Estamos llegando a un límite

No voy a hablar de política. Ya tenemos muchos medios que lo hacen, y algunos con bastante acierto. Hablo sencillamente de sociología y de ética, en definitiva de humanismo. Hoy mismo participaba en una reunión de un proyecto solidario. La representante de Cáritas Diocesana nos ha presentado un panorama alarmante. De los servicios de Cáritas en la Región de Murcia (España) dependen nada menos que 100.000 personas en situación extrema. Han invertido en la atención urgente a las mismas todo el presupuesto de que disponían. La Administración Autonómica les ha comunicado que no tienen dinero para subvenciones. Y se encuentran, nos encontramos, ante un panorama que nadie sabe por donde puede estallar.

El hambre está haciendo acto de presencia ya en muchos hogares en donde todos están en el paro. Y, ¿Qué puede hacer un padre de familia que no tiene nada que darle a sus hijos? ¿Los deja morir de hambre? Eso es lo último. Antes es capaz de cualquier cosa. Y no estoy exagerando. Los bancos de alimentos están bajo mínimos. Los comedores sociales a tope. Y las arcas de los que pueden ayudar por obligación están vacías. Y decían que no había crisis.

Todo ello nos debe llevar a adoptar urgentemente, al menos, algunas de estas actitudes:

- Austeridad en el nivel de vida.

- Generosidad en la colaboración.

- Justicia en el reparto de bienes.

- Iniciativas para conseguir fondos de urgencia.

- Evitar el despilfarro en cosas superfluas.

- Ayudar, de modo adecuado, con el dinero que ahorramos con nuestra austeridad.

- Con motivo de las fiestas que se acercan renunciar, si es posible, a las tradicionales comilonas de empresa. Y si no es posible, que sean más modestas.

- Sería una ofensa a los pobres comportarnos como ricos “epulones”. Hay muchos Lázaros esperando las migajas de nuestras mesas.

Que el lector siga apuntando sugerencias. Seguro que se le podrán ocurrir mil cosas si en el corazón hay caridad, y en nuestra mente un concepto claro de la justicia. Robert Spaemann, filósofo, afirma: La razón nos enseña que el otro es precisamente tan importante como yo mismo. Por lo demás, así también se expresa el Evangelio. Ama a tu prójimo, no más que a ti mismo, sino como a ti mismo. Esto quiere decir que el otro es realmente tan importante como yo. Pero yo soy también tan importante como él. Y para expresar esto en la realidad de la conducta humana disponemos del término “justicia” (Etica, política y cristianismo, Palabra, pag. 64).

Pus no tengo nada más que decir, como no sea que no nos quedemos con los buenos deseos y la retórica.

Juan García Inza