Amar la vida
por Juan del Carmelo
Amar la vida, es lo que Dios quiere de nosotros, que la amemos; pero…. ¿qué vida? ¿Cuál vida? Cuando nacemos carecemos de conocimientos acerca de la vida en este mundo. Tenemos en nuestro interior una serie de improntas que Dios nos dona cuando nos crea y que poco a poco van aflorando en nuestra vida. En las primeras fases el testimonio y la educación que nos dan nuestros mayores, deja siempre una profunda huella en nuestro ser, hasta el día en que abandonamos este mundo. Pero a medida que vamos creciendo, desgraciadamente no todo el mundo, vamos tomando cada vez más, la conciencia de que existe un Ser superior que nos ha creado y que cada uno de nosotros disponemos de un cuerpo exterior que aprecian nuestros sentidos corporales, pero que hay algo más en nuestro interior, que se llama alma, y que no vemos, pero que si intuimos que está ahí y que nos crea unos condicionamientos que la mayoría de las veces están encontrados con lo que nos demanda nuestro cuerpo. Nos dice San Pablo: “Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley. Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación, impureza y libertinaje, idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza. Les vuelvo a repetir que los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios. Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia”. (Ga 5,17-23).
Planteadas así las cosas, a la persona, sea esta hombre o mujer, se le abre la posibilidad de llevar una doble vida. Y cuando escribo doble vida no me refiero a tener una amiga o un amigo. Recuerdo una vieja película italiana, de carácter cómico, pero con un contenido moral muy correcto, que se titulaba, “Demasiadas cuerdas para un violín”. Era la historia de un violinista que tenía una feliz familia y conoció en la filarmónica donde tocaba, a una compañera y decidió lo que él creía que era ampliar su felicidad, buscando una unión humana y carnal con la compañera, y creando pues una segunda familia, manteniendo a las dos en secreto una de la otra. Bueno el resultado, después de muchas peripecias y situaciones cómicas y difíciles, pues se trataba de una película, fue que amaba tanto la vida, que como consecuencia del stress de mantener a las dos familias, le dio un infarto y se terminó la película.
Por supuesto que no me refiero a una doble vida material, sino a una doble vida, material por un lado y espiritual por el otro. El inicio en la vida material, se realiza antes que el inicio de la vida espiritual y casi al mismo tiempo en todas las personas. El inicio de la vida espiritual, tiene una distinta fecha de comienzo para cada persona, incluso las hay que desgraciadamente abandonan este mundo sin haberla nunca iniciado. Es la parábola de los trabajadores enviados a la viña: "Porque el reino de los cielos es semejante a un amo de casa que salió muy de mañana a ajustar obreros para su viña. Convenido con ellos en un denario al día, los envío a su viña. Salió también a la hora de tercia y vio a otros que estaban ociosos en la plaza. Díjoles: Id también vosotros a mi viña y os daré lo justo. Y se fueron. De nuevo salió hacia la hora sexta y de nona e hizo lo mismo, y saliendo cerca de la hora undécima, encontró a otros que estaban allí, y les dijo: ¿Cómo estáis aquí sin hacer labor en todo el día? Le dijeron; Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a mi viña”. (Mt 20,1-7).
La vida espiritual de una persona, tiene muchas similitudes en su desarrollo con la vida material. Todos hemos sido creados, para una vez superada la prueba de amor que hemos de pasar en este mundo, alcancemos una eterna felicidad, de la desconocemos cual será la magnitud de su goce. Y el anhelo de esa desconocida felicidad lo llevamos todos impreso en nuestro ser. Por ello, este anhelo de felicidad es el que nos lanza locamente, a sobrevalorar la vida material, marginando la vida espiritual. Cierto es, que la vida material nos proporciona unos determinados goces, que siempre acaban rápidamente, pues como dice el refrán: Pronto acaba la alegría en la casa del pobre. Pero en general las angustias, turbaciones y problemas, terminan por ahogar los goces que se puedan llegar a tener, pues son muy superiores estos a los referidos goces.
Con respecto a la vida íntima de nuestro ser o vida espiritual, su desarrollo es siempre muy lento y dispar entre las personas. Hay una inmensa mayoría que no se han sentido jamás llamadas a trabajar en la viña del Señor, otras se han sentido llamadas con mayor o menor fuerza, y o bien se encuentra en una situación de incipiente iniciación, o bien más avanzadas. Pero hay una tercera categoría de unas pocas almas que se han esforzado y se han entregado sin reserva al amor del Señor. Le han dado a Él el timón del gobierno de sus vidas y ya en esta vida, son personas plenamente felices, a las que los problemas de orden material, que los tienen como todo hijo de vecino, le dan un enfoque sobrenatural, que los mismos no les crean angustias ni turbación alguna. Han adquirido ya la plena confianza en el amor del Señor y consideran que nada de este mundo, les puede desviar de su objetivo final.
Aman a todo el mundo y en todo el mundo miran y solo ven bondades y buena fe, justifican todas las conductas, porque el amor es así y la fuerza de su amor al Señor es de tal naturaleza que aman todo lo que por Él ha sido creado. Teóricamente sabemos que es imposible amar a Dios, sin amor a todos lo por Él creado, pero ¿lo practicamos? ¿Amamos sin rencor y de corazón a quien habla pestes de nosotros? ¿Tratamos por el amor que le debemos, de justificar las conductas de políticos, que con sus leyes atacan nuestra Iglesia y pisotean nuestras convicciones? Es duro, pero Dios quiere que les amemos y que recemos por ellos. Los primeros cristianos, así lo hacían en la Roma pagana de los emperadores, cuando estos, les estaban enviando a las fieras del circo o quemándolos vivos, y solo por el mero hecho de ser cristianos.
Dejémonos de preocuparnos tanto, por la política y el que pasará. Menos críticas y más amor. Más confianza en el Señor, Él lo tiene todo previsto, su intervención en nuestras vidas humanas es absoluta y total y particularmente puede ocuparse y se ocupa, con su infinito poder de la vida de cada uno de nosotros, como si fuésemos los únicos habitantes de este mundo y del universo y nos envía bienes o nos permite males, que siempre su resultado en nosotros será positivo, si es que bienes y males, los utilizamos como Él quiere que los utilicemos, como elementos para unirnos más a Él y avanzar más en el camino de nuestra vida espiritual que siempre nos llevará a encontrar, la paz y la felicidad en el amor al Señor.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. EN LAS MANOS DE DIOS. www.readontime.com/isbn=9788461231331
- Libro. RELACIONARSE CON DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461220588
- Libro. LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281
- Importancia de la vida espiritual. Glosa del 07-03-10
- Nuestra vida íntima. Glosa del 06-01-11
- ¿Nos queda mucho o poco tiempo? Glosa del 04-04-11
- ¿Cuánto es, lo que podemos? Glosa del 11-07-11
- ¿Pero yo que hago aquí? Glosa del 09-05-10
- Sin pena ni gloria. Glosa del 13-05-10
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