Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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El "cardiólogo" del Papa

por Juan García Inza

 

                Tuve ocasión de convivir con el Cardenal Robert Serah, de Guinea Conakry, Prefecto de la Congregación “Cor Unum” de la Santa Sede. Cuando uno ve desde fuera, casi en la lejanía, a un cardenal con todos sus “capisayos” te da mucho respeto y cierto “temor” reverencial. No sabes como dirigirte a él. Los consideramos poco menos que superhombres. Pero de cerca, sentados a la misma mesa y viviendo bajo el mismo techo es otra cosa. Naturalmente que el respeto y la admiración son el mismo, pero la familiaridad que te permite su sencillez poniéndose a tu altura, rompe barreras y te sientes sencillamente sacerdote como él.

                Esta es la impresión que he sacado de mi trato con el cardenal Serah. Despojado de todo lo que le podría colocar en otra esfera, te trataba como si fueras amigo de él toda la vida.  Negro de color como buen nigeriano. Alto, de porte elegante. Aficionado al deporte. Y muy interesado por las tradiciones españolas. Se sentía feliz viendo el encierro de los toros en Segorbe  desde el balcón principal del Seminario Menor. Fue la gran “nota de color” de aquel día de fiesta.  Los segorbinos,  que atestaban la calle, tenían puesto un ojo en los toros y otro en aquel “cura” negro que contemplaba el espectáculo con ojos de plato. Le gustó ver que los animales salvajes no solo corretean por las reservas de su país, sino por las calles de nuestros pueblos. Los españoles somos así.

                En una de las tertulias familiares nos contó como descubrió él una institución de la Iglesia, nacida en España, como es el Opus Dei. Era obispo en su tierra y veía a un joven  que iba a misa todos los días. Le llamó la atención. Un día se acercó y le preguntó que le movía a ir a Misa cada día. Y este joven, que estaba allí por razones profesionales, le dijo que era del Opus Dei, en donde se tiene esa costumbre de asistir cada día al Santo Sacrificio. Le pidió que le hablara de esa Obra de Dios, e intentó seguir su espíritu.

                Con el tiempo Juan Pablo II lo nombró obispo secretario de la Congregación de Propaganda Fide. Allí estuvo varios años en el Dicasterio que se ocupa de la evangelización de continentes enteros. De esa Congregación depende el nombramiento de obispos de África, Asia, Australia y el norte de Canadá. Ya Benedicto XVI lo elevó a la dignidad de Cardenal como Presidente del Dicasterio “Cor Unum”. Es la Cáritas del Papa para todo el mundo. Nos decía que por razón de este cargo los curiales le llaman “El corazón del Papa”. Con este motivo este curso pasado tuvo que viajar a lugares que han padecido catástrofes, como Haití, Japón, etc. Esa es la verdadera cara de la Iglesia, la que vive la caridad, nos decía.

                Entre los cardenales también hay inquietudes apostólicas y formativas, como no podía ser de otro modo. Ello mismos se organizan para tener sus retiros, sus encuentros de formación, la dirección espiritual, la confesión... Son las columnas de la Iglesia, y necesitan estar muy consolidadas. Algunos pueden pensar que el cardenalato imprime por sí mismo un sello de santidad. Evidentemente no es así. El cardenal, como el resto de los creyentes, es humano, y   necesita la gracia de Dios y la ayuda de los hermanos en la fe y en las tareas apostólicas. Llegan a esa cumbre posiblemente los mejores, aunque no siempre los más santos. La santidad tendrá que seguir conquistándola con los medios ordinarios.

                El cardenal  Serah se siente feliz con la ayuda que recibe, y puedo decir que es un hombre docto y santo. Manifestó que en el continente africano está el futuro de la Iglesia. Un osado llegó a decirle que deseaba fotografiarse con él por si algún día llegaba a  Papa. El sonrió humildemente y no comentó nada. Desde luego que cuando llegue el momento será uno de los electores, y también puede ser uno de los elegidos. Pero esta tarea ya le corresponde al Espíritu Santo.  De momento deseamos al “cardiólogo del Papa”, que cuide bien el “colesterol” y las “coronarias” para no tener ningún fallo en el desempeño de su delicada tarea. 


 
Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com
 
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