¡Tu paciencia, Señor!
por Juan del Carmelo
Si llegásemos a saber hasta dónde llega la paciencia de Dios con nosotros quedaríamos asombrados. Bueno, tiempo tendremos de saberlo y comprobarlo cuando lleguemos arriba, aunque me da la impresión de que entonces más asombrados estaremos de otras muchas cosas que ahora nuestra mente es incapaz de sospechar, no ya de comprender es que ni siquiera de sospechar que existen. Porque entonces Dios para todos y especialmente para cada uno de nosotros, pues nunca olvidemos que no solo aquí sino también allí, siempre nuestra relación con Dios será única y especial, será un pozo de sorpresas y buenas venturas.
Tengamos siempre muy presente en nuestras vidas y en el recorrido de nuestro camino hacia Dios las palabras de San Pablo: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni la mente del hombre, pudo imaginar, cuales cosas tiene Dios preparadas para los que le aman”. (1Co 2,9). Repitámonos mentalmente una y otra vez, estas palabras que nos fomentan la virtud de la esperanza, porque si crece nuestra esperanza, al unísono siempre crecerán las otras dos virtudes teologales tan necesarias, primero la fe fundamento de todo en esta vida terrenal y después sobretodo el amor al Señor que es la base de imprescindible, para poder llegar a Él, porque al Amor, solo se le puede conquistar con amor, que es lo único que a Él le interesa.
Pero no nos alejemos de nuestro tema que es el referente a la paciencia que Dios tiene con nosotros, esperando siempre hasta el último momento de nuestra vida que nos dignemos aceptar su amor.
Pero incluso en Dios, todo tiene un límite y pienso que Dios espera y es pacientísimo, pero llega un momento en que el ve, pues su visión es de presente y esta abarca tanto el pasado y como el futuro, que el alma de que se trate no tiene solución, y si mil años viviera mil años emplearía en seguir ofendiéndole.
Hace unos días me llegó una presentación en Power point, de la cual extraje el texto y lo transcribo, porque él, da fe de muchas conductas humanas y de la paciencia del Señor tiene con nosotros. En este texto podemos apreciar lo que Dios muchas veces nos dice sin palabras.
“Cuando te levantabas esta mañana, te observaba y esperaba que me hablaras, aunque fuera unas cuantas palabras, preguntando mi opinión o agradeciéndome por algo bueno que te haya sucedido ayer.
- Pero noté que estabas muy ocupado buscando la ropa adecuada para ponerte e ir al trabajo.
- Seguía esperando de nuevo, mientras corrías por la casa arreglándote, supe que habría unos cuantos minutos para que te detuvieras y me dijeras “¡HOLA!”, pero estabas demasiado ocupado.
- Por eso encendí el cielo para ti, lo llené de colores y dulces cantos de pájaros para ver si así me oías. Pero ni siquiera te diste cuenta de esto.
- Te observé mientras ibas rumbo al trabajo y esperé pacientemente todo el día. Con todas tus actividades supongo que estabas demasiado ocupado para decirme algo.
- De regreso vi tu cansancio y quise rociarte un poco para que el agua se llevara tu estrés, pensé agradarte para que así pensaras en mí, pero enfurecido ofendiste mi nombre, por la lluvia que caía.
- Deseaba tanto que me hablaras… aún quedaba mucho tiempo.
- Después encendiste el televisor, esperé pacientemente mientras lo veías y cenabas, pero nuevamente olvidaste hablar conmigo…
- Te noté cansado y entendí tu silencio, así que apagué el resplandor del cielo, pero no te dejé a oscuras, lo cambié con un lucero, en verdad fue hermoso, pero no estuviste interesado en verlo.
- A la hora de dormir, creo que ya estabas agotado.
- Después de decirle buenas noches a tu familia, caíste en tu cama y casi de inmediato te dormiste, acompañé con música tu sueño, mis animales nocturnos se lucieron, no hay problema, porque quizás no te das cuenta que siempre estoy ahí para ti.
- Tengo más paciencia de la que te imaginas.
- También quisiera enseñarte como tener paciencia para con otros. Yo TE AMO tanto que espero todos los días por una oración, el paisaje que hago es sólo para ti…
- Bueno te estás levantando de nuevo, y otra vez esperar, sin nada más que mi amor por ti.
- Que tengas un buen día. Tu amigo DIOS”.
El Señor, continuamente nos está llamando. No nos llama con palabras, pero si con gestos, con la lectura espiritual, con actos de otros y circunstancias que nos rodean, y sobre todo para el que se para a contemplar, lo ve en la naturaleza del mar, de los bosques, de las plantas de las flores, de los animales, del cielo con sus estrellas. Todo lo que nos rodea nos habla de Dios, solo es preciso pararse un momento para observar. Muchas veces, pienso que más he aprendido yo a conocer, lo poco de sé de Dios, observando el comportamiento de mi perro, que leyendo gruesos volúmenes de teología; ya me gustaría a mí, poderle demostrar a Dios la fidelidad y el amor que mí perro me demuestra, que la escasa fidelidad y tibio amor que pese a mis deseos yo le tengo a Él.
La paciencia de Dios, es una consecuencia lógica del gran amor que nos tiene. Quiero cerrar esta glosa con unos conocidos versos de Lope de Vega.
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno escuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué estraño desvarío
si de mí ingratitud el yelo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!
¡Y cuántas, hermosura soberana:
Mañana le abriremos --respondía--,
para lo mismo responder mañana!
Que nos demos cuenta de que ya es hora de que abramos de una vez por todas, las puertas de nuestro corazón, al Señor que amantemente está siempre esperándonos.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. ENTREGARSE A DIOS. Isbn. 978-84-612-5537-5.