Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Padrenuestro de una madre con cáncer (II).

por Juan del Carmelo

           Os invito a continuar con la lectura de la glosa de antes de ayer, en la que Soledad, sigue desgranando las palabras del Padrenuestro. ¡Cuántas veces!, rezamos un  Padrenuestro maquinalmente, pero no nos paramos a pensar lo que decimos. Incluso rezamos un Padrenuestro en la cocina, para medir el tiempo, en que se debe de tener un huevo en agua hirviendo, para que sea un huevo pasado por agua, pero nunca meditamos despacio lo que decimos.

 

“Padre nuestro, a mí el pronombre plural me consuela muchísimo porque me une a todos vosotros que cada uno tenéis vuestra cruz y vuestra vida, más fácil o más difícil, todos y cada uno tenéis seguro una cruz. Me consuela porque me une a todas las mujeres y hombres, en especial a los que sufren. Decir Padre nuestro me lleva a los salmos y me hace sentirme muy Pueblo de Dios, muy Pueblo de Dios desde el principio, que no estoy sola, que no estamos solos en el sufrimiento. También al decir Padre nuestro me siento unida a todos los orantes, a todos los contemplativos, a todos los sacerdotes, a todas las personas que oran. . . y siento la fuerza de la oración y me acojo a esa oración, esa oración que noto que es la que me mantiene a flote estos días porque si no, esta alegría, ¿yo de qué? No podría tenerla.

 

Siento lo que llamamos la Comunión de los Santos, de los que están en el Cielo y de los que estamos en la Tierra. Siento la comunión de todos, porque Padre Nuestro me une también la gente que ya está en el Cielo, somos Iglesia, unos aquí otros allí pero todos somos hijos. Los de allí, los mártires y todos los que nos preceden nos animan a vivir con esperanza y con alegría lo poquísimo que dura lo de aquí. Muchas veces pienso: “hay que largo, llevo ya casi 4 años con la enfermedad” y pienso ¿y qué es….?

 

Vamos a seguir… Padre nuestro que estás en el Cielo, y es que estás. Aquí el lenguaje, sobre todo el castellano sí que nos ayuda a distinguir entre el ser y el estar. Eres nuestro Padre y estás, estás en el Cielo, estás allí pero aquí también, y estas aquí conmigo y estás con nosotros, de modo que debemos tener aquí un poco de Cielo aunque a veces no nos enteramos pero aquí también tenemos un poco de Cielo puesto que el Señor está con nosotros. Al Cielo quiero ir Señor, quiero ir contigo y estar ahí para siempre y con tu gracia Señor iré.

 

Se me llena el corazón de Esperanza. Acordaros que esto es una mala noche en una mala posada y tenemos que aprovechar el poco tiempo que tenemos para estar aquí y vivir la fe porque luego cuando lleguemos allí ya no tendremos la fe, tendremos algo mucho más grande, que será la plena visión de Señor. Tenemos que aprovechar esta vida, las ocasiones que Él nos brinda, no digo que yo pueda disfrutar de la enfermedad porque sería una mentira gordísima, pero como decía siempre el P. Mendizábal: “ofrecer la cruz, ofrecer la enfermedad, ofrecer el dolor y luego pasarlo como se puede”, todos se lo hemos oído decir. Si me viene la cruz Señor será por algo, entonces aquí estoy pero Señor, prepárame. Prepáranos un sitio, ¡y uno bueno! Uno bueno.

 

Santificado sea tu Nombre, que sea santificado tu Nombre, ¿yo que puedo hacer Señor para Santificar tu Nombre? Pues yo no puedo hacer nada. Hacer, hacer y además cada vez menos porque estoy muy limitada. Pero es que tú no quieres que yo haga, es que solo quieres que yo esté aquí santificándote y bendiciéndote, diciendo que sea santificado tu nombre, aceptando, alegre porque tú eres y estás conmigo y como decía M. Teresa de Calcuta, “concédeme Señor seguir sonriéndote”. Aunque no vea, concédeme Señor seguir sonriéndote y así hacer que tu nombre sea bendecido por los demás, que te conozcan a través de mi sonrisa. Últimamente mi sonrisa está fatal porque tengo un problema en la boca, mis hijos me dicen: “mamá estás muy seria” y digo, ya fatal si yo lo único que tenía era la sonrisa y ahora me la quitas, ¿Señor no sé qué quieres? Pues nada, que siga aquí. Señor, Tú sabes que tengo sufrimiento físico, limitación, y mucha renuncia y yo te lo ofrezco a mayor gloria tuya. Yo te lo ofrezco.

 

A veces me pasa Señor que yo no veo nada, que tengo días de mucha oscuridad y sin embargo otros te veo a través de mí. Y yo ya no entiendo nada. Si eso es así, Señor para gloria tuya. Señor que yo no deje de bendecir tu nombre.

 

Venga tu reino. Tu reino, ¿cuál es tu reino Señor? Es un reino de paz, es un reino de amor. Tengo aquí un recorte que guardo siempre con mi Nuevo Testamento del P. Valverde que supongo que muchos le conoceríais, un recorte de cuando murió en el año 2003. El título de la misa que él celebro en sus 50 años decía, al final de mi vida más que nunca creo en el amor. Pues eso, yo creo que el reino es un reino de amor.

 

Tu reino Señor no es un reino de éxitos humanos, ya nos lo dijo tu hijo hace 2000 años pero no nos lo creímos y seguimos tan torpes y seguimos empeñados en los éxitos, en el bienestar, en buscar el confort, en buscar el lujo, el éxito profesional, el éxito personal. Que no, que no, cuando te busco profundamente encuentro cruz y cuando saco fuerzas para seguir buscándote me encuentro otra vez con la cruz. Pero Tú nos has enseñado que la cruz no es el fin, solo es el camino a tu reino de amor.

 

Aunque estamos aquí, nos enseñas a buscar tu reino y a pedir tu reino. Tu reino me has enseñado Señor que está dentro de mí y no fuera, porque los días que estoy con menos fuerzas y te digo hoy toca estar sentada, en casa y nada más, esos días muchas veces tengo tu paz y tengo tu reino y veo en todos tu amor. Veo que tu reino está dentro, está dentro y muchas veces lo buscamos fuera. Tantos días nos pasa que tienes un disgusto porque te dan una mala noticia o porque te encuentras fatal y dices y ahora qué hago: voy a llamar a mi hermana a contárselo, y voy a llamar… a contárselo y de repente hay días que digo, que noooo…, se lo voy a contar, primero se lo voy a contar al Señor, me voy a consolar con Él, voy a buscar en Él y luego ya llamo a María, (mi hermana se llama María).

 

También se lo cuento a María, María la Madre, porque Ella me consuela. Tu reino es de luz, dame luz Señor, que yo vea Señor, como el ciego al borde del camino, dame luz. Tu reino es Amor. Una petición que tira a ser muy ignaciana, pido conocimiento interno de tu corazón de Padre. Aunque no siempre lo sienta porque hay muchos días que no me entero de nada. Dame a conocer tu amor a través de tus caricias, ¿y cuáles son tus caricias? Tantas como me has dado, porque claro, yo a veces pienso: “Tú tienes mucha cara porque tú te querías ir de rositas toda la vida”. Yo tengo 43 años y llevo 3 enferma pero ¿y los 40 anteriores? Es que tanto como me han mimado, mis padres, mis hermanos, el Mater Salvatoris, mi marido, mis niños, tanta formación, tantos sacerdotes, la Congregación Mariana, ¿y eso que pasa?, ¿qué de repente te olvidas? No ese es tu reino, esas son tus caricias.

 

Señor, concédeme con tu gracia transmitir tu amor, ese reino de amor a las personas que me encuentro a diario porque si ellos saben que les amas ellos amarán a otros y así se extenderá tu reino. Tu reino aquí en la Tierra es de fe y de esperanza, no me quites la esperanza Señor, no me ocultes tu rostro.

Aquí, la verdad es que me he ido al Nuevo Testamento del P. Iglesias a ver que decía del Reino del Padre nuestro, y dice: “¿Por qué no recibieron el Reino del Señor? Que tu Reino venga pronto y definitivamente. Los escribas y fariseos rezaban diariamente en la oración que sea engrandecido y santificado su gran nombre, haga reinar su reino y germinar su Redención, que introduzca a su Mesías y rescate a su Pueblo”. ¿Y por qué no lo recibieron? La explicación que vale también para nosotros puede estar en la siguiente petición del Padrenuestro. “Hágase tu voluntad”.

 

Dada la longitud de este testimonio, este se ha dividido este en tres partes. La continuación, de esta Segunda parte, puede leerse pasado mañana en la glosa del día 20 de abril de este año.

 

 

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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