La desobediencia no es la solución

He estado siguiendo el tema de los sacerdotes desobedientes de Austria e Irlanda, sobre todo, a raíz de la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció en la celebración de la Misa Crismal del pasado 5 de abril (2012). Por esta razón, quiero aportar una breve reflexión que me parece muy importante para dejar las cosas en claro.

La desobediencia nunca estuvo en el itinerario de Jesús. Recordemos que fue obediente hasta la muerte (Cf. Flp. 2,8). Ciertamente, su predicación chocó con la mentalidad religiosa de la época, sin embargo, lejos de buscar la división, dio sentido al Antiguo Testamento, dando paso al Nuevo. Una cosa es hacer propuestas a la Santa Sede y otra muy diferente es crear confusión y división al interior de la Iglesia. La radicalidad y opciones de Jesús jamás interfirieron con su actitud de obediencia a la voluntad del Padre Celestial que lo había enviado. Cristo no buscaba que sus discípulos se pelearan entre sí, sino que fueran capaces de permanecer unidos. El ejemplo de la vida de San Pablo nos sirve como un buen punto de referencia. Se trataba de un ciudadano romano que entraba en contacto con Pedro y los primeros, sin embargo, aunque al principio hubo choques y diferencias, al final caminaron juntos, pues ambos buscaban una meta en común. Pablo nunca desconoció a Pedro, pues se trataba de aquél al que Jesús había dejado como piedra de su Iglesia. Luego entonces, por muy cristianos que seamos, no podemos prescindir de la guía y presencia del Papa.

Los desobedientes argumentan que el celibato sacerdotal debe ser opcional, sin embargo, lo cierto es que a ninguno de ellos se le puso una pistola en la cabeza para que entrara al seminario. En otras palabras, son célibes porque optaron libremente por la vía y la misión del sacerdocio ministerial. Pondré un ejemplo un poco coloquial. Es como si yo entrara a jugar fútbol y me quejara del entrenamiento y de la dieta requerida. Es válido que los autodenominados “desobedientes”, busquen el diálogo y acercamiento con el Papa, sin embargo, hay cuestiones que por su propia naturaleza no tienen consistencia al momento de exponer los argumentos. Jesús fue casto, pobre y obediente. Por lo tanto, están llamados a seguirle las huellas de esa manera.

En el fondo, existe el interés generalizado de crear una Iglesia personalizada. Algo así, como un menú que se pueda aceptar o rechazar. A nosotros nos toca apostar a favor de la unidad y tener en cuenta que no podemos inventarnos un nuevo evangelio, pues Cristo ha sido muy claro al respecto. Pidamos por la conversión de los que han perdido de vista la esencia y significado del sacerdocio. De esta manera, contribuiremos con la construcción de una Iglesia más coherente y firme en su identidad apostólica. Que lo católico siga siendo católico y no algo híbrido o relativista.