Cuando llega el dolor. A mis compañeros de Lorca
por Juan García Inza
Queridos compañeros, estos días, a todas horas, estamos con vosotros. Con todos. Pero quiero dirigirme especialmente a mis hermanos sacerdotes que, como buenos pastores, están sufriendo en su alma el dolor de sus feligreses, de los que lloran por sus muertos y por sus casas destrozadas. Los que estáis desolados por el daño que han sufrido vuestras iglesias, la casa de Dios que alberga cada día al pueblo que quiere practicar su fe. Esta mañana escuchaba a Eduardo que contaba por la radio como fue el desplome de su iglesia de Santiago. Un templo del siglo XVII que se ha hundido en gran parte. Y el temblor que se apoderó de él cuando pensó que minutos antes estaban allí los niños que ensayaban su primera Comunión. Un milagro que no se quedaran entre los escombros.
El duro notar que la tierra tiembla y se rompe el equilibrio de las cosas bellas. Pero así es de frágil nuestra existencia. Dice una vecina que sus perros venían ladrando extrañamente desde hacía dos días, y algo malo presagiaban. Dios nos lo viene advirtiendo desde siempre. “El que esté de pié mire no caiga”. “Buscad primero el Reino de Dios…””De que le sirve a un hombre ganar todo el mundo si pierde su alma””Hasta los pelos de la cabeza están contados”. Vamos surcando el mar de la existencia como el que vive una aventura. Cada día es un a incógnita. Llegar salvos a la noche es una verdadera gracia de Dios, pensando en los peligros que sorteamos.
Pero a veces el dolor golpea fuerte y se tambalean las paredes del alma. Es momento de recogernos y rezar. Os ofrezco la reflexión que se hace Ray Ortega para:
CUANDO LLEGA EL DOLOR
Puede que tú no sepas qué hacer cuando el dolor y el sufrimiento se dejen sentir en tu vida. Si hay algo positivo que puedes hacer es buscar en ti el ánimo y la manera de hacerlo. Recuerda que el dolor y el sufrimiento no tienen sentido en ellos mismos, es solo abriendo nuestro corazón y confiando en Dios que podremos encontrar el significado y el valor a eso que sentimos y así poder continuar adelante en la vida.
Cuando sepas aceptar tu propio dolor, te sentirás espiritualmente ligado a todos aquellos que también sufren, no importa su condición. Recuerda que el dolor y el sufrimiento nos hace más humanos y también nos ayudan a que nuestro corazón crezca en gracia.
Únete a aquellos que sufren, déjales sentir tu compasión a través de palabras y acciones que puedan servirles de ayuda. Recuerda que el sufrimiento es hermano de la alegría, nunca ha habido un arco iris en el cielo si antes no ha habido lluvia. No existe tampoco el arco iris del alma si antes no ha habido lágrimas en los ojos. Ten siempre presente el no recurrir a Dios solo en momentos de dolor y sufrimiento; recuerda que a Dios se le ve mejor a través del dolor y las lagrimas.
Desde el fondo del abismo, es desde donde se ve más el brillo de las estrellas en el firmamento. Confía en el Señor tu Dios, porque en los momentos de dolor y sufrimiento, es de él de donde viene todo consuelo y fortaleza.
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Y de Santa Teresita del Niño Jesús escojo estos pensamientos como obsequio espiritual:
- Mi vida es un instante, una efímera hora,
momento que se evade y que huye veloz.
Para amarte, Dios mío, en esta pobre tierra
no tengo más que un día:
¡sólo el día de hoy!
- ¡Oh, Jesús, yo te amo! A ti tiende mi alma.
Sé por un solo día mi dulce protección,
ven y reina en mi pecho, ábreme tu sonrisa
¡nada más que por hoy!
- ¿Qué me importa que en sombras esté envuelto el futuro?
Nada puedo pedirte, Señor, para mañana.
Conserva mi alma pura, cúbreme con tu sombra
¡nada más que por hoy!
- Si pienso en el mañana, me asusta mi inconstancia,
siento nacer tristeza, tedio en mi corazón.
Pero acepto la prueba, acepto el sufrimiento
¡nada más que por hoy!
- ¡Virgen inmaculada, oh tú, la dulce Estrella
que irradias a Jesús y obras con él mi unión!,
deja que yo me esconda bajo tu velo, Madre,
¡nada más que por hoy!
Ya sé que es fácil decir todo esto cuando el dolor no está muy cerca. Pero hay que conservar la serenidad para evitar que las lágrimas no me dejen ver la luz de la esperanza. Y, además, el dolor se comparte cuando hay amor.
Ver este vídeo:
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Juan García Inza