar lo leído, es el Señor el que entonces nos habla por medio de esa palabras escritas. Es más, personalmente soy testigo y doy personal testimonio, de haber leído un mismo capítulo de un libro, sin que este me dijese nada importante y pasado el tiempo, un par de años después, volver a leerlo y haber sentido como el comerciante que encuentra la perla maravillosa (Mt 13,45-46). Y ya sabemos que tanto el que encuentra el tesoro maravilloso o la perla única, nunca se arrepienten de su hallazgo ni echa de menos lo que antes poseía y que vendió para comprar el campo del tesoro o la perla maravillosa. Tal es la fuerza del amor a Dios,  esa nueva riqueza que se ha encontrado, que ninguna otra cosa dejada, llega uno a añorarla.

            Son muchas las perlas que encontraremos en un trato continuo con el Señor, porque ese trato generará amor y ya sabemos que el amor siempre crece y se desarrolla en la reciprocidad, porque ella es una cualidad distintiva del amor. Dios a todos nos ama, pero como es lógico, mantiene una mayor reciprocidad de amor con las almas que más le buscan y a él se entregan. ¿Y esto como se consigue? Pues sencillamente tratando más al Señor, pues el refrán es bien claro y nos dice: El trato genera el amor, y el amor tiene una fuerza desconocida por nosotros, él es más fuerte que su antítesis que es el odio y que cualquier forma de animadversión, que siempre queda anulada por el amor. De aquí la conocida expresión de San Juan  de la Cruz que dice: Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor.

Lo importante para nosotros, es que estrechemos cada vez más nuestra unión con el Señor y para ello lo mejor será seguir el consejo que el mismo nos dio, cuando nos dejó dicho: “…, conviene orar perseverantemente y no desfallecer”. (Lc 18,1). Y esta recomendación del Señor, nos la explicitita  San Pablo en dos epístolas suyas. Así en una nos dice: "Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros”. (1Ts. 5,17-18). Y en otra dirigida a los corintios, nos dice: "Por tanto, ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios”. (1Co 10,31).  Ya en el A.T. se reconocía la importancia de la oración constante, incluso la practicada en el lecho, tal como se expresa en la belleza de los salmos: “Cuando pienso en ti sobre mi lecho, en ti medito en mis vigilias, porque tú eres mi socorro, y yo exulto a la sombra de tus alas; mi alma se aprieta contra ti, tu diestra me sostiene”. (Sal 63,7-9).  

La expresión orad constante, continua o incesantemente, puede ser  interpretada de varias formas, así por ejemplo tenemos el caso del “Peregrino ruso”, que es el caso de un ruso que buscaba la oración continuase invocando una oración vocal o recitando unas jaculatorias, tal como explica en el conocido libro que lleva este título de el “Peregrino ruso”, de autor anónimo. En este libro se puede leer: “Me acostumbré de tal manera a la oración, que no la abandonaba nunca, la sentía resonar dentro de mi, no solo cuando estaba despierto, sino también durante el sueño, sin interrumpirse por un solo instante, cualesquiera que fuesen mis ocupaciones”.

Pera para otros orad incesantemente, no tiene porqué ser actuar con los criterios del peregrino ruso, sino el vivir actuando como consecuencia del amor que se siente hacia el Señor. Es pensar y enfocar nuestra vida siempre de acuerdo con los deseos del Señor. Es vivir, en la seguridad de que Él nos ama y habita en nuestro interior, en lo más íntimo de nuestro ser. Es orar con nuestro trabajo, sea el que este sea, siendo conscientes de que estamos orando, porque hacemos lo que Él quiere que hagamos. Es ver  en los demás al Señor y estrechar nuestros lazos de amor con ellos, pues así germinará en ellos y en nosotros el amor y al germinar el amor, Dios estará allí, porque Él es amor y solo amor tal como San Juan repetidamente nos indica (1Jn 4,16). Es por ello también lo que dejó dicho el Señor: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. (Mt 18,20).

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

-                  Libro. AMAR A DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461164509

-                  Libro. RELACIONARSE CON DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461220588

-        Amar y ser amados. Glosa del 21-03-12

-        Oración perseverante. Glosa del 15-11-09

-        Oración repetitiva. Glosa del 26-06-09

-        El amor construye, el odio destruye. Glosa del 05-03-11