Miércoles, 04 de diciembre de 2024

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Subjetivismo con piel de cordero

por Los Tres Mosqueteros

En un artículo anterior hablábamos de que muchas veces no sabemos de dónde vienen nuestras ideas y, lo que es peor, que entran en nuestro cerebro, formando la base de nuestro pensamiento, antes de que podamos defendernos y evaluarlas.


Una de estas ideas es una que, en muchos casos inconscientemente, cree mucha gente y que pocos saben por qué la defienden: el subjetivismo, o la idea de que cualquier opinión es igualmente válida, ya que no se puede conocer la verdad.

Entiendo por qué esta idea ha sido tan aceptada. Evita al usuario tener que pensar y, horror de los horrores, tener que argumentar. Si alguien me da razones a favor de algo que no me gusta, siempre puedo decir algo parecido a “esa es tu opinión, pero tú no estás en posesión de la verdad” Y encima quedo de sabio y ecuánime, de buscador de la paz y la concordia. Y este es el tema que quiero tratar: el peligro que tiene una idea que en principio puede traer ese halo de comprensión y caridad. Un lobocon piel de cordero.

Veamos a este lobo en tres de sus hábitats naturales y el efecto que tiene en un hipotético subjetivista de barrio:
  • Escenario 1: Parada para el café en el trabajo. Un incauto comenta que “el amor verdadero dura para toda la vida” Nuestro subjetivista responde “ese es tu punto de vista, tú no estás en posesión de la verdad” descartando así una argumentación. Resultado: cómodo y eficiente. El subjetivista se ha evitado una discusión compleja y ha quedado bien delante de los compañeros. Bien hecho.
  • Escenario 2: En la cola del supermercado acompañado de su mujer. Un señor se cuela diciendo que tiene mucha prisa. El subjetivista se queja porque “no hay derecho”, pero su mujer le recrimina “eso es lo que tú crees, pero a mí me parece que ha hecho bien porque está en un apuro”. Resultado: mixto. Ha quedado en evidencia, pero lo acepta porque su mujer tiene razón. Su propia opinión también es “sólo una opinión” Ayuda que el tema en cuestión sea de poca importancia.
  • Escenario 3: En la cocina. Enfadado con su mujer ya que al parecer ha tenido “un lío”. Su mujer argumenta que “sólo fue un beso, nada más” Él encuentra que “eso es ser infiel y punto, aquí y en la China” Su mujer le replica “pues a ti te lo parecerá, pero a mí eso no me parece nada, no significa nada. Te vas a creer que tu siempre tienes razón” Y encima era sincera. Resultado: desastroso. Se la han pegado y encima casi tiene que pedir perdón.
  • Escenario 4: En el salón de casa. Entra el hijo del subjetivista. Tiene 15 años y quiere irse con los amigos al botellón, probablemente hasta el amanecer. El subjetivista replica que eso “no puede ser así”, que él es joven y los jóvenes “tienen que acostarse a su hora” y desde luego no cerca de un coma etílico, y que eso “no es forma de divertirse” El adolescente replica “esa es tu opinión, pero a mí no me lo parece y me voy” Resultado: intolerable. “¿Este niñato qué se ha creído?”
Lo que muestran estas situaciones es que el lobo que uno dejó entrar con la piel de la racionalidad y la mesura en los casos 1 y 2, enseña los dientes en los casos 3 y 4. En conclusión:

Nadie se cree lo del subjetivismo para las cosas que realmente le importan  y por tanto no deberían aplicarlo al resto de las cosas.


Y usted: ¿cómo anda de subjetivismo?

D´Artagnan

Fuente de la foto: emcadorette / CC Attribution-NonCommercial-NonDerivs 2.0 Generic License

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