Fariseos del siglo XXI
por Rubén Tejedor
Las declaraciones del alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, son muy desafortunadas. Lo digo ya desde el principio. Son impropias de un político de altura. Están fuera de lugar. Descalificar a alguien (la recién promocionada Pajín) que puede ser descalificada por (casi) todo lo hecho y dicho (en su corta aunque increíble y meteórica trayectoria política) por sus “morritos” está fuera de todo lugar. El edil vallisoletano ya ha pedido perdón. Su metedura de pata fue corregida casi ipso facto. Creo que hasta ahí debería llegar la polémica. Unas breves horas. Y pasar, así, a la pequeña historia del rebuznar político.
Pero no. No ha sido así. Socialistas de todo tipo, lugar e intelecto han querido estirar la polémica de los “morritos” de León de la Riva como el chicle boomer (chicle al que la publicidad de mi infancia le atribuía el carácter kilométrico) para que los españoles, por ejemplo, no pensemos mucho en que -según el INE- el 20% de la población española vive en la pobreza. Así de crudo. Así de duro. Así de terrorífico. Crudo, duro y terrorífico logro, en buena parte, de la economía zapaterina.
Pero volvamos a la polémica. Al escuchar a algunos jerifaltes socialistas en las últimas horas me ha venido a la memoria aquello que Jesús con enorme dureza afirmaba de los fariseos: “haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen” (Mt 23, 2).
Tras este juego de palabras se esconde, en realidad, la forma de vida de muchos políticos, especial y desgraciadamente, de aquellos que nos gobiernan. Sólo así se explica la falta de memoria o la cara dura (o ambas cosas a la vez) que caracteriza a aquellos que quieren mandar a la Gehenna al alcalde pucelano por un desliz (ya digo, grosero y fuera de sitio) y consienten, asienten o aplauden los rebuznos de sus compañeros de filas.
Porque ¿cuándo se le exigirá pedir perdón a la degradada Sectaria de Estado de Igualdad por afirmar, contra todo pensamiento científico y lógico, que un feto de 13 semanas no es un ser humano? ¿o cuándo al socialista alcalde de Getafe por llamar a los votantes del PP «tontos de los cojones»? ¿o cuándo a todos aquellos que mostraban complacencia con los que vociferaban contra Aznar y sus ministros calificativos como «hijo de puta» o «fascista»?
No quiero justificar el uno con los otros. Todos son condenables. Pero no se puede vivir en el más puro fariseísmo. Sí, desgraciadamente sé que es la forma de vida de la mayoría de nuestra clase política. Pero no me resigno a ello. Y menos a que sea la forma de ejercer un cargo público de aquellos que, por un designio inescrutable que sólo Dios puede comprender, ejercen el poder que no el gobierno, que no es lo mismo.