Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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¡Felices vacaciones!

por Juan García Inza


 
Todos de seamos unas buenas vacaciones. El problema es que no todas saben planificar este tiempo de descanso. Se suelen tomar las vacaciones como un tiempo de escapada de la vida ordinaria, del trajín de cada día, de cada més, de casi todo el año. Y nos lanzamos  este paréntesis sin las debidas garantías de que en verdad  sea un tiempo no malgastado.
 
Algún lector es posible que piense que ya estamos intentando  amargar la existencias con normas y programas. No es así. Pero es cierto que si no tenemos un plan previsto, más o menos laxo, podemos terminar la temporada con la sensación de haber perdido una oportunidad de hacer algo que merezca la pena en este tiempo que tenemos a nuestra disposición.
 
Sin ánimo de agobiar apunto unas líneas prácticas para gozar de unas vacaciones como corresponde a seres humanos con vocación de progreso. Y digo progreso porque las vacaciones nunca deben ser un regreso a la molicie, a los pecados capitales. ¿Qué considero oportuno?
 
- Elegir el lugar si hay opción para ello. Si queremos huir de la masificación y el ruido no podemos sumergirnos en un lugar donde sea más de loi mismo. Los lugares estándar de las vacaciones no siempre nos garantiza la tranquilidad, el sosiego necesario para rehacer nuestro sistema nervioso un tanto alterado. Ruidos, masificación, colas, jolgorio callejero, calor… Si el ambiente en el que estamos nos irrita es que no es un buen lugar de vacación.
 
- Un pequeño plan. Contando con las circunstancias familiares y personales. El orden nos descansa. La armonía nos llena de paz. Si no hay plan previsto todo se deja a la improvisación, y generalmente nos dejamos llevar por lo más cómodo, lo que menos cuesta. Y siempre encontraremos una escusa para no hacer loi que debemos.
 
- Un tiempo para Dios. El alma necesita su ambiente y su alimento. Dios se merece nuestra atención amable. Un tiempo para Dios es un tiempo para la oración, para la Santa Misa dominical (o diaria), para la lectura reflexiva, para la contemplación de la naturaleza, obra de Dios. Todo el tiempo es para Dios, pero El se merece un rato en exclusiva.
 
- Tiempo para la familia. Las vacaciones son muy apropiadas para vivir los agradables ratos de la mesa y la tertulia. Evitar quejas inoportunas, hacer la vida amable a los demás, dialogar sin prisas… ¡Qué bonitas son las noches sin tele charlando bajo el cielo estrellado! Es tiempo de ganar amigos, vecinos, hablando sin discusiones inoportunas. Pero los amigos pueden esperar, deben esperar, porque la familia es lo primero. Es una oportunidad de jugar con los pequeños, de escuchar a  lo adolescentes, de cambiar impresiones con los jóvenes…
 
- Un buen libro y unas buenas películas. Libros hay muchos, pero tiempo poco. Hay que escoger el libro que me haga descansar y me enseñe algo. Y la lectura necesita un clima adecuado para enterarme de lo que leo y gozar con ello. Igual pasa con el cine. No se trata de tragarme cualquier cosa que me echen, sino de seleccionar lo más conveniente.
 
- Las vacaciones puede ser un buen tiempo para hacer una escapada a lugares de interés. El viajar al ritmo adecuado nos puede enriquecer con lo que contemplamos y lo que aprendemos. Es una buena cosa abrir un poco la mente a otros mundos y ambientes en donde otros humanos despliegan su iniciativa para realizar y ofrecer cosas bonitas. El mundo no termina en los límites de mi pueblo, ciudad  o lugar de veraneo. Más allá también hay personas que intentan vivir la vida con valores que nos complementan. Y a ello les podemos llevar nuestra nuestro amistad y esstima, que también sabrán agradecer.
 
- Es un tiempo para desempolvar viejas costumbres, tradiciones valiosas, desempolvar gratos recuerdos, volver a disfrutar las fotos del pasado, que hacemos presente con nostalgia. Tal vez de escribir la historia que ya se fue para que la disfruten nuestros sucesores.  
 
- Y el que tenga algo valiosos que aportar que regale a otros la ciencia o la habilidad que Dios le ha dado. Es un modo de corresponder a lo que recibimos generosamente de los demás.
 
Tal vez pueden ser una aspiraciones demasiado ambiciosas, pero una vacaciones son algo muy importante que hay que gozar para tomar fuerzas que nos harán falta de reemprender la tarea ordinaria.

Dice el P. Reniero Cantalamesa que Jesucristo se preocupó del descanso de sus discípulos. Aprovechaban el mar o la montaña para  serenar el espíriru y estar más en contacto con el Padre Dios. Por eso hay que santificar las vacaciones como santificamos las fiestas. Todo ello para estar más dispuestos a trabajar con nuevas ilusiones y planes más ambiciosos. Y añade el P. Cantalamesa que los fieles han de respetar las vacaciones de sus sacerdotes porque repercutirá en bien de la pastoral y el apostolado.

Por todo ello lo único que nos queda desear es que tengamos unas:
 
        !Felices vacaciones! 
 
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