Inquietud humana
por Juan del Carmelo
Aunque alguno no se lo crea y piensen que él es una persona sosegada, todos los humanos somos seres inquietos. La inquietud que tenemos, nos nace como consecuencia de nuestra superior naturaleza, pues hemos sido creados para vivir y gozar en un orden sobrenatural, y estamos aquí abajo enredaos en un orden natural que no es el que en definitiva nos corresponde. Es por ello, que con esa clara e infusa visión, indudablemente donada por el Señor, que de los problemas del hombre y de su vida espiritual, que tenía San Agustín, le hizo exclamar a él: Señor, estamos hechos para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.
Así es, estamos hechos, para gozar en otra vida de una eterna felicidad de carácter pleno, muy superior a lo que aquí abajo denominamos felicidad, pues mientras que la futura nunca crea hastío, la felicidad de este mundo, muchas veces nos cansa y nos sacia, produciéndonos hastío. Y eso en el mejor de los casos, cuando esta felicidad mundana dura un cierto periodo de tiempo, porque lo suyo es que apenas nos dura. Quizás por ello dice, dice el refrán: Poco dura la alegría en casa del pobre, porque aunque algunos se crean ricos, somos unos pobres seres, cuya única riqueza futura, reside en el esplendor de la vida espiritual de su alma y ¡ay!, de aquellos que solo se hayan preocupado de adquirir lo que sus cuerpos les piden, olvidándose de las necesidades de su alma.
A esta felicidad, a la que todos estamos todos llamados, unos lo saben perfectamente y son conscientes de ello, otros solo tiene un conocimiento inconsciente de esta situación, pues todos nacemos con es impronta con la que Dios nos impone y que nos habla de la existencia de otra felicidad a la que estamos todos convocados y esta convocatoria, nos crea en nuestro ser un anhelo de eterna felicidad, que aquí abajo muchos luchan y tratan de encontrar, pero es inútil. Aquí abajo no hay felicidad real, sino una caricatura mundana de felicidad. Solo puede un alma en la tierra, lograr algunas briznas de esa maravillosa felicidad que nos espera, entregándose con ardor y firmeza al amor del Señor.
Como sabemos el orden espiritual es superior al material, por ello la felicidad que nos espera es muy superior a la que conocemos aquí abajo. Porque lo de aquí abajo, es una felicidad mundana perteneciente al orden material Es esta una felicidad que, solo satisface nuestros cuerpos y sus sentidos pero nunca satisface nuestra alma y sus propios sentidos.
Una de las grandes diferencias que tenemos con los animales, es que ellos ni conocen ni esperan otra felicidad, que la actual, según sea el desarrollo de sus vidas. Tampoco los animales al carecer de imaginación, carecen imaginativamente de una visión de futuro. Es por ello, en razón de estas dos circunstancias, por las que los animales no viven inquietamente como las personas.
En los seres humanos la inquietud es un factor predominante, desde luego que los hay unos más inquietos que otros que quizás por haber encontrado su propia paz espiritual en su alma, aceptan con mas calma los vaivenes de este mundo. Se podría decir de nosotros que somos los eternos insatisfechos, es difícil que estemos tranquilos y se llegamos a estarlo enseguida estamos mentalmente maquinando algo nuevo, algo que nos permita disfrutar mejor de la vida que tenemos y así encontrar más felicidad. Porque no nos engañemos nuestra eterna inquietud, la genera el ansia de felicidad que mantiene de forma insatisfecha nuestro corazón.
Y esta ansia de felicidad que nos inquieta, continuamente nos mueve a cambiar, porque pensamos que cambiando seremos más felices. Tenemos de cambiar o bien de casa, o de trabajo o de ciudad para residir, esta es una nota evidente, de la insatisfacción humana. Desde luego que no existe la casa perfecta, pues todos siempre le encontramos algún defecto a la casa en que vivimos, ni tampoco el trabajo perfecto ni el entorno en que nos movemos tampoco es una perfección. Y esta insatisfacción que consciente o inconscientemente todos tenemos, solo tiene solución mientras estemos en este mundo, en aceptar humildemente la voluntad divina.
El Señor nos ha colocado a cada uno de nosotros en una situación distinta en esta vida, unos con más dones otros con menos y al decir dones, no solo me refiero al dinero, sino a otras muchas más circunstancias, que conforman nuestra vida. La inquietud humana tiene solución, porque frente a la inquietud está la quietud y sobre todo el vivir siempre de acuerdo con la divina voluntad, porque Él sabe mucho mejor que nosotros lo que necesitamos y lo que más nos conviene y eso es lo que, sea bueno o malo lo que nos suceda, siempre es lo más conveniente para nuestra salvación y eterna felicidad. San Pablo nos escribía: “No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. (Flp 4,6-7).
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
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- Libro. LA HUELLA DE DIOS. Isbn.- www.readontime.com/isbn=9788461164523
- Libro. MOSAICO ESPIRITUAL.- www.readontime.com/isbn=9788461220595
- Libro. LOS DESEOS HUMANOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316298
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