Extendió sus brazos en la cruz
Extendió sus brazos en la cruz
por Duc in altum!
En Jesús descubrimos al crucificado de todos los tiempos. No lo hizo por querer sufrir sino por amor a todos y a cada uno. Extendió sus brazos en la cruz para reabrirnos las puertas de la salvación. ¿De qué nos salva Jesús? Ante todo de una actitud inhumana e indiferente. Cristo quiere que lo sigamos para que podamos vivir con entrega e ilusión la palabra del Dios que nos ama.
En la cruz estamos perfectamente representados. No hay dolor o conflicto que Jesús no haya hecho suyo. Nunca nos tocará cagar un problema o dificultad que supere nuestras fuerzas pues contamos con un Dios cercano, compasivo y misericordioso. Cristo no quiere que suframos sino que aprendamos a lidiar con el dolor, dejándonos llevar por el sentido y trascendencia de la fe y de la esperanza.
Al extender sus brazos en la cruz del ofrecimiento, es decir, de la donación de sí mismo como ofrenda sacerdotal, marcó un antes y un después en nuestra historia personal y colectiva. Derrotó al pecado para acortar las distancias y, desde ahí, motivarnos a caminar hasta la meta de la salvación. Aunque la cruz es un hecho cruel y doloroso constituye un acto de amor, pues “tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn. 3, 16).
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