(II) Noche activa de los sentidos
por Juan del Carmelo
Hace dos días salió publicada la glosa, referente a la noche oscura. La noche oscura la describe San Juan de la Cruz en su libro “Subida al monte Carmelo”, como un situación de especial angustia y sufrimiento, que es necesario pasar, para alcanzar en esta vida la perfecta unión con el Señor, para aquel que le interese alcanzarla.
La llamada noche oscura consta de dos fases, tal como ya explicábamos en la glosa sobre la noche oscura. La primera es una fase activa que se denominan “noche activa de los sentidos”, dentro de la cual, a su vez se pueden encuadrar, la llamada noche activa de las potencias. La segunda fase, es pasiva, y se denomina “noche pasiva de los sentidos”, durante la cual, el alma tiene una actitud pasiva, pues es el Señor el que toma la iniciativa. Es aquí en esta fase, donde el alma obtiene la experiencia de la unión con Dios. En la primera fase en la activa de los sentidos, es el alma la que lucha para perfeccionarse y librarse de sus faltas y pecados. Este es el camino que el alma ha de seguir, para pasar de la llamada lucha ascética, a la mística, donde el alma alcanza la perfecta contemplación.
Para mejor comprender lo que viene a continuación, es decir las dos fases de la noche oscura, aportamos este cuadro preparado para esta glosa.
NOCHE DEL ALMA |
CARACTERÍSTICAS |
CLASE DE ORACIÓN |
+ Noche activa de los sentidos |
+ Dominio de los apetitos. |
+ Oración y Meditación discursiva. |
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+ Noche activa de las potencias del alma |
+ Inteligencia.- Depuración de la fe. + Memoria.- Vaciamiento de los recuerdos, y fortalecimiento de la esperanza. + Voluntad.- Depuración de los afectos de la voluntad: gozo, esperanza, dolor y temor. |
+ Meditación y Contemplación. |
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+ Noche pasiva del espíritu o Noche sosegada |
+ Matrimonio espiritual. |
+ Plenamente Contemplativa. |
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La fase que aquí nos interesa examinar, es precisamente la denominada, noche o fase activa de los sentidos. Terminada esta comenzará la llamada fase pasiva de los sentidos. En esta primera fase activa, el hombre tiene que morir al pecado. Puede ofrecerse para ser crucificado, pero él no puede crucificarse a sí mismo, por más que el alma se ayude ella no puede activamente purificarse, tal como explica Edith Stein. Cuando la noche activa ha comenzado, debe de completarlo la noche pasiva, esto es, el mismo Dios la completará, porque una vez que el alma abandona el gusto de las cosas de este mundo, siente algo así, como si el suelo le faltara bajo sus pies. Pero no es esto lo que sucede, sino que de hecho quedamos asentados sobre un camino más seguro, aunque tenebroso y envuelto en la noche: el camino de la fe. Es el camino que conduce a la meta, de la divina unión.
Pero no vamos a tratar en esta glosa, de esta última fase del proceso de la “Noche oscura del alma”, sino de la fase anterior, llamada en contraposición a la posterior, la noche activa de los sentidos. Es en esta primera fase, aquella en que el alma motivada por su amor al Señor, busca la forma de llegar plenamente a Él, pero toma la conciencia y la iniciativa, de que lo primero que ha de hacer es purificarse ya aquí en este mundo, librándose de sus vicios y pecados.
Siguiendo a Santa Teresa Benedicta de la Cruz, es decir a Edith Stein, que detalladamente desmenuzó el pensamiento de San Juan de la Cruz, diremos que: San Juan de la Cruz, llama noche oscura del sentido o de los sentidos, al punto de partida o fase primera de la noche. Aquí la contemplación consiste en la privación del gusto, en el apetito de todas las cosas. A la sequedad se le añade el tormento del miedo a ir equivocado. Pensando que se les ha acabado el bien espiritual y que Dios le ha dejado a uno. El que se encuentra en esta situación, se empeñan en obrar como antes acostumbraban y no consiguen otra cosa sino turbar la paz que Dios va imponiendo en él o en ella.
Para Lázaro Albar, la experiencia de la “noche”, puede presentar diversas caras: como vacío interior, como momento de confusión, como aridez espiritual, como ceguera del espíritu, como cansancio y como turbación. En esta situación no deben tomarse decisiones, se ha de permanecer en la espera contemplativa y en el abandono en Dios.
Esta noche del sentido, que acompaña a la contemplación y es, a su vez, resultado de la misma contemplación, es, por lo general, una experiencia dura y con frecuencia prolongada… Según nos manifiesta San Juan de la Cruz. Las señales y condiciones en que se conocerá que el espiritual va por el camino de esta noche y purgación sensitiva son:
1.- Sequedad y aridez a todos los niveles.
2.- Cierto desasosiego interior.
3.- No poder meditar y si sentirse atraído a contemplar durante la oración”.
En la noche activa de los sentidos, además de la sequedad y vacío se vuelve el alma humilde. Desaparece la soberbia anterior, porque ya no encuentra en sí que pueda servirle de apoyo para despreciar a los demás; más bien le parecen los demás mucho más perfectos y en consecuencia nace en su corazón el amor y el aprecio hacia ellos. Tienen mucho que hacer con su propia miseria, para ocuparse de los demás. A causa de su desamparo se vuelve el alma sumisa y obediente: desea ser adoctrinada para encontrar el camino recto. La avaricia espiritual se ha curado radicalmente. El alma se ha hecho frugal y moderada. Todo lo que hace, lo hace solo para cumplir la voluntad divina, sin buscar en ello su propia satisfacción.
Dentro de la noche del espíritu o noche de las potencias del alma, Nemeck y Coombs, en su libro “Nuestra trayectoria espiritual”, nos hablan de tres noches, o subnoches que se pasan en este trance y ellas son: la noche de la fe, la noche de la esperanza, y la noche de la caridad o del amor. La primera va referida según San Juan de la Cruz, a la inteligencia; la segunda a la memoria; y la tercera a la voluntad.
Con referencia a la fe, sucede o puede suceder en la persona, que cuando la razón es cegada por la luz divina, se desencadenan en el alma tentaciones contra la fe, crisis y pruebas de fe, que San Juan de la Cruz llama “noche oscura de la fe”. Se pueden presentar tremendas crisis de fe en el alma que se encuentra en este trance. La fe es vivida siempre en la oscuridad, por todo aquel que es creyente, porque si su fe fuese evidencia para él, no se le llamaría creyente, sino evidente. La fe es una oscuridad más o menos importante, de acuerdo con el amor que se le tenga al Señor, porque a mayor amor al Señor, la fe será menos oscura, ya que las virtudes teologales crecen y decrecen al unísono. Esta idea le movió a Santa Teresa de Lisieux a afirmar lo que puede parecer un contrasentido al decir que: “Puede haber una fe firme y serena junto a la más profunda oscuridad del alma”. Se entiende que esto pueda ser así, pues el amor al Señor es muy grande en esa alma.
Con referencia a la esperanza, es de tener presente que: “San Pablo continuamente en sus epístolas, habla de su experiencia de esperanza como algo que le desgarra por dentro y que le vacía de su viejo yo. “La esperanza cristiana nos hace romper amarras dejándonos en anhelante expectación”. (Rm 8,25). “La esperanza cristiana está cargada de tensión, esa tensión de estar lanzado hacia delante”. (Flp 3,13). Los grandes poetas místicos como San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, lo expresan con frases como estas:
Vivo sin vivir en mi
y de tal manera espero,
que muero porque no muero”.
Con referencia a la Caridad, entendida como el Amor que le debemos a Dios, hemos de ver y comprender, que en la noche del espíritu, el fuego del amor divino en nosotros, nos va transformando y purificando de un modo cada vez más interior e íntimo. Esta será la forma o el camino que hemos de seguir si queremos comprender que la total madurez de la vida espiritual, no puede alcanzarse sin pasar primero por el pavo, la angustia, la preocupación y el miedo que acompaña necesariamente a la crisis interior de la muerte espiritual, en la que finalmente abandonamos nuestro apego a nuestro yo exterior y nos rendimos completamente a Cristo.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS. Isbn. 978-84-611-7910-1.
- Importancia de la vida espiritual. Glosa del 07-03-10.
- Contemplación. Glosa del 08-09-09.
- Noche oscura del alma. Glosa del 26-10-10.