Testimonios de amor que Tú nos das
por Juan del Carmelo
Si miro a mí alrededor, no veo más que testimonios tuyos Señor, testimonios del amor que nos tienes. Recibo muchas presentaciones en Power point unas de carácter espiritual, otras sobre temas varios, generalmente de carácter cultural, referidos a ciudades, al arte, o a la naturaleza. Y en ellas siempre veo tu mano Señor, porque estas presentaciones, aunque siempre son distintas, en casi todas ellas se reflejan de una forma o de otra el amor que muchos de tus criaturas te tienen y como las iluminas para que compongan esos cantos de amor a Ti, que se expresan en muchas de las presentaciones siendo todas ellas distintas. Muchas veces se me acumulan, las reenvío a una lista de una serie de lectores que se han interesado en estos envíos, solicitándomelo. Pero a lo que voy: No hay una de estas presentaciones que viendo la belleza de ellas, sobre todo en paisajes, monumentos y ciudades, no me haga meditar sobre los testimonios de amor que continuamente recibimos del Señor, por medio de los demás.
Cuando vemos un bello paisaje o percibimos algo, de lo que nos rodea, sea el ruido del canto de unos pájaros, sea un olor agradable de unas flores, pensamos que son manifestaciones naturales, propias del mundo en que vivimos. Pensamos que son expresiones propias de la naturaleza y nada más. Pero hay mucho más, está detrás de todo eso el testimonio de amor, que continuamente nos está dando Dios, nuestro Padre celestial.
Él que es amor y nada más que amo y puro amor, en su infinita omnipotencia, ha creado un universo lleno de innumerables galaxias, pues se ignora cuantas pueden existir, y cada galaxia de estas contiene un innumerable número de astros como el sol, con sus correspondientes satélites, situado todo en un espacio cuyas distancias se miden por millones de años luz. Y teniendo en cuenta lo que el hombre va averiguando hasta ahora, no aparece vida en ninguna parte de este inmenso universo, y las condiciones de habitabilidad de todos los astros observados son completamente negativas, para que pueda existir vida en ellos. Nada se parece a este mundo en que Dios nos ha situado. Es como si el Señor nos dijese: Mirad os quiero tanto que dentro de este inmenso universo que he creado, de millones de astros y planetas, solo un planeta en su belleza es distinto de todos los demás y es ahí donde os he colocado. Y así es, porque si contemplamos las fotos que se nos ofrecen, sobre otros planetas, sacada por las sondas humanas, es de ver el gran contraste de desértica tristeza, que nos ofrecen estas fotos en comparación con la belleza de nuestro mundo.
Nos quejamos de nuestra vida en este planeta tierra, y lo llamamos valle de lágrimas, pero la realidad es que nadie quiere marcharse de este valle de sufrimiento y lágrimas. Cualquiera que nos mirase desde fuera, diría. ¡No debe de ser tanto lo que sufren esos humanos!, pues no quieren abandonar su lugar de sufrimiento. El Señor ha hecho bella, muy bella la tierra en que vivimos, dándonos así, un indudable testimonio de su amor a nosotros. Podría haberla hecho mucho más bella aún, pero Él, que es omnisciente, sabe que si habiéndola hecho como la ha hecho, nos agarramos a ella y no queremos abandonarla; ¡Que sería si la hubiese hecho aún más bella de lo que es! Ni con agua caliente nos despagaríamos de ella.
No hemos sido creados para vivir eternamente en este mundo, sino para gozar de una eterna felicidad que no conocemos y que se adquiere integrándonos en la gloria del Señor. Aquí estamos de paso, para superar una prueba de amor, pues el amor que demostremos es lo único que al Señor le importa, y que aceptemos el tremendo amor que el Señor continuamente nos está ofreciendo.
El problema, nuestro problema, radica en que somos cuerpo y alma, materia y espíritu, y nuestro cuerpo que es nuestra materia, domina, atenaza y ahoga nuestra alma que es nuestro espíritu. Adán y Eva cuando carecían de la concupiscencia que nos han trasladado, eran unos seres totalmente felices, en los que su alma ordenaba a su cuerpo, y no al contrario como ahora nos pasa a nosotros, que es nuestro cuerpo el que manda atenaza y ahoga nuestra alma. Bien se sabe que cuando un estado de carácter superior, manda sobre un estado de carácter inferior, lo que existe es una lógica y un orden de actuación, pero si es el inferior el que ordena, el resultado se llama caos. En los ejércitos generales y oficiales, dispone el mando sobre la tropa, y las batallas pueden ganarse, pero si la tropa no obedece a los oficiales, aparece el caos y las batallas, seguro que se pierden.
La única solución a nuestros problemas, si es que queremos ser eternamente felices en la gloria del Señor, es que desarrollemos el potencial de nuestra alma, para que ella pueda cada vez más meter en cintura a nuestro cuerpo, que es nuestra carne y nuestra pesadilla. Es la fuerza de nuestro cuerpo, es decir la de nuestra materia, la que nos hace dudar. Así por ejemplo, la mayoría por no decir casi todo el mundo, tiene el problema de la fe. Y pongo por delante el problema de la fe, porque es la piedra angular de nuestra salvación. Unos con más o menos fuerza tienen cierto grado de fe, otros tienen una fe teórica o muerta, y otros carecen de fe. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Porque nos resulta tan difícil a nosotros adquirir la fe y aumentarla? Pues sencillamente, porque como es la materia la que manda en nuestras personas, ella exige evidencia, es decir, que veamos a Dios con los ojos de nuestra cara que son los que perciben la materia. Pero si fuese nuestra alma la que mandase sobre nuestra materia corporal, las cosas serían distintas, porque nuestra alma también tiene sentidos sensoriales como nuestro cuerpo. Existen los ojos del alma, con los que se puede percibir a Dios y ese es el camino. A Dios solo lo puede percibir nuestra alma, que es la única capacitada para amarle. Nuestro cuerpo jamás podrá amar al Señor, nuestro cuerpo se ama a sí mismo, y nos demanda continuamente sofisticados alimentos, que nos pueden llevar a la gula, caros vestidos con los que aumentar nuestra vanidad, nos demanda lujo y vanidad, y en cuanto a los demás…, pues que se busquen su vida, que yo con la mía ya tengo suficiente.
Solo el continuo acrecentamiento y desarrollo ininterrumpido de nuestra vida espiritual, nos puede proporcionar algo de esa felicidad para la que estamos creados, y que tanto anhelamos, pues no hay nada más que ver las cosas que hacemos, para conseguir unas migajas de felicidad terrenal. El desarrollo espiritual de nuestra alma, es el único camino que tenemos para contactar con Dios, para conocer a Dios, para comprender a Dios y sobre todo para amar a Dios, pues solo el amor a Dios demostrado en esta vida, será lo único que nos podemos llevar de este mundo, lo demás, se va a quedar aquí abajo. Pero tal como nos dice el papa San Gregorio magno, si nos afanamos en sobre manera por las cosas de este mundo, difícilmente vamos a ocuparnos de lo que nos conviene para nuestra futura vida en el más allá. Solo el que es capaz de desarrollar adecuadamente su vida espiritual, es sensible y ve con claridad los incontables testimonios de amor que el Señor, continuamente nos está dado.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. DEL SUFRIMIENTO A LA FELICIDAD. www.readontime.com/isbn=8460999858
- Libro. RELACIONARSE CON DIOS. www.readontime.com/isbn=9788461220588
- Libro. LA SED DE DIOS. www.readontime.com/isbn=9788461316281
- Cuando lo invisible se hace visible. Glosa del 16-01-10
- Cuidado del cuerpo, cuidado del alma. Glosa del 04-07-10
- ¿Acaso vale algo nuestra vida? Glosa del 03-03-11
- Conocimiento del cuerpo, conocimiento del alma. Glosa del 23-07-11
- Las edades del alma. Glosa del 10-01-10
- Belleza de un alma en gracia. Glosa del 01-05-10
- Rompecabezas de preguntas. Glosa del 14-08-11
- Amor incomprensible. Glosa del 03-12-09
- Amar y ser amados. Glosa del 20-01-10
- ¿Pero, es verdad que Dios nos ama? Glosa del 25-04-10
- Amor de Dios individualizado. Glosa del 27-04-10
- Mendigo de amor. Glosa del 07-06-11