¿De qué lado están los progresistas?

¿De qué lado están los progresistas? Aunque ya sé que me responderían que su lugar es junto a los más pobres, lo cierto es que en estos últimos días, alrededor de la JMJ, han demostrado un bajo nivel de solidaridad, atacando y promoviendo la desunión al interior de la Iglesia. Guardan mucho rencor hacia la figura del Papa y los Obispos, lo cual, le pese a quien le pese, no va conforme al Evangelio, porque demuestran estar molestos con el millón y medio de jóvenes que participaron, ya que no fueron atraídos –como ellos hubieran querido- por la Teología de la Liberación, sino por el deseo sincero de encontrarse con Jesús a través de la Iglesia. Los progresistas, están derrotados, porque las nuevas generaciones, no quieren un mensaje lleno de frustraciones, sino una propuesta real para sus vidas.

Se dicen católicos, pero están del lado de todos aquellos que utilizan a las pobres de bandera o slogan, cuando en realidad, ni un vaso de agua les ofrecen. Siento decirlo, pero quienes más apoyo brindan a los excluidos, no son aquellos que se dedican a escribir en contra del Papa, sino los que de manera discreta, casi silenciosa, se gastan diariamente al servicio de los que sufren, como lo hizo la Madre Teresa de Calcuta, quien no confundió las sanas críticas constructivas, con la infidelidad al magisterio de la Iglesia.

En conclusión. Que los jóvenes que han participado en la JMJ, no se dejen llevar por las críticas izquierdistas, pues su participación ha sido sincera y, desde luego, capaz de generar nuevos frutos en el orden humano y vocacional. Cuando, por alguna razón, escuchen que los progresistas les llamen “acarreados” o, en su caso, “mal influenciados”, no les presten mayor atención, porque ustedes han participado por su propia voluntad. El Evangelio, no es para conservadores o liberales, sino para hombres y mujeres enamorados de la causa de Cristo en el mundo de hoy.

Se vale y debe de hacerse una crítica constructiva, pero no descalificando injustificadamente a un hombre como el Papa Benedicto XVI quien, a sus 84 años, es de los pocos que tiene el valor de hablarles fuerte y claro a los jóvenes.