P. Pablo Ma. Guzmán Figueroa, M.Sp.S.
P. Pablo Ma. Guzmán Figueroa, M.Sp.S.
Hay personas que dejan huella en la vida de los demás, siendo memoria viviente de Jesucristo Sacerdote y Víctima, al rediseñar la historia, construyendo, cada día, el proyecto del evangelio, sin importar los desafíos o dificultades a las que deban de enfrentarse, pues saben bien en quien han puesto su confianza (Cfr. 2 Tim 1, 12). El Siervo de Dios Pablo María Guzmán Figueroa, fundador de las Misioneras Eucarísticas de la Santísima Trinidad, fue una de esas personas que dejó huella, desafiando al destino, en medio de la adversidad, con tal de vivir el don del sacerdocio y, desde ahí, ayudar a las personas en su camino tras las huellas de Cristo.
Pablo Ma. Guzmán, nació el 25 de septiembre de 1897, en el estado de Guanajuato, México. En el año de 1909, se trasladó a Querétaro, trabajando como telegrafista, hasta 1911. En su momento, llegó a plantearse la posibilidad de casarse, iniciando, una relación de noviazgo, con María Esther López Chávez. Buscando un lugar en el mundo laboral, realizó algunos estudios farmacéuticos, que lo llevaron a trabajar en la botica “Mir”. En 1918, tras conocer al Venerable Siervo de Dios P. Félix de Jesús Rougier, fundador de los Misioneros del Espíritu Santo, su vida dio un giro de 180 grados, cambiando el orden de sus prioridades y proyectos. En el año de 1919, ingresó al noviciado de la congregación fundada por el P. Félix Rougier.
El 29 de septiembre de 1923, recibió la Ordenación Sacerdotal, dando paso a nuevos proyectos, tanto en México, como en otros países latinoamericanos. Después de pensar y pesar las cosas delante de Dios, se sintió llamado a fundar la Congregación de las Misioneras Eucarísticas de la Santísima Trinidad, el 20 de noviembre de 1936. Al año siguiente, dio inicio a las Misioneras Auxiliares Hijas de la Soledad de María, abriéndoles las puertas a las mujeres que, sin ser religiosas, quisieran unirse a la obra. Las dos fundaciones, viven la Espiritualidad de la Cruz, poniendo un acento especial en la necesidad de contar con adoradores del Padre en espíritu y en verdad. Junto con la madre Enriqueta Rodríguez Noriega, impulsó la apertura de varios colegios, pues se interesó por la educación católica de las nuevas generaciones, a partir del espíritu de las Misioneras Eucarísticas de la Santísima Trinidad.
Su misión lo llevó a ir más allá de las fronteras mexicanas, visitando Japón en 1952 y 1959, sin olvidar sus viajes y fundaciones en Perú y Bolivia. Como Misionero del Espíritu Santo, impulsó la consolidación del Apostolado de la Cruz, especialmente, a partir de su predicación y opciones personales. Los feligreses, con frecuencia, lo veían orando delante del Santísimo Sacramento. Vivió agradecido con Dios por el don del sacerdocio que había recibido. Así lo sentía y expresaba: “Mi misión en el seno de la Iglesia y de mi congregación es “ser la gratitud”, sintiéndola, practicándola y predicándola”.
Fue un sacerdote cercano a la gente, pues visitaba, frecuentemente, las casas de las personas que lo invitaban, animándolas con su alegría contagiosa. Buscó la santidad en las cosas sencillas de cada día, siendo muy humano. El 17 de febrero de 1967, en la Ciudad de México, murió con fama de santidad. Actualmente se encuentra en proceso de canonización en Roma. El lema que marcó su itinerario sacerdotal fue “Dios y las almas”.
Oración de intercesión:
Padre celestial, te damos gracias porque tu siervo el Padre Pablo María, te amó y sirvió fielmente a imitación de Jesús, con absoluta confianza en la fuerza de la Eucaristía, en todas las circunstancias de su vida. Envíanos tu Espíritu para amarte con ese mismo amor, y concédenos la gracias que con fe te pedimos (hacer la petición) por su intercesión.
Te rogamos verlo pronto en los altares, para tu mayor gloria y el bien de la Iglesia. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Favores, dudas y comentarios:
M. Ma. Elena Galindo, MESST.
meg_mexico03@yahoo.com.mx
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