Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Cuando se busca la soledad

por El Blog de Juan del Carmelo

             Más de un lector del título de esta glosa, pensará en su interior…, yo soy una persona equilibrada y no busco la soledad y hasta le extrañará que haya personas que la busquen. Pero quizás olvide, que hubo en su vida una época en que consciente o inconscientemente buscó la soledad. Y esa época, posiblemente corresponda a su adolescencia o juventud, cuando una vez enamorado o enamorada, se apartaba de sus amigos o amigas y buscaba la soledad con la persona objeto de su amor, que le correspondía en su enamoramiento.

 

Desde luego que somos seres sociales y amamos la relación social, unos más y quizás otros menos, porque hemos sido creados por el Amor del Señor, para amar y para ser amados, y cuando una persona no se siente amada, busca el amor y trata de amar, y cuando siente la necesidad de amar busca también a quien amar y si no lo haya, sucede lo que es peor, que es el comienza de a amarse a si mismo. Esto es generalmente, lo que les ocurre a los solteros empedernidos. Todos necesitamos amar y sentirnos amados.

 

Cuando un hombre y una mujer se aman ordenadamente, y quiero decir con esto, que cuando su amor ha sido bendecido por el sacramento del matrimonio y después pasar un periodo más o menos largo de tiempo en convivencia matrimonial, surge la tragedia de la separación no deseada por la muerte de uno de los dos cónyuges, la soledad juega un papel muy importante en el cónyuge supérstite. La soledad se le vuelve insoportable; han sido muchos años de relación  conyugal, con todos sus altos y buenos recuerdos, sin perjuicio de la existencia de alguna que otra desavenencia, que si ha mediado el amor estás no son siempre objeto de recuerdo. Para la mujer si tenemos en cuenta que el vínculo materno filial es en general mucho más fuerte y más afectivo al menos expresivamente, que el paterno filial, no por ello se le calma el dolor de la perdida de su esposo, con los hijos o nietos que puedan existir. En el hombre aunque no trascienda tan efusivamente como en la mujer, el dolor es también intenso y la  nueva situación de viudo, aunque agraciadamente no tengo experiencia personal, me atrevo a decir, que es mucho mas dura en el hombre que en la mujer. Puede ser que esta sea una de las razones por las que el Señor, carga más la mano en viudas que en viudos. Pero en ambos casos la tragedia es el encontrarse solo.

 

La soledad la acusan más las personas en la madurez y en la tercera edad, que en las edades anteriores, porque tanto en la niñez como en la adolescencia, se sienten abrigados por su familia, inclusive aunque se trate de hijos únicos y en este caso hablo por propia experiencia. La existencia de la familia es fundamental para el equilibrado desarrollo de las futuras personas adultas. El demonio, tomando de instrumento, a muchas personas de esas que creen que todo lo nuevo es bueno, trata de destrozar la familia creando nuevas formulas familiares progres que son un insulto a la moral y a la inteligencia humana. Satanás sabe que destrozando la familia, puede más fácilmente destrozar a sus miembros dispersos. Es un viejo principio que dice: Divide y vencerás. Pero que nadie olvide que el Señor nos dejó dicho: “Y Yo te digo que tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán frente a ella”. (Mt 16,1318).

 

Pero entonces, si el hombre necesita vivir en sociedad; ¿quiénes son los que buscan la soledad? y ¿por qué la buscan? Por delante de los conceptos soledad y compañía, se encuentran el concepto rey que es el amor, Ya hemos dicha anteriormente que Dios ha creado al  hombre para amar y para ser amado y el que no ama y no se siente amado sufre. Pero el amor que todo lo preside y lo ordena tiene entre sus varias características una que es preciso destacar aquí: es la intimidad y esta característica del amor se da tanto en el amor sobrenatural como en el humano. En el amor humano cuando unos jóvenes se encuentran y se ama, buscan la intimidad que es una soledad compartida entre dos que se aman.

 

Cuando en un alma, nace un verdadero deseo de amar al Señor, en atención al principio de reciprocidad que media en el amor, el Señor se siente también correspondido y nace el deseo de intimidad que solo puede realizarse en la soledad. El profeta Oseas escribía: “Por eso yo voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. Allí le daré sus viñas, el valle de Akor lo haré puerta de esperanza; y ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto”. (Os. 2,1617). Jean Lafrance escribe: “Cuando Dios elige a un hombre para confiarle una misión, comienza por hacer de él su amigo y confidente. Muy naturalmente lo lleva aparte, para murmurarle sus secretos, pues Dios no habla en el ruido…. En la Biblia, todo envío en misión va generalmente precedido de una retirada al Desierto, porque la gran virtud del desierto reside en la soledad y el silencio”.  Y uno se pregunta: Pero… ¿por qué el desierto? ¿Por qué invita al recuerdo? ¿Por qué el desierto es un lugar ideal para vivir con el Señor?  Solo la persona cuya alma suspira por el deseo de soledad, puede contestar estas interrogantes, porque a esta alma la palabra de Dios la ha iluminado sobre la realidad del desierto.

 

Escriben Nemeck F. K. y Coombs M. T. diciendo: “El desierto no es simplemente un lugar solitario. Es sobre todo una realidad del corazón. En el desierto Dios nos dispone y abre a su ardiente y transformante corazón. El desierto simboliza ese continuo proceso interior del morir a uno mismo a fin de resucitar en Cristo... La soledad externa también es mucho más que el simple hecho de estar físicamente solo. Es quedarse a solas para entrar en un contacto más directo e inmediato con Dios… En la justa medida y en el momento oportuno, es Dios mismo quien despierta en la persona una inexplicable necesidad de ir al desierto, buscando algo de ese silencio auténtico y soledad real”.

 

Pero no necesariamente uno tiene que marcharse al desierto. Cuando Dios no tiene un desierto material a mano para colocarnos en él, Él mismo se encarga de crear uno alrededor de nosotros. Estas son las pruebas cotidianas de santidad…. “La monotonía de la vida y la rutina cotidiana, escribe Jean Lafrance, son a menudo nuestra forma de desierto”. Muchas veces Dios quiere que vivas para los demás y que esa presencia tuya sea auténticamente vivificante para la comunidad…. Tu forma de estar presente en tu comunidad, Escribe Nouwen puede exigir tiempos de ausencia, de oración, de escribir o de soledad, y estos son también tiempos para  la comunidad”.  Desde luego que antes de anhelar el desierto, hay que encontrar al Señor en la comunidad, y entonces será cuando Él te conduzca al desierto de su amor. Porque tal como escribe el polaco Tadeusz Dajczer: “…solo puedes amar auténticamente cuando tu mismo anheles la santidad y cuando anheles ir inculcando ese deseo a los demás”.

 

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

 

Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

-                  Libro. BUSCAR A DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461164516

-                  Libro. ENTREGARSE A DIOS.- www.readontime.com/isbn=8460975940

-                  Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461179107

-                  Libro. RELACIONARSE CON DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461220588

-        Deseo de no estar aislado. Glosa del 09-08-09

-        Deseos de no sufrir. Glosa del 09-0310

-        Intimidad en el amor. Glosa del 21-0211

-        Don eremítico. Glosa del 17-08-09

-        Desierto en la Biblia. Glosa del 22-0212

 

Si se desea acceder a más glosas relacionadas con este tema u otros temas espirituales, existe un archivo Excel con una clasificada alfabética de temas, tratados en cada una de las glosas publicadas. Solicitar el archivo a: juandelcarmelo@gmail.com

 

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