Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Padrenuestro de una madre con cáncer (III).

por Juan del Carmelo

Con la lectura de esta tercera parte…, nuestro corazón o al menos el mío, se siente angustiado, por lo mucho que le debemos al Señor y lo poco que hacemos. Nos quejamos de nuestras cruces, y olvidamos que estas son la herramienta que necesitamos para fabricarnos nuestra escala al cielo. Si miramos alrededor, siempre encontraremos cruces más grandes que la nuestra. Pero lo más admirable de Soledad, más que el tamaño de su cruz, es la fe, la entrega y la alegría con que la soportó.

 

Ella confiesa a los largo de este testimonio, estar muy obsesionada con el aprovechamiento del tiempo, para servir mejor al Señor, Y pensar lo derrochones que somos. El tiempo que perdemos nunca más nos volverá a retornar, se fue para siempre como las gracias recibidas que no hemos sido capaces de aprovechar. Bendita seas Soledad, en vida fuiste una elegida del Padre y en su casa, tu gloria es ya inmensa.

 

“Quien no cumple la voluntad de Dios no será capaz de aceptarlo como Rey. Muchas veces no aceptamos su voluntad y eso me lleva a la siguiente petición del Padrenuestro. Hágase tu voluntad, hágase tu voluntad por supuesto Señor pero y que la aceptemos y que sonriamos y que estemos alegres.

 

Aquí me permite el Señor desviar la atención de Él por un momento para irme a ver a la Virgen porque claro, aceptar su voluntad, hágase tu voluntad es el Fiat de María. Dirijo mis ojos a María que aceptó. La escena de la Anunciación es maravillosa, Ella aceptó, hágase tu voluntad por su puesto, pero luego la vida de la Virgen fue larga y tuvo muchos momentos dificilísimos y Ella confió y meditó y creyó en paz y en silencio. Yo siempre me la imagino con una sonrisa. Pues en la enfermedad, Ella es la que me acompaña, la que está junto a mí en silencio. A mí me gustaría que me hablara más pero ella es siempre muy silenciosa y siempre me dice estás aquí y yo estoy junto a ti. Junto a la cruz siempre estoy yo, junto a la cruz siempre está María, siempre… y yo siempre la encuentro a Ella. Gracias María.

 

Sigo con el Padrenuestro, danos nuestro pan de cada día. Danos hoy nuestro pan cotidiano leo aquí en el Evangelio. Yo me levanto cada día gracias a ti Señor y mi primer pensamiento, por lo menos eso querría yo, mi primer pensamiento va a Ti y te ofrezco el día, lo que toque hoy, si toca fuerza, fuerza y si no toca fuerza, pues… pues Tú dirás. Yo te pido todos los días fuerzas, te pido fuerzas físicas para seguir luchando, para poder educar a mis hijos que es una ilusión que tengo y los niños son un motor en mi vida, fuerza para aceptar pero más que fuerza física te pido esperanza, te pido luz y te pido alegría.

 

Y perdona nuestras deudas, perdona mis ofensas Señor. Aquí te voy a pedir perdón por 4 cosas, porque hay muchas pero te voy a pedir perdón por 4. La primera son mis fluctuaciones, hay temporadas que me encuentro mal pero hay temporadas que me encuentro bien y yo cambio de manera de vivir y no diré que me olvido del Señor pero no me acuerdo tanto de Él. Eso no está bien yo creo, perdóname Señor porque cuando me das fuerzas me voy de paseo, me voy a vivir mi vida y sin embargo cuando me haces sentir la cruz no dejo que apartes tus ojos de mí, porque estoy ahí todo el día. Perdóname Señor por mis fluctuaciones cuando me encuentro bien.

 

Te voy a pedir perdón por una cosa que a lo menor choca pero que he entendido recientemente. Yo he querido evitar la cruz de todos los que estaban a mí alrededor, una de las cosas que más me cuestan es ver sufrir a mis padres, ver sufrir a mi marido, ver sufrir a mis niños. Entonces yo sí puedo me callo y si puedo no cuento nada y si puedo…  y de repente digo: “pero si yo no tengo derecho”. Hombre, a veces, por caridad intentas poner una media sonrisa pero de repente he comprendido que el Señor nos está mandando esto a mi marido y a mi juntos, a mi marido y a mí, y esto lo he entendido hace muy poquito y lo he hablado con él, y mi marido que es un hombre buenísimo, (hoy quería haber venido conmigo la verdad pero está en la oficina así que no ha podido). Él me quiere siempre, me apoya siempre y tiene una ternura conmigo extraordinaria esté como esté, me encuentre bien o mal, esté en el hospital o en casa, da igual, él me quiere de una manera extraordinaria y comparte conmigo todo y él me lo dice, me lo venía diciendo: oye que esto es de los dos, y yo decía, si, si si, como que tú te estas enterando de esto y de repente he comprendido que es de los dos y que él lo está viviendo conmigo. Ahora me cuesta menos renunciar a las cosas, me cuesta menos la limitación y si no salimos, pues no salimos, da igual estamos tú y yo y estamos tú y yo y ya está, y estamos tan contentos.

 

Perdona Señor porque esto no lo había entendido y otra cosa que quiero hacer siempre es evitar el sufrimiento a mis hijos. A lo mejor es su camino y a través de la enfermedad de su madre el Señor les toca el corazón. A lo mejor no tengo que evitársela sino ayudarles a entenderla. Perdona Señor porque no me estaba enterando de nada.

 

Tercera cosa, perdona Señor porque a veces me desespero y eso está mal. Yo no lo llamo desesperación, no es desesperación es desesperanza. Es a veces falta de esperanza porque no veo nada y tengo que aprender a saber que eso es una tentación que cuando uno se desespera, que cuando uno quiere mandarlo todo a la porra eso es una tentación porque aunque no veamos, el Señor está ahí con nosotros, lo hemos visto tantas veces… . A veces pienso esto que estoy viviendo yo es una fantasía morisca, que el Señor me quiere, que la enfermedad es una manera de ayudar a la Redención…  ¡pero que cuento chino! esto también es una tentación porque claro que el Señor tantas veces me ha hecho ver que la cruz es el camino, es Redención, pues mi pequeña cruz ahí va también.

 

Perdona Señor, esta es la cuarta ya, porque a veces quiero como dice el Apocalipsis, “temo contra ti que te has olvidado del primer amor”. Perdona Señor porque yo a veces me olvido de ese primer amor, de ese amor que Tú me tienes y que me has hecho a veces hasta sentir. Perdona Señor y ayúdame a que sigamos siempre siempre juntos, a que esa relación, ese cariño que Tú me tienes, ayúdame a cuidarlo. Que no me olvide que Tú me has cuidado desde el principio, que me viste que me cuidaste, hiciste una cerca alrededor mío, me confiscaste pues todo eso que no se me olvide.

 

El texto que tengo aquí del P. Iglesias, dice y “no nos metas en tentación”. No nos dejes caer en la tentación esa es la tentación, pensar que no me quieres, que no me miras, que no te siento, que esto no es verdad. Que no es verdad tu amor, la fe, el amor, la esperanza, líbrame de esa tentación Señor, no me dejes caer.

 

Y ya llego al final, y líbrame del mal. El otro día, una persona que me quiere mucho, me decía que estaba escandalizada con el Padrenuestro, y yo le decía y ¿por qué? ¿Qué te pasa? Pues que de repente llevo 3 años aquí rezando y líbranos del mal, y libra a Sole del mal y libra a Sole de la enfermedad y de repente he entendido que el mal no es la enfermedad, que el mal es el malo, el pecado, el tentador y se me caído todo porque llevo rezando el Padrenuestro y lo estaba rezando mal. Y ella, porque era mi madre la que me lo decía, decía es que no puede ser, es que no puede ser que el mal no sea la enfermedad. Pues a lo mejor nos estábamos equivocando y estábamos rezando mal.

 

El P Iglesias traduce, antes bien líbranos del malo que parece así de película de Western, líbranos del malo. Pues sí, que yo no identifique el mal con la desgracia, a lo mejor sí, a lo mejor uno tiene una desgracia, de una falta de salud, de un problema de un hijo o de un problema económico, el Señor me está acercando más a su corazón. . . entonces el palo es otro.

 

Ya termino, vuelvo al principio, Padre, Padre nuestro. Antes se me ha olvidado decir Amén. Amén es amén, si aceptamos todo, ¡claro que sí! Y volvemos ahora al principio. Ahora vuelvo a darte las gracias, gracias por esto. Gracias por la vida porque aunque es difícil a veces, es tan bella. Y gracias por tu Madre, y gracias por toda la gente que nos quiere y gracias por los medios y por toda la congregación mariana y por todos los congregantes, gracias Señor.”

 

Yo, no puedo añadir nada a todo esto, ni siquiera comentarlo, pues ello solo se comenta. Añadir aquí palabras a este documento sería mancharlo.

 

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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