Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Vida después de la muerte

por Juan del Carmelo

          Para el creyente cristiano, para el judío, para el musulmán, existe de una forma u otra una vida después de la terrestre. Se podría asegurar que no existe religión alguna en este mundo, que no le asegure a su creyente una vida futura, aunque sea reencarnándose. El Creador ha dotado a las criaturas humanas de cuerpo y alma, de materia y espíritu y ha impuesto en toda criatura humana creada, una impronta que le dice que su vida no termina con la muerte y un ansia de conocimiento de llegar a su Creador, pues hay un principio básico que nos dice que todo lo creado tiende a la búsqueda de su Creador. Y para calmar su sed de conocimiento, el hombre continuamente se formula una serie de preguntas a las que solo le puede encontrar respuesta aunque no completas y totalmente satisfactorias, en la fe católica.

 

            Y este deseo humano de saber lo que hay en el más allá, ha generado un montón de literatura, la mayoría al margen del pensamiento católico, otras revistiéndose de un cierto barniz de autenticidad y reconocimiento eclesial y otras, relatando con más o menos seriedad, lo que ciertamente les ocurre a aquellas personas, que por la razón que sea han tenido una experiencia alrededor de la muerte NDE (en inglés Near dead experience). Se refieren estos libros a las experiencias que narran personas, que habiéndose dadas por muertas clínicamente, han vuelto a la vida. Considero interesante mencionar a la doctora suiza, afincada en Norteamérica hasta su muerte, Elizabeth Kübler-Ross (1926-2004), de la que luego hablaremos.

 

            Hasta el año 1966, los católicos disponíamos de un instrumento formidable para nuestro correcto discernimiento, que era el “Índice de libros prohibidos”, el cual era una lista de aquellas publicaciones que la Iglesia Católica catalogó en su día, como libros perniciosos para la fe. El propósito de esta lista era prevenir la lectura de libros o trabajos inmorales que contuvieran errores teológicos o morales, y prevenir la corrupción de los fieles. Después del Concilio Vaticano II, la publicación de dicho Índice, para desgracia nuestra, se paralizó. Se atendían así las críticas y ataques extra católicos y corrientes teológicos avanzadas, muy en boga en aquella época posconciliar, que luego resultaron ser nefastas, ya que según manifestaban los partidarios de estas corrientes, por medio del Índice, la Iglesia ejercía una represión de carácter intelectual. El 14 de Junio de 1966, la Congregación para la Doctrina de la Fe dispuso que tanto el Índice como las penas de excomunión que estaban indicadas en el mismo ya no eran vigentes.

 

Sin embargo La Santa Sede publicó nuevas regulaciones, dando normas específicas acerca de la lectura de libros que son peligrosos a la fe católica o a la moral cristiana. Estas normas se codificaron en el Código de Derecho Canónico actual, en los parágrafos 831 y 832: Donde se le pide a los fieles que no escriban ni publiquen nada en medios de difusión, manifiestamente contrarios a nuestra religión. Asimismo se da instrucciones a los clérigos que deberán contar con la autorización del Ordinario del lugar.

 

            Nosotros como católicos, tenemos plena libertad de pensar y opinar en todo lo que nos plazca, siempre que no atentemos, a lo que reconocemos básico para nosotros, como es la Verdad revelada debidamente interpretada por el Papa sucesor de San Pedro, al cual  el Señor, al pié del Hermón, en Cesarea de Filippo, le dijo: “Y Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán frente a ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que atares sobre la tierra quedara atado en los cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra quedara desatado en los Cielos”. (Mt 16,13-20). Por ello las declaraciones dogmáticas, no son otra cosa que verdades ya reveladas en las sagradas Escritura, que en un determinado momento el Papa de que se trate, ha querido revestirlas de este carácter. Por ejemplo la Inmaculada concepción de la Virgen María, es una realidad que siempre ha existido, antes y después de 8 de diciembre de 1854, en la que el Papa Pío IX hiciera la proclamación de este dogma.

 

            Pues bien, teniendo en cuanta esta, esta libertad que tenemos y sin querer excederme en el uso de ella, quiero hablar de los libros de la doctora: Elizabeth Kübler (1926-2004), ya mencionada anteriormente, fue una de las primeras personas en estudiar honestamente la relación que tenemos con la muerte, con sus  apreciaciones y juicios emitidos más desde un ángulo puramente material, que desde un ángulo espiritual, aunque en sus apreciaciones, sin que ello sea su cometido ni su deseo, invade el ángulo espiritual. Para ella el tema de la muerte, manifestaba que más que un problema de creer, era un problema de saber.  Ella ha sido una de las más famosas expertas en materia de la muerte y trabajó con miles de pacientes terminales. Estudió 20,000 casos de gente de todo el mundo quienes habían sido declarados clínicamente muertos y quienes después habían regresado a la vida. Algunos habían hecho naturalmente y otros fueron reanimados.

 

            Para ella, la experiencia de morir es casi idéntica a la experiencia del nacimiento. Es el nacer a una forma diferente de existencia, la cual puede ser probada de forma muy simple, y para ello toma el ejemplo de la metamorfosis de los insectos, es el gusano que se transforma en mariposa. Morir es mudarse de una casa a otra mucho más bella.  Lo que nos narran las personas que han tenido esta experiencia, nos cuentan que tan pronto como tu alma deja su cuerpo, te das cuenta inmediatamente de que puedes percibir todo lo que sucede en el lugar donde falleciste. Puedes enterarte de lo que los demás dicen exactamente, de lo que piensan y de cómo actúan. El que ha fallecido, también se dará cuenta de que se encuentra completo nuevamente.  Ellos nos dicen que eran unas personas completamente nueva, ya que antes era ciega o sorda y entonces veían y oían. Aquéllos que tuvieron una experiencia "fuera de su cuerpo" y regresaron, te podían contar en detalle qué colores y qué joyería llevabas si estabas presente en el momento.

 

            Cuando uno deja su cuerpo físico, uno no puede hablar más en términos de tiempo, espacio o distancia en el sentido común porque éstos son un fenómeno terrenal. En este sentido, uno se da cuenta de que nadie muere solo porque el difunto es capaz de visitar a quien desee. Además, existe gente esperando por ellos que fallecieron antes que tú, quienes te quieren y aprecian bastante. Es muy frecuente, para aquellos que mantienen una relación espiritual con su ángel de la guarda, el que este le reciba y le guie en este trance.Una paciente mía, ya anciana llegó a decirme: "Él está de nuevo aquí, cuando era niña, él estaba siempre conmigo, pero me había olvidado completamente de que existía". Ella fallece un día después, llena de dicha sabiendo que alguien que la quiere la está esperando…

 

En general, la gente que está esperando por nosotros en el otro lado son aquéllos quienes más nos quieren. En los casos de niños muy pequeños, cuyos padres, abuelos y otros parientes cercanos todavía viven, son recibidos por sus ángeles de la guarda, o por Jesús o alguna otra figura religiosa. Nunca he conocido ningún niño protestante que sea recibido por la Virgen María, pero si ha sido percibida por muchos niños católicos.

 

            Según la doctora Kübler-Ross nadie muere solo, en general todo el mundo es recibido, por personas significativas para él. Todos encuentran el cielo que han imaginado. Antes de que salgas de tu cuerpo físico para realizar la metamorfosis hacia la forma que tendrás por toda la eternidad, pasas por una etapa que se encuentra totalmente impregnada con imágenes terrenas. Puede ser que te encuentres flotando a través de un túnel, pasando por una gran puerta o cruzando un puente.

 

Después de que has atravesado este túnel, puente o puerta, te encuentras al final de él rodeado por Luz. Esta Luz, es descrita de gorma admirable ya que, es más blanca que el blanco. Es muy brillante, y cada vez que te aproximas más a ella, te sientes más y más envuelto por el más grande, indescriptible e incondicional amor que te hayas podido imaginar. Si alguien está teniendo una experiencia cercana a la muerte, le es permitido ver esta luz sólo por un breve instante. Después de esto, debe regresar. Pero cuando se muere realmente, después de haber visto plenamente la Luz de la que emana amor, no es posible regresar a tu cuerpo terrenal. Pero tú no querrías regresar a él de cualquier manera, porque después de ver la Luz nadie quiere regresar. En esta Luz, tú experimentarás por primera vez lo que el hombre pudo haber sido. Aquí encontrarás entendimiento sin juzgar, y amor incondicional. En esta presencia, tú sabrás que toda tu vida en la tierra, no fue más que una escuela, a la que tuviste que asistir para poder pasar ciertas pruebas y aprender lecciones especiales. Tan pronto como has finalizado esta escuela y aprendido tus lecciones, será permitido que regreses a casa; a tu casa eterna.

 

Hay una cosa que todos tienen que aprender antes de regresar  y es el amor incondicional. Si tú has aprendido y practicado esto, has aprendido la mayor lección de todas. En esta presencia de Luz, tienes que volver a ver lo que fue de tu vida desde el primer día hasta el último. Conocerás en detalle cada pensamiento que tuviste, recordarás cada palabra, cada acto. Esta recapitulación es sólo una pequeña parte de tu conocimiento porque en este momento también conocerás todas las consecuencias resultantes de cada uno de tus pensamientos, palabras y actos.

 

Dios es amor incondicional. Durante esta revisión de tu vida terrena no culparás a Dios por tu destino, sino que te darás cuenta de que tú mismo fuiste tú peor enemigo, debido a que te acusarás a ti mismo de haberte negado tantas oportunidades para crecer. Ahora sabrás que hace mucho tiempo, cuando tu casa se quemó, tu hijo murió, tu esposo se lastimó, todas esas tragedias fueron solamente oportunidades para crecer: para crecer en entendimiento, en amor, en todas esas cosas que tenemos que aprender. Todos hemos sido creados para vivir una muy simple, bella y maravillosa vida. Mi más grande deseo, es que comiences a ver la vida de manera diferente. Si aceptas tu vida como algo para lo que fuiste creado, ya no volverás a cuestionar cuáles vidas son prolongadas y cuáles no.

 

Termina manifestando la doctora Ross: Reparte tus bendiciones…de esta manera, cuando las tormentas azoten tu vida, piensa en aquéllas personas a las que ayudaste como un regalo para ti mismo… por toda la fortaleza que te dieron y las enseñanzas que te transmitieron. Mi deseo es transmitir a cuanta gente sea posible un poco más de amor. Piensa en todos los regalos costosos que regalas en Navidad, realmente dudo que sea necesario… Amor incondicional sería más apropiado.

 

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

 

Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

-        Libro DEL MÁS ACÁ AL MÁS ALLÁ. Isbn. 978-84-611-5491-3.

-        ¿Qué es el cielo? Glosa del 16-10-09

-        Imaginar el cielo Glosa del 15-03-10

-        Cualidades del cuerpo glorioso Glosa del 24-08-09

-        Temor a la muerte y al sufrimiento Glosa del 27-11-09

-        Acrónimo NDE Glosa del 12-06-09.

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