Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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¿Orar es amar?

por El Blog de Juan del Carmelo

¡Desde luego que sí! Muchas son las formas en que podemos demostrar nuestro amor al Señor y la más extendida es la oración. Humanamente amamos más o menos a una persona, cuando le dedicamos nuestro tiempo charlando con ella y en el orden sobrenatural no son muy distintas las cosas. Hay quienes piensan que solo si rezamos estamos amando a Dios, pero esto no es así: son muchas las formas, por medio de las cuales, podemos demostrarle al Señor nuestro amor, a Él. Cualquier actividad de nuestra vida material, puede ser un acto de amor al Señor, si es que estamos en gracia o amistad con Él y lo realizamos pensando en Él, e inclusive sin pensar directamente en Él, aunque lo realicemos instintiva o mecánicamente, si es que previamente hemos hecho un ofrecimiento general de nuestras obras, a su mayor gloria. Todo aquello que realicemos directa o indirectamente dirigido a su mayor gloria, es amarle. Todo lo humano tiene una vertiente o valor para el Señor, en cuanto lo realicemos y vivamos en función de nuestro amor al Señor.

 

Se ama al Señor, pensando en Él, ofreciéndole nuestros trabajos, problemas dificultades y por supuesto los sufrimientos que nos proporciona nuestra cruz particular. Todos tenemos una cruz, y todos pensamos que la del vecino pesa menos que la nuestra, siempre se piensa que la propia cruz es la peor de todas. Pero la realidad es distinta, a cada uno Dios le ha proporcionado la cruz, que Él cree más conveniente de acuerdo con nuestro carácter, formación, vida interior, vicios y virtudes. El problema de la cruz no consiste en el peso de ella sino en la forma de saber llevarla y si somos capaces de llevarla tal como Él la llevó al Calvario, nunca notaremos el peso de la cruz porque el desarrollo de nuestra  vida espiritual, nos hará comprender, que la cruz en realidad es una escala que necesitamos para subir al cielo, sin ella es imposible alcanzar la gloria que nos han prometido.

 

            Pero la forma, más conocida y extendida de demostrar nuestro amor al Señor es la oración, sea esta de la clase que sea, porque la perseverancia y la intensidad y ansias de amor con la que practiquemos nuestra oración, nos hará siempre avanzar en el camino de una mayor intimidad con Él. La oración como sabemos según su grado, nos proporciona una mayor intimidad con el Señor. De menor a mayor esta puede ser: vocal, mental, contemplativa y la cumbre de ellas, es la oración unitiva, que es una oración contemplativa en su más avanzado grado, que le lleva al alma a su unión con el Señor. Pero que nadie piense que estas clases de oración son como unos escalones para llegar al Señor de forma que cuando uno sube al escalón de la oración contemplativa, ya nunca más contactará con el Señor por medio de la oración vocal o de la oración mental o meditación. El tema y el deseo del que ora, ha de ser contactar con Dios, y esto es más importante que la clase de oración que emplee. Lo importante en cualquier clase de oración, es que le mostremos al Señor cuanto le amamos.

 

            Nunca olvidemos que orar es un don del Señor, y no depende de nosotros orar, aunque sea en la forma más sencilla en la forma vocal, pues siempre necesitaremos del deseo de orar, y este también es un don de Dios. Orar en contemplación, por ejemplo, aunque haya habido veces anteriores, en las que el Señor, nos haya dado el regalo de la contemplación, lo nuestro es estar siempre a lo que Él disponga, porque sin humildad es imposible orar correctamente. Se puede pensar que orar  contemplativamente y no digo ya, orar en vía unitiva es un don del Señor y desde luego así es, pero que orar vocalmente está al alcance de todo el mundo; pues bien se equivoca el que así piense, porque una simple oración vocal, aparte de necesitarse tener el deseo de orar, que como ya hemos dicho es un don del Señor, también la oración vocal puede ser un nicho de distracciones. Lo esencial, aunque se trate de un simple Padrenuestro, es no distraerse. No tratemos de querer meditar correctamente sin distraernos, y mucho menos querer entrar en contemplación, sin haber asentado antes los cimientos de la oración que están en los primeros escalones de la oración vocal. En sí la oración, es una lucha constante contra las distracciones mentales, pero el mantener estas lucha y no haber tirado la toalla, tiene un gran valor a los ojos de Dios.

 

            La distracción es la mejor arma que tiene el demonio contra nosotros, para desvirtuar el tremendo poder de la oración bien hecha. Si somos capaces de orar sin distraernos hemos dado un paso de gigantes. Pero es el caso de que unas veces podremos alejar las distracciones y otras no. En todo caso lo importante es aguantar el envite demoniaco, porque si hemos luchado contra las distracciones, es que ya estamos camino del triunfo. Muchas veces el Señor para animar a las almas, les regala a estas, dulzuras y consolaciones, entonces el alma, sale de la oración toda gozosa, pues al haber sido su oración muy emotiva, piensa en lo bien que le ha salido su oración, sin darse cuenta de que la mayoría de las veces el mérito no es suyo, sino que se trata de un regalo del Señor, para apoyarle en su debilidad y a esto se le llama estado de consolación. Por contrario el alma que vive en estado de lucha continua se encuentra en lo que se llama estado de sequedad o aridez,

 

            Una forma de luchar frente a las distracciones, es el empleo de la oración repetitiva, es este el método usado en la Iglesia oriental y consiste en escoger una breve jaculatoria y repetirla continuamente, la brevedad de la jaculatoria dificulta la distracción. Es más fácil tener la mente puesta en un solo pensamiento, por ejemplo: Señor, mi Dios y mi todo, que en una larga oración por muy bella que esta sea. Los santos Padres del desierto, practicaban con frecuencia este método, y decían que estas breves oraciones, se llaman jaculatorias porque son como flechas y dardos que se lanzan al cielo y tienen una gran fuerza para excitarnos a la virtud. Jean Lafrance, escribía: “Las jaculatorias o invocaciones facilitan la guarda del corazón, cuando un pensamiento en el sentido evangélico, aflora en el subconsciente, antes de que se haga obsesivo hay que aplastar con el Nombre la sugestión demoníaca y transfigurar la energía así liberada revistiéndola del mismo nombre”.

 

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

 

Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

-                  Libro. DEL SUFRIMIENTO A LA FELICIDAD.- www.readontime.com/isbn=8460999858

-                  Libro. RELACIONARSE CON DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461220588

-                  Libro. SANTIDAD EN EL PONTIFICADO.- www.readontime.com/isbn=9788461266357

-        Fuego devorador de Dios. Glosa del 25-03-10

-        Oración. Pan del alma. Glosa del 07-01-12

-        Oración contemplativa en general          . Glosa del 13-09-09

-        Oración contemplativa en la Iglesia occidental. Glosa del 16-09-09

-        Oración contemplativa en las Iglesias orientales. Glosa del 18-09-09

-        Aridez o sequedad. Glosa del 01-11-09

-        El gozo en la oración. Glosa del 05-02-10

-        Gozo oracional. Glosa del 06-09-10

-        Oración corporal. Glosa del 07-11-09

-        Nuestro agradecimiento al Señor. Glosa del 25-09-11

-        Necesidad de la alabanza. Glosa del 13-12-09

-        Cuanto pesa una oración. Glosa del 23-06-11

-        Oración de pretensión. Glosa del 01-12-09

-        Oración extractiva           . Glosa del 10-06-09

-        Oración nocturna. Glosa del 17-04-10

-        Oraciones nocturnas. Glosa del 13-02-11

-        Oración perseverante. Glosa del 15-11-09

-        Oración repetitiva. Glosa del 26-06-09

 

Si se desea acceder a más glosas relacionadas con este tema u otros temas espirituales, existe un archivo Excel con una clasificada alfabética de temas, tratados en cada una de las glosas publicadas. Solicitar el archivo a: juandelcarmelo@gmail.com

 

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