Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Y encontré los dragones

Y encontré los dragones

por Juan García Inza

            Fui a ver la película “Encontraras dragones”. Estaba intrigado y deseando verla porque todo el mundo me hablaba bien de ella. Y tengo que decir que disfruté dos horas reflexionando sobre el mensaje que nos venía a todos desde la pantalla. Esta película es un aldabonazo para toda nuestra sociedad, al hilo de los retazos de la biografía de San Josemaría Escrivá.

            El título me parecía un simple reclamo, pero no es así. Puedo decir que en verdad encontré los dragones que están amenazándonos en cada momento.
            Encontré el dragón del odio, que aparece a lo largo y ancho de toda la trama. El odio es el origen de tantas reyertas que estamos padeciendo. Es el origen de todas las guerras, de las rupturas matrimoniales, de las enemistades, de las amarguras de tantas vidas que no soportan al contrario, y que siguen al pié de la letra la ley del talión. En la guerra civil española que nos presenta la película había odio por los cuatro costados. San Josemaría predica constantemente el amor y el perdón, que fue lo que le movió al director a comprometerse con esta película.

            Encontré el dragón de la envidia. Este pecado capital precisamente lleva al odio, a las rencillas, al distanciamiento. Y es muy habitual entre gente que en principio debe ser buena. Aparece la envidia ya en el mismo seminario donde estudiaba el protagonista de la película. Algunos no lo aguantaban por la sencilla razón de ser como era, de querer ser mejor para Dios. Y la envidia está presente, junto con el odio, en toda la trama.
            Me encontré con el dragón de los celos. Por celos se lucha, se persigue y hasta se mata. Es dramática la actitud celosa de uno de los protagonistas, que llega hasta traicionar a un amigo y matar a una compañera de armas. Los celos pueden minar las relaciones humanas, especialmente en el matrimonio, provocando verdaderas tragedias y rupturas. Y los celos se combaten con la caridad, la humildad y el respeto a las personas. En la película se resuelven con un arrepentimiento final de la persona que, por celo, había cometido atrocidades.

            Aparece también el dragón del “odium fidei”.  Aparece el asesinato de un sacerdote y la profanación de iglesias. Cuando falta el respeto a la libertad, y en concreto a la libertad religiosa, se quiere hacer pagar todos nuestros embrollos internos, y externos, a Dios en el rostro de su Iglesia. Es como una venganza porque Dios no me da lo que quiero. Es la reacción salvaje de la falta de fe que me lleva a no aguantar lo que me habla del más allá. Estuvo muy presente en los orígenes de la guerra civil españolas, en la misma guerra y en la posguerra. Hoy este dragón parece haber resucitado en muchos ambientes.
            Son los cuatro dragones de los cuatro puntos cardinales. Y todos ellos se resuelven en el argumento por superación con el amor cristiano de un sacerdote, que tuvo el don de Dios de saber respetar al ser humano, considerado como hijo de Dios, y defender que todos estamos llamados a la santidad. Y la santidad es precisamente hacer la Voluntad de Dios que nos dice que nos amemos los unos a los otros como El nos ama.
            Repito que esta película debe verse porque plantea la verdadera solución a los problemas de la humanidad. No hace falta ser simpatizante del Opus Dei para aceptar el mensaje cristiano que nos transmite su fundador. Si evitamos el odio, la envidia, los celos y la aversión a lo sobrenatural estaremos haciendo posible una convivencia en paz.
Y me acordé de lo que dice el libro del Apocalipsis:

12:1 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. 
12:2 Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. 
12:3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; 
12:4 y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. 
12:5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. 
12:6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días. 
12:7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; 
12:8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. 
12:9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. 
12:10 Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. 
            Hay dragones, pero tenemos la ayuda de la Virgen María y de San Miguel y sus ángeles. Una voz del cielo nos vuelve a decir: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo. Así que, ¡gloria al Señor!
Juan García Inza
 
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