Tres domingos
Supongo que estarán de acuerdo con el aforismo: Dime cómo es tu domingo… y te diré que tipo de cristiano eres. Pero, por si acaso no es así, les cuento tres casos de cómo lo pasan tres personas distintas que conozco. Les aseguro (como diría Gila) que no sólo son casos verídicos... sino reales.
Caso Uno.- Iván Gonzalez *, 34 años. Soltero.
(*) Obviamente el nombre es inventado
Empieza el domingo levantándose a la una y media (la noche anterior se acostó a las tantas…) con resaquita del trasnoche y el consiguiente malhumor. Bermuditas y chanclas para estar cómodo y a ver el día que tal se pasa. Evoluciona de la cama al sofá pasando por la nevera y sin despegarse de la TV A eso de las seis, a limpiar el coche en la gasolinera y de compras al Media Markt y al súper para el resto de la semana. Ya más entrada la tarde, cervezas con los colegas hablando de los cuatro temas de siempre. De vuelta a casa un buen rato colgado al ordenador, peli del videoclub y de ahí a la cama renegando del curro y del lunes que le espera.
En suma, un domingo sin sentido, vulgar y nada espiritual.
Diagnóstico: Cristiano irreconocible, todo lo más, bautizado a secas
Caso Dos.- Manuel Castillo *, 55 años. Casado con Amparo.
Manuel se levanta temprano, saca a pasear el perro y de paso compra el pan y los periódicos a los que dedica gran parte de la mañana entre café y pitillos. Amparo, aprovecha para hacer limpieza, ordenar la casa y poner la lavadora. A eso de la una y media, misa a la parroquia de la esquina y a comer fuera de casa. Después, película de sobremesa (la que echen) para ella y chapucillas en casa y jardín para él. Por la tarde, a cocinar para la semana entrante y él frente al ordenador adelantando el trabajo del día siguiente, con ganas de que se acabe el domingo y comience la semana con su anhelada rutina.
En suma un domingo mediocre, antesala de la semana que empieza, y de espiritualidad “enlatada” (lo espiritual comienza y acaba con la Misa).
Diagnóstico: Semicristiano, católico “barnizado”
Caso Tres.- Ignacio Martín, 42 años. Casado con Patricia. Dos hijos. Vinculados a un grupo de católicos.
Ignacio y Patricia desayunan con sus hijos. Nada de chandal o zapatillas; ropa a tono con lo festivo del día. Preparan la misa juntos, ambientan las lecturas y sacan de ellas propósito para el día. Como la Santa Misa no es un acto social, sino la Gran Ayuda, asisten a la que por horario centra más la mañana, en este caso la de doce. A la salida aprovechan para verse con amigos de su grupo mientras toman una cerveza y los niños se desfogan en el parque. Después comida familiar con los abuelos; luego siesta para unos, chapuzón en la piscina para otros. Por la tarde un tiempo personal para la lectura espiritual. Después quedan con un matrimonio de amigos con partido de tenis en la pista de la urbanización para ellos y paseo charlando para ellas. Cena de picoteo y “cada mochuelo a su olivo” . Al acostar a los niños, rezan juntos la oración de la noche y luego Patricia e Ignacio recogen juntos la cocina mientras comentan impresiones. Por último, los dos ya solos y relajados, un ratito de película elegida (nada de “ver lo que echen”).
En suma termina así un domingo que resulta ser el día de la semana:
- más divertido
- más descansado
- más comunitario
- y más espiritual.
Porthos.