Acompañar y dirigir
Acompañar y dirigir
Acompañar y dirigir, a un grupo determinado de personas, ejerciendo un liderazgo propositivo, nunca ha sido algo fácil de llevar a cabo. Lo digo, por experiencia. A finales del año 2007, con tan sólo 18 años de edad, me invitaron a participar, en la asamblea general del Movimiento Vocacional Espíritu y Vida (MOVEV), perteneciente a la congregación de las Hijas del Espíritu Santo, con el objetivo de renovar la estructura y proyección apostólica del grupo juvenil. Como yo era parte del MOVEV, tuvieron la idea de invitarme, sobre todo, para que compartiera mi experiencia como coordinador local del grupo. Para no hacerles el cuento muy largo, la reunión fue convocada para finales del mes de febrero del 2008, en la Ciudad de México. Nunca me imaginé que saldría electo como coordinador general del movimiento. Al momento de la votación, cuando aparecía constantemente mi nombre, recuerdo haberme sentido muy emocionado y, al mismo tiempo, bastante asustado, sin embargo, con la ayuda Dios, encontré el valor de aceptar el desafío que se me estaba presentando.
Con base a lo anterior, quiero puntualizar cuatro aspectos que me parecen muy importantes, sobre todo, cuando surge la tarea de acompañar y dirigir al interior de la Iglesia:
A) Oración:
Para no caer en el activismo, es necesario llevar una vida espiritual muy intensa, dejándose llevar por el Espíritu Santo. De nada sirve ser muy organizado, si hace falta el contacto con Dios. La oración, es decir, el diálogo entre dos grandes amigos, no puede quedarse en un segundo plano, pues hay que saber discernir bien las cosas, identificando la voluntad de Dios, a partir de la realidad.
B) Comunicación:
Un 95% de los malos entendidos que se dan al interior de los movimientos e instituciones católicas, surgen como consecuencia de la falta de comunicación. Se debe dar prioridad al diálogo personal, sin embargo, cuando esto no es posible, a causa de las distancias geográficas, es importante buscar otras opciones, como las que nos ofrece Internet. La comunicación, es fundamental, para poder llevar a cabo un verdadero acompañamiento, consolidando las relaciones al interior del grupo, en clave de unidad.
C) Creatividad:
Quienes están al frente, tienen que ser muy creativos, diseñando espacios que favorezcan el sentido de pertenencia y, sobre todo, la vivencia audaz de la fe en pleno siglo XXI. Los eventos, desde luego, dependerán de la naturaleza del movimiento o de la institución. Por ejemplo, si se trata de un grupo juvenil, lejos de organizar un espacio exageradamente formal, se tendría que optar por un campamento o algo por el estilo. La creatividad, no sólo tienen que ver con los encuentros o congresos que se tengan, sino con toda la dinámica eclesial.
D) Firmeza:
Quienes acompañan y dirigen, deben saber escuchar, sin embargo, no pueden caer en el error, de aceptar o rechazar absolutamente todo lo que les propongan, es decir, tienen que saber elegir y optar, velando por la estabilidad del movimiento. Si no asumen una postura clara al respecto, serán presas fáciles de la confusión y de la falta de carácter.
E) Trabajo en equipo:
Ni Jesús, siendo Dios, quiso hacer las cosas aisladamente. Al contrario, involucró a muchos hombres y mujeres, alrededor de las primeras comunidades cristianas. Por lo tanto, quien tenga un cargo importante, al interior de la Iglesia, tiene que aprender a sumar esfuerzos, valorando los aspectos positivos de cada persona. Sin duda, habrá quien no quiera cooperar, poniendo toda clase de obstáculos, sin embargo, lo importante es saber con quiénes si se puede contar y, desde ahí, trabajar en equipo.
Ciertamente, acompañar y dirigir, es algo complicado, pero es un servicio necesario para garantizar la continuación de la obra de Cristo. Conviene vivir con alegría el sentido del liderazgo, sabiendo tomar decisiones bien meditadas y, a su vez, conectadas con la realidad, es decir, manteniendo la mirada en el cielo, pero los pies bien puestos sobre la tierra.
Ciertamente, acompañar y dirigir, es algo complicado, pero es un servicio necesario para garantizar la continuación de la obra de Cristo. Conviene vivir con alegría el sentido del liderazgo, sabiendo tomar decisiones bien meditadas y, a su vez, conectadas con la realidad, es decir, manteniendo la mirada en el cielo, pero los pies bien puestos sobre la tierra.
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