Desde Cracovia
Desde Cracovia
por Juan García Inza
Tal y como anuncié en mi Blog, me encuentro en Cracovia, en el Santuario de la Divina Misericordia de Lagiewniki, particioando en el 2º Congreso Mundial de la Divina Misericordia. El ambiente no puede ser mejor. Nos hemos dado cita aquí 50 cardenales y obispos, varios cientos de sacerdotes de todo el mundo, miles de fieles de todas las razas y lenguas. Nos convocó el Cardenal Arzobispo de Cracovia Estanislao Dziwisz, el que fuera durante tanto tiempo secretario particular del Papa Juan Pablo II.
El marco del Santuario Mundial impresionante. Presidido por el célebre cuadro de Jesús de la Divina Misericordia, y arropado por dos grandes cuadros de Juan Pablo II y Santa Faustina. Al pié del cuadro de Juan Pablo II se encuentra una de las reliquias del Papa, una ampolla con sangre suya. La liturgia muy bien cuidada y autentico ambiente de piedad en torno a la Eucaristía.
Comenzamos con una intervención del Sr. Cardenal en la que nos dio a todos la bienvenida y recordó con emoción al Papa polaco, con el que tantos años convivió, y que fue el impulsor de lo que Cristo revelara a la religiosa polaca Santa Faustina. El día del comienzo celebramos la fiesta de Santa Teresita del Niño Jesús. La primera conferencia estuvo a cargo del cardenal Christoph Schömborn, que exaltó la figura de la santa carmelitana como tercera testigo de la Misericordia Divina. Ella nos habló extensamente en sus escritos sobre el amor de Dios que había descubierto en el mismo centro de la Iglesia. Y allí, en el corazón, quiso ella estar, ofreciendo el dulce martirio de presentar diariamente al Señor el amor de toda la humanidad.
Ya en la Eucaristía de la tarde la homilía estuvo a cargo del Cardenal de Hong Kong, que expuso la cruda realidad del problema que los católicos están viviendo en China. Una dureza enorme a la hora de vivir la fe públicamente. Les está todo prohibido, incluso enseñar religión en los propios colegios de la Iglesia en Hong Kong. Ante la impotencia para defenderse de la dictadura comunista en China, el Sr. Cardenal sentía más que nunca la necesidad de acogerse a la Misericordia de Dios. Y pedía oraciones por ellos. Los centros de estudios de filosofía y teología, los que podemos llamar seminarios, están llenos. Las conversiones van en aumento. Pero hay que ser héroes para vivir la fe cuando te sientes perseguido y acosado en cada momento. Por este gran testimonio de confianza en la Divina misericordia ya habría valido la pena el Congreso.
El primer día lo terminamos con un gran concierto a cargo de la Orquesta filarmónica de Cracovia que interpretó el Oratorio de Jesús de F. Liszt.
Este domingo hemos tenido la solemne celebración de la Eucaristía presidida por el Sr. Cardenal, y que ha terminado conectando con el Vaticano desde donde Benedicto XVI nos ha enviado un mensaje especial a todos los congresistas. Esta tarde tenemos oración en parroquias de Cracovia por grupos de idiomas, y a las seis un espectáculo de luz y sonido sobre los misterios del Rosario en la plaza Mayor de la capital.
Es realmente gozoso encontrarte con grupos de los lugares más pintorescos. Muchos africanos. De Filipinas ha venido un grupo de 250 con sus sacerdotes y obispo. Muchos de Hispanoamérica, y de otras regiones alejadas de Asia. Y comprendemos una vez más que la Divina Misericordia no es simplemente la devoción a un cuadro, sino la vivencia de los más esencial del Evangelio: Dios es Amor, y toda la Religión cristiana se centra, se debe centrar, en el amor a Dios y al prójimo. La Eucaristía es el sacramento del Amor de Dios, y la Confesión es el encuentro del pecador con Dios Amor que perdona. Todo el Evangelio está empapado de esta realidad gozosa: Dios me ama, y yo debo corresponderle con mi amor a Él y al Prójimo.
Como anécdota personal manifiesto mi alegría cuando, comiendo con un grupo de Méjico, me dice una señora sin conocerme: “Yo solo conozco de España por Internet el Santuario de la Divina Misericordia de Murcia”. Me he sorprendido, y cuando le he dicho que yo era el Párroco de ese santuario se he llenado de especial alegría, y me ha prometido ir desde su país a conocerlo directamente y rezar en él. Dios tiene esos detalles con nosotros. No cuesta tanto ser felices.
Seguiremos informando
Juan García Inza