Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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¿Por qué no abandonan la Iglesia de una vez?

por José Gea Escolano

Quizá esta pregunta pueda sonar un poco fuerte en boca de un obispo dirigiéndose a católicos que son parlamentarios, y han votado a favor de la ley que recientemente ha aparecido, autorizando a abortar sin restricciones durante las primeras semanas del embarazo.

Creo que la mayoría de nuestros legisladores están bautizados. Pero una cosa es estar bautizados y otra, tener una mínima coherencia en la aceptación de la fe y de la moral de la Iglesia.

Hay un mandamiento de puro derecho natural que ha sido concretado en los diez mandamientos: NO MATARÁS. Así de sencillo y así de claro.

En este artículo quiero hablar a mis hermanos católicos que tienen el deber de legislar; les hablo para que vean cuál es mi postura ante una ley que han aprobado con sus votos, sean del partido que sea.

El artículo anterior lo titulaba: “HAY QUE OBEDECER A DIOS ANTES QUE A LOS HOMBRES" (Hech. 5, 29).

Este artículo lo titulo: ¿POR QUÉ NO ABANDONAN LA IGLESIA DE UNA VEZ? Y señalo tres puntos:

Lo que enseña la Iglesia sobre el aborto:

Sabemos que el aborto, llámese como se llame, consiste en suprimir una vida humana, tan digna como la nuestra; y que el Estado, ante el hecho del aborto, ni puede cruzarse de brazos ni, menos, dar derecho a las madres para matar a sus hijos todavía no nacidos como lo habéis autorizado en esa ley.

Bien claro lo ha dicho Juan Pablo II en la encíclica Evangelium Vitae:

El Concilio Vaticano II lo define, junto con el infanticidio, como “crímenes nefandos”.

Y sigue diciendo: “Con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con todos los Obispos… declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente”.

“Ninguna circunstancia, ninguna finalidad, ninguna ley del mundo podrá jamás hacer lícito un acto que es intrínsecamente ilícito, por ser contrario a la Ley de Dios, escrita en el corazón de cada hombre, reconocible por la misma razón, y proclamada por la Iglesia” (Ev. Nun, 62).

Y sobre las razones que se dan para justificarlo, sigue diciendo el Papa, “jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente”

Sólo cito a Juan Pablo II por no hacerme largo; pero las citas podrían multiplicarse de manera que superarían todo el espacio del artículo y más. Creo que bastan para ver que es doctrina fuerte del Magisterio de la Iglesia

Quien no acepta la enseñanza de la Iglesia se sitúa fuera de ella.

Esta enseñanza clara y definitiva de la Iglesia, ¿la admitís o no? Porque si no la admitís os habéis situado fuera de la Iglesia. ¿Habéis pensado bien lo que habéis hecho con la ley del aborto? Nada menos que habéis autorizado hasta a las jovencitas de 16 años que puedan abortar cuando les venga en gana durante las primeras catorce semanas. Ya os decía en el artículo anterior “Una de dos, o no tenemos todos la misma dignidad en cuanto seres humanos, o si la tenemos, nadie, ni el Estado puede permitir el aborto”.

No quiero pensar que haya habido intereses económicos en la aprobación, porque ya sabemos el inmenso negocio que que hay montado en lo referente al aborto.

Dado que ser católico no consiste sólo en ir a misa, sino, además, en ser coherente con la fe, tanto en la vida privada como en la pública, cualquier parlamentario católico, por poco que se precie de serlo, no debe doblegarse a las directrices de su partido en lo que choca de frente con su fe y su moral; también hoy día hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.

Lo que uno se pregunta es cómo algunos católicos que son parlamentarios, no tienen la talla moral suficiente para negarse a votar leyes que autorizan la supresión de vidas humanas inocentes, por mucho que se les presionen desde su partido.

Siendo esto así, ¿Por qué no abandonáis la Iglesia de una vez?

Yo sería partidario de que se excomulgase a quienes han votado a favor de esa ley. Si la Iglesia castiga con la excomunión a todos aquellos que toman parte en un aborto, pensad en vuestra responsabilidad delante de Dios al permitir y apoyar la legalización de estos hechos delictivos. Católicos así, como comprenderéis, sois un peso muerto para la Iglesia. Porque es muy grave lo que habéis votado. Habéis autorizado que se eliminen millones de seres humanos tan dignos como vosotros y yo, y cuyas vidas tienen la misma dignidad que las nuestras.

¿Qué pintáis en la Iglesia ¿Qué clase de católicos sois por mucho que algunos alardeen de serlo? Y es que ¿puede considerarse católico quien no admite la enseñanza del Magisterio de la Iglesia? En la Iglesia, ni la fe ni la moral se sirven a la carta.

¿Por qué no se arrepienten y vuelvan a ella?

No seríais el primer caso de gente notable que han cambiado de opinión y de abortistas profesionales que se han convertido en defensores de la vida.

Sí, queridos hermanos, la Iglesia no necesita miembros que no comulgan con ella. Necesita hombre y mujeres capaces de dar la cara por el Señor, hombres y mujeres que no se vendan al mejor postor.

¿Por qué no volvéis a la Iglesia? Os necesitamos pero no así como habéis demostrado ser; os necesitamos pero como arrepentidos y, por tanto dispuestos a ser testigos de Jesús en medio del mundo.

Y os digo, como en el artículo anterior: “Soy consciente de haber estado bastante duro, pero: “Amicus Plato sed magis amica veritas”.

Volved a la Iglesia. Aprovechad estas fiestas navideñas para reconciliaros con Dios y con la Iglesia.

José Gea
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