Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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El repostero

por Juan del Carmelo

Cualquiera que lea el título de esta glosa, podrá pensar que voy a escribir sobre las artes culinarias de alguien o voy a dar la receta de un postre. Pero no es así, si se mira en el DRAE, verá que existe una acepción del término “repostero”, en la que se indica, que un repostero puede ser un tapiz de dimensiones reducidas, cuadrado o rectangular, en el que están bordados escudos nobiliarios o símbolos de variada naturaleza. Pues bien, teniendo como fondo la historia de un repostero, en esta acepción de la DRAE, ha llegado a mis manos un relato, cuyo gozoso final, tiene un trasfondo espiritual importante. La historia se asegura que es verídica. Como el lector se puede imaginar, yo no lo he comprobado, pero tampoco tengo razones para dudarlo. El relato dice así:

 

El nuevo Sacerdote,  recién asignado para reabrir una iglesia en los suburbios de Brooklyn, New York, llegó a comienzos de octubre entusiasmado con su primera oportunidad. Cuando llegó a la iglesia se encontró  con que estaba en pésimas condiciones y requería de mucho trabajo de reparación.  Se fijó la meta de tener todo listo a tiempo para la Nochebuena. Trabajó arduamente, reparando los bancos, revocando las paredes, pintando, etc…, y para el 18 de diciembre ya había concluido con casi todos los trabajos, adelantándose en su fecha a la meta fijada. El 19 de diciembre cayó una terrible tempestad que azotó el área por dos días completos. El día 21 el sacerdote fue a ver la iglesia. Su corazón se contrajo cuando vio que  el agua se había filtrado a través del techo, causando daño en un área considerable del revoque, de unos 2 por 1,5 mts. en la pared frontal  del santuario, dicha área había perdido su revoque de yeso. El sacerdote limpió el desastre en el piso, y no sabiendo que más hacer sino posponer el servicio de Nochebuena, salió para su casa.


            En el camino notó que una tienda local, estaba llevando a cabo una venta del tipo "rastrillo" con fines caritativos y decidió entrar. Uno de los artículos era un hermoso repostero hecho a mano, de color hueso, con un trabajo exquisito de aplicaciones, bellos colores y una cruz bordada en el centro. Era justamente el tamaño adecuado para cubrir el hueco en la pared dañada. Lo compró y regresó a la iglesia.
Ya para ese entonces había comenzado a nevar. Una mujer mayor iba corriendo desde la dirección opuesta tratando de alcanzar el autobús, pero finalmente lo perdió. El sacerdote la invitó a esperar en la iglesia, donde había calefacción, para el próximo autobús que tardaría 45 minutos más en llegar. La señora se sentó en el banco sin prestar atención al sacerdote, mientras este buscaba una escalera, ganchos, y demás elementos necesarios para colocar el repostero en la pared. El sacerdote apenas podía creer lo hermoso que lucía y como cubría todo el área de problema.

 

Entonces el miró a la mujer que venía caminando hacia donde él se encontraba. Su cara estaba blanca  como una hoja de papel.  "Padre, ¿Dónde consiguió usted ese repostero?” El padre le explicó. La mujer le pidió revisar la esquina inferior derecha para ver si las iniciales  EGB aparecían bordadas allí. Si estaban... Estas eran las iniciales de la mujer  y ella había hecho ese repostero 35 años atrás, en Austria.

La mujer apenas podía creerlo cuando el padre le contó como acababa de obtener el repostero. La mujer le explicó que antes de la guerra ella y su esposo tenían una posición económica holgada en Austria. Cuando los Nazis llegaron, la forzaron a irse. Su esposo debía seguirla a la semana siguiente. Ella fue capturada, y enviada a prisión y nunca volvió a saber nada de su esposo,  ni de su hogar. El padre la llevó en el coche hasta su casa y ofreció regalarle el repostero, pero ella lo rechazó diciéndole que era lo menos que podía hacer después de la amabilidad que él había tenido con ella. Se sentía muy agradecida pues vivía  al otro lado de Staten Island y solamente estaba en Brooklyn  por el día para un trabajo de limpieza
 de una casa.

 

¡Que maravilloso fue el oficio de la Nochebuena! La iglesia estaba casi llena. La música y el espíritu que reinaban eran increíbles. Al final de la Eucaristía, el sacerdote despidió a todos en la puerta  y muchos expresaron que volverían.  Un hombre mayor, que el sacerdote reconoció del vecindario,  seguía sentado en uno de los bancos mirando hacia el frente, y el padre se preguntaba porque no se iba. El hombre le preguntó dónde había obtenido ese repostero que estaba en la pared del frente, porque era idéntico al que su esposa había hecho años atrás en Austria antes de la guerra y ¿cómo podía haber dos reposteros tan idénticos? Él le relató al padre como llegaron  los nazis y como el forzó a su esposa a irse, para la seguridad de ella y como él estaba dispuesto a seguirla, pero había sido arrestado y enviado a prisión. Nunca volvió a ver a su esposa ni su hogar en todos aquellos 35 años. El sacerdote le preguntó si le permitiría llevarlo con él a dar una vuelta. Se dirigieron en el auto hacia Staten Island, parando en la misma casa donde el padre había llevado a la mujer tres días antes. Ayudó al hombre  a subir los tres pisos de la escalera que conducía al departamento de la mujer. Tocó en la puerta y presenció la más bella reunión de Navidad que pudo haber imaginado.

 

            A bote pronto, lo primero que viene a mi mente es decir: “Las casualidades no existen”. Todo está gobernado y dispuesto por el Señor. Y enseguida se me acumulan las preguntas: ¿Por qué el Señor quiso que un matrimonio, que parece ser que se llevaban bien, estuviesen, treinta y cinco años separados, para después permitir que se volviesen a unir? ¿Por qué los privo de su compañía mutua, si es que ellos se amaban y estaban unidos sacramentalmente? Solo dentro de la fe es posible encontrar respuestas y obviar toda idea de fatalismo. Escribe  Henry Nouwen, que: “El fatalismo es la actitud que nos hace vivir como víctimas pasivas de las circunstancias exteriores que escapan a nuestro control. Lo opuesto al fatalismo es la fe”.

 

Puede ser que alguien mentalmente y en deseo de encontrar explicación,  se refugie en la idea del destino, que al igual que la del fatalismo, son conceptos que nos apartan del verdadero camino, que está en la fe. Los paganos romanos, hubiesen justificado todo lo ocurrido acudiendo al Hado o a los Hades. Que para ellos eran una divinidad o fuerza desconocida que, disponía lo que había de suceder. Es decir, para los filósofos paganos, se trata de una serie de causas tan encadenadas unas con otras, que necesariamente producen su efecto. En otras palabras, no encontraban justificación alguna, y ellos es por la sencilla razón que se marginamos a Dios, difícilmente podremos ver más allá de nuestras narices, porque la verdad es que nada sucede aquí por casualidad; todo lo que tiene lugar contrariamente a nuestra voluntad; todo lo que se hace, incluso en desafío directo a los mandamientos de Dios; en suma, todo lo que ocurre, procede o depende de la voluntad de Dios, de la Providencia de Dios. Y esta voluntad divina, solo tiene una verdadera obsesión, y es la de: “Hacer todo lo decible y lo indecible para que todos nos salvemos, sin violar por ello en ningún momento nuestro libre albedrío”.

 

Por ello, tal como escribe el norteamericano Francis Kelly Nemeck: “Mi yo me es dado mucho más que formado por mí. Es decir, mi destino está diseñado en mi bastante más de lo que yo lo diseño”. Y esto se realiza en nosotros, como ya he dicho anteriormente sin que en ningún momento Dios restrinja o nos suprima la libertad que nos ha donado, pues si así lo hiciera, Él no sería fiel a nosotros ni así mismo, cosa imposible de pensar que pueda suceder, y de otro lado nos restringiría nuestra capacidad de lograr méritos para la purificación de nuestra almas y aumento de nuestra futura glorificación a su lado en el cielo.

 

            El polaco, Slawomir Biela, sobre este tema, escribe diciendo que: “Todos queremos tener la impresión de ser fuertes, competentes y que por nosotros mismos decidimos nuestro destino. Tenemos miedo a la debilidad física psíquica o espiritual. Sin embargo el hecho de que Dios nos quite los apoyos va unido en general a un sentimiento creciente de debilidad y ha de conducirnos a apoyarnos solamente en Él. Dios, tiene una misión reservada para cada uno de nosotros, que solo la persona en cuestión puede desempeñar. Todo lo que te ocurra constituye una oportunidad para desempeñar dicha misión, que probablemente no comprenderás plenamente hasta llegar al cielo. Mientras tanto tú repítete interiormente pleno mentalmente de fe, este pareado:

“Sea bueno o malo lo que recibamos,

de tus divinas manos viene

y es lo que nos conviene,

aunque no lo comprendamos”.

           

También se puede utilizar una variante de este que dice

“Sea bueno o malo lo que recibamos,

es lo que Tu darnos quieres

aceptémoslo tal como Tú quieres

que por ello seremos recompensados”.

 

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

 

Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

-        Libro. EN LAS MANOS DE DIOS. Isbn. 978-84-612-3133-1.

-        Libro. RELACIONARSE CON DIOS. Isbn. 978-84-612-2058-8.

-        ¿Amo yo tu voluntad, Señor? Glosa del             29-07-11

-        Amar la voluntad de Dios. Glosa del 25-02-10

-        Cumplimentar su voluntad. Glosa del 25-03-11

-        Intervención divina en la vida humana. Glosa del 22-01-10

-        ¿Cuáles son los estímulos divinos? Glosa del 30-07-10

-        ¿Existen las casualidades? Glosa del 01-12-10

-        Nuestra absoluta dependencia de Dios. Glosa del 21-12-10
http://www.benditasalmas.org/interna_contenido.php?id=9

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