¿Quién se ocupa de los "niños bien"?

Cuando en México se habla de los hijos y jóvenes que cuentan con el respaldo de un vasto patrimonio familiar, se les llama “niños bien”. De ahí que lo tome como título del post. Hace poco un amigo me decía que la Iglesia se ha olvidado de los jóvenes que tienen el dinero y las oportunidades para poder ejercer un liderazgo positivo, concentrándose únicamente en las periferias. Tuve que darle la razón, pues es un hecho que fuera del Opus Dei o de los Legionarios de Cristo (con sus luces y sombras) muy pocas instituciones y movimientos se ocupan de trabajar por ayudar y evangelizar a dichos sectores de la sociedad. Estoy de acuerdo con que no se puede olvidar el drama de la pobreza, sin embargo, es indiscutible que la Iglesia tiene que ser la casa de todos y que no por tener dinero y posibilidades se debe aplicar la exclusión o, en su caso, el abandono pastoral casi total.

Yo no soy rico pero si he experimentado que si no encajas en el perfil de un joven banda o de las franjas periféricas, casi no hay sacerdotes, religiosas, laicos o grupos que tomen en cuenta tus inquietudes y dudas. A veces, te miran como si se tratara de un “bicho raro”, cuando en realidad eres un joven como cualquier otro. Si en el pasado se dio una obsesión eclesial por las clases media y alta, ahora se quiere trabajar exclusivamente en las zonas serranas e indígenas como si en las ciudades no hiciera falta la presencia creativa de la pastoral juvenil. Todo joven merece atención y respeto. No se puede hablar de una opción preferencial por unos u otros.

Muchas religiosas y religiosos se sienten avergonzados de contar con colegios a los que acuden alumnos y alumnas que provienen de las familias más famosas del lugar, sin embargo, ¿acaso ellos están excluídos del proyecto de Dios o no tienen ninguna clase de problemas y conflictos? Me parece que haberse retirado de algunas instituciones educativas de gran prestigio y presencia en el campo social, bajo el pretexto de los pobres y de los excluídos, dejó muchos huecos que están siendo ocupados por otros que no buscan o pretenden construir un mundo más solidario.

Fuera del crimen de Marcial Maciel y de todo el encubrimiento que se desarrolló alrededor de su persona, lo cual, desde luego, es un hecho lamentable e intolerable, no podemos reprocharles a los Legionarios de Cristo el que atiendan al sector empresarial. Es urgente que las congregaciones, movimientos, instituciones y las diferentes diócesis del mundo, superen la confusión pastoral en la que se encuentran y, desde ahí, dejen a un lado los prejuicios para poder acercarse a uno de los sectores de la sociedad civil que se encuentra más abandonado. De ahí que nos enfrentemos a una crisis de valores a gran escala. Es bueno que se hayan abierto muchas casas de inserción, sin embargo, no hay que olvidar que algunas obras apostólicas tienen la misión de acudir a las grandes ciudades y acompañar a los jóvenes que no por ser ricos son necesariamente un grupo de rebeldes y descarriados.

Los colegios y las universidades católicas ofrecen la oportunidad de llegar a dichos espacios, promoviendo la propuesta de Jesús a partir del contexto que se tenga. Sé que lloverán las críticas y comentarios, argumentando que es un artículo elitista y demás, sin embargo, la intención es recuperar a todos aquellos jóvenes que tienen en sus manos la posibilidad directa de generar un cambio y, desde ahí, abogar por la solidaridad. Espero que esto mueva las conciencias y aclare un poco la confusión pastoral en la que se está desenvolviendo gran parte de la Iglesia.