Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Técnicas de actuación demoniaca

por Juan del Carmelo

Cualquiera que haya hecho la carrera militar, sabe que conocer al enemigo, es un principio básico e indispensable para obtener el triunfo. Y no hace falta, haber hecho la carrera militar, cualquier aficionado al deporte, sea practicándolo directamente o desde el sillón mirando la TV, sabe también que la función de entrenador ante un partido, comienza por conocer a fondo la técnica de actuación del oponente, para tratar de destrozársela. En el partido de la vida, que actualmente estamos jugando en este mundo, tenemos un enemigo, sobre el cual nos conviene conocer cuáles son: sus capacidades, sus limitaciones y sus técnicas de actuación  contra nosotros.

 

            Todos sabemos, que “satanás” llamado genéricamente “el demonio”, al que siempre nos referimos, es la cabeza visible de un gran conjunto de ángeles caídos. Ateniéndonos a la simbología del libro del Apocalipsis, los demonios o ángeles caídos fueron un tercio, del total existente cuando se produjo la que podríamos denominar, la rebelión de Luzbel, el ángel bello convertido en satanás que por su orgullo se rebeló al grito de non serviam, no serviré al Señor. No hay ninguna Revelación del Señor, ni en la Biblia podemos encontrar nada, acerca de la posibilidad de que el número de demonios, hayan aumentado es decir se hayan reproducido, para lo cual al ser espíritus puros, necesitarían la autorización del Señor que es el único creador de todo lo visible y lo invisible, y ello parece ser imposible de que ocurra, pues la esencia del demonio y de todos los demonios, es el mal y el odio.

 

El amor es la esencia divina, que es el Sumo bien; sería un contrasentido que Dios autorizase el aumento de los demonios, aumentase la existencia del mal y del odio, mediante la creación de nuevos demonios, por lo que habría que descartar esta hipótesis. Pero también es importante saber, que ellos no mueren, son eternos y eternamente durará su condenación, sin que puede haber dada su infinita misericordia, un perdón del Señor, pues para que esta se genere, es  imprescindible un arrepentimiento, y el arrepentimiento en sí, es un acto de amor, cosa que ningún condenado puede ejecutar, porque su naturaleza inicialmente de amor, al no haber aceptado al Sumo amor que Dios, se ha convertido en una naturaleza de odio.

 

            Y precisamente es el odio, el que le mueve al demonio a inferir el mayor daño posible y como no puede directamente inferírselo a lo que más odia él, que es al Señor y con la autorización de este, se dedica a buscar compañeros de su desgracia en el género humano. Y desgraciadamente los encuentra y nos son uno o dos sino muchos más de los que podríamos imaginarnos. El infierno no está vacío, existe  y es bueno que de vez en cuando pensemos en estos temas, aunque nos molesten y alteren nuestra cómoda vida, inquietándonos con la posibilidad de que podamos caer en las garras del maligno.

 

            Nosotros tenemos adjudicado cada uno, un demonio que es un ser muchísimo más inteligente que nosotros, si él pudiese actuar libremente, ya nos habría borrado del mapa. Pero tiene varios poderosos frenos, ambos creados por el Señor. El primero de ellos consiste en que él, con respecto a cada alma, tiene una línea roja que no puede sobrepasar. Y esta línea roja es distinta para cada alma, el Señor la marca de acuerdo con nuestro nivel de vida sobrenatural de nuestra alma. Nunca permite el Señor que seamos tentados con fuerza superior a nuestra capacidad de resistencia. San Pablo escribe: “Dios es fiel, y no permitirá que seáis tentado más allá de vuestras fuerzas: antes bien, junto con la tentación os dará también la ayuda para soportarla”. (1Cor. 10,13).

 

            Hay un segundo obstáculo que ha de vencer nuestro demonio, que es la fuerza de la gracia divina que siempre tenemos a nuestra disposición. También San Pablo nos escribe sobre este tema diciéndonos: “Por lo cual para que yo no me engría, fuéme dado un aguijón de carne, un ángel de satanás, que me abofetea para que yo no me engría. Por esto rogué tres veces al Señor que se retirase de mí, y Él me dijo: Te basta mi gracia que en la flaqueza llega al colmo del poder. Muy gustosamente pues, continuaré gloriándome en mis debilidades para que habite en mí la fuerza de Cristo”. (2Co 12,7-9). Si de verdad utilizamos la gracia del Señor, somos invencibles. La gracia del Señor, es como una pantalla corta fuegos, que debemos de aprender a saber utilizarla.

 

            Otro gran inconveniente con el que tropieza el demonio en su acción sobre nosotros, es la presencia del ángel de la guarda que nos fortalece con la entrega que nos hace, de las mociones e inspiraciones del  Espíritu Santo y siempre aunque no lo veamos nos está inclinando al ejercicio de las virtudes, para contrarrestar el amor que le tenemos a los vicios, amor este derivado de nuestra concupiscencia  humana, porque nos queda siempre mucho camino de purificación para eliminar nuestro personal fomes pecatti, o tendencia arraigada que tenemos en nuestra alma hacia el pecado.

 

            Nuestro demonio, gracias a Dios que no puede entrar a saco en las potencias de nuestra alma. Le está absolutamente vedada, la entrada en la voluntad. Pero si le está permitida la entrada en la memoria  aunque poco es lo que necesita entrar, pues tiene mejor memoria de nuestro pasado que nosotros mismos, y ello le viene muy bien para saber, de qué píe cojeamos, porque conoce nuestros viejos pecados y el fomes peccati que estos nos han dejado implantado en nuestra alma, aunque en confesión hayamos sido absueltos de estos pecados.

 

La imaginación es también su gran aliada y a ella le envía repetitivamente las imágenes y las situaciones, que antiguamente nos indujeron un día a pecar. En la cadena de pasos para la generación del acto humano, el demonio no puede actuar entrando en nuestra mente, pero si en algunos de los eslabones de esta cadena y actúa fomentando el deseo del mal. Lo que desde luego no puede hacer, ya lo hemos dicho antes, es intervenir en el último eslabón de la cadena, es decir en la voluntad de realización del acto.

             

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

 

Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

-        Libro. LOS DESEOS HUMANOS. Isbn. 978-84-613-1629-8. www.readontime.com/isbn=9788461316298

-        Libro. LA SED DE DIOS. Isbn. 978-84-613-1628-1.  www.readontime.com/isbn=9788461316281

-        Actuaciones demoniacas. Glosa del 20-05-09

-        Demonio y demonios. Glosa del 11-02-10

-        El mal y su instigador. Glosa del 19-02-10

-        Las armas del enemigo. Glosa del 08-10-10

-        ¿Por qué cayó luzbel? Glosa del 09-12-10

-        ¿Hasta dónde llega el poder de las tinieblas? Glosa del 12-04-11

-        Conocer al enemigo. Glosa del 18-08-11

-        Teología del demonio. Glosa del 30-05-11

-        Ángeles caídos. Glosa del 24-06-10

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