Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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La ciencia y la fe, frente a frente

por P. Jorge Loring S.I.

Frecuentemente se oye decir que la Ciencia y la Fe son contradictorias. Sin embargo esto no es verdad. Mi afirmación es rotunda. Jamás en la Historia ha habido contradicción entre la Ciencia y la Fe, y jamás en el futuro existirá esta contradicción.

Pero esta rotunda afirmación hay que matizarla. Cuando hablo de Ciencia hablo de Ciencia indiscutible, no de la hipótesis de un científico que mañana puede ser desbancada por la hipótesis de otro científico.

Y cuando hable de Fe hablo de dogmas de Fe, no del proceder de la Iglesia que está formada por hombres limitados que pueden equivocarse. Pero Ciencia indiscutible y dogmas de Fe jamás han estado en contradicción; ni lo estarán en el futuro, pues las dos vienen de Dios, y Dios no va a contradecirse a sí mismo.

En efecto: Ciencia es el estudio de las leyes de la naturaleza que el hombre aplica para la técnica y el progreso. Y Dogmas de Fe es el estudio de las verdades que Dios ha revelado.

Pues si el mismo Dios es el Autor de las leyes de la naturaleza, objeto de la Ciencia, y de la verdades de la Revelación, objeto de la Fe, Dios no va a contradecirse en lo que me comunica por la naturaleza y lo que me comunica por la revelación.

«No sólo no hay contradicción entre Ciencia y Fe, sino que mutuamente se ayudan y complementan» [1]

Dice el Concilio Vaticano I: «La razón y la fe, no sólo no se contradicen, sino que se ayudan mutuamente» [2]

Dijo el Papa Juan Pablo II en su encíclica Fides et ratio:
«la fe y la razón son como dos alas con las que el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad» [3]  .

El hombre debe buscar la verdad y aceptarla, pero el hombre no crea la verdad. La verdad existe fuera de él.

Max Planck, Premio Nobel de Física dijo: «No se da contradicción alguna entre la Religión y las Ciencias Naturales; ambas son perfectamente compatibles entre sí» [4].

Rudolf Kippenhahns, Director del Instituto de Astrofísica Max Planck de Munich, dice: «Me preguntan una y otra vez en mis conferencias, si en la concepción científica del universo queda lugar todavía para Dios... Cuanto más pienso sobre ello, menos entiendo que los conocimientos científicos deban suprimir las ideas de la fe» [5] .

Como dice el profesor de la Universidad de Navarra, doctor en Ciencias Físicas, Mariano Artigas: «la Ciencia nunca se ha opuesto a la Religión, y nunca se podrá oponer, porque no hay oposición real». Es más, añadió: «Hoy se puede afirmar como un hecho patente que los grandes científicos, prácticamente sin excepción, están de acuerdo en que no hay oposición real entre Ciencia y Religión» [6] 

La verdadera Ciencia no sólo no se opone a la Religión, sino que la confirma cada vez más con sus nuevos descubrimientos.

Por eso Pío XII dijo en su discurso a la Academia Pontificia de Ciencias el 22 de noviembre de 1951: «La verdadera Ciencia encuentra a Dios detrás de cada nueva puerta que abre» [7]. Se basó en la determinación de la edad del Universo que hizo Edmundo Whittaker en su obra Espacio y Espíritu.

Es más, la Historia nos enseña que cuando una teoría se opone a lo que la fe sostiene como cierto y como seguro, esta teoría ciertamente es falsa. Antes o después será desbancada por otra nueva teoría. Así ha sucedido siempre. Y es natural: porque esa teoría se debe a un hombre que se puede equivocar; en cambio la fe se debe a Dios, que no puede equivocarse. Dios no puede equivocarse, porque es infinitamente sabio. Y no puede engañarnos porque es infinitamente bueno.

Pero hombres a quienes estorba la Religión se agarran ansiosos a estas teorías mal demostradas como si fueran dogmas de fe, para desechar los verdaderos dogmas de fe que les estorban.

No porque en los dogmas de la Religión haya misterios -la vida está llena de misterios, y eso a nadie extraña-; lo que ellos tienen contra la Religión no son dificultades científicas, sino prejuicios y dificultades morales.
Si la Religión no obligara a tener a raya las pasiones, nadie tendría dificultades contra la Religión.

Y si los preceptos morales dependieran de las verdades de la Física, muchos negarían la Física en lugar de negar la Religión [8].

«Los hombres fácilmente se persuaden de que es falso o dudoso lo que no quieren que sea verdadero" [9].

Los que niegan la existencia de Dios es porque les conviene que no exista. Y cuando el hombre no cree en Dios, cree en cualquier superstición.

«Las creencias religiosas pueden ser alteradas y deformadas por la voluntad y el mal uso de la libertad, así como por la incoherencia práctica. O se vive como se piensa y cree, o se termina por pensar y creer como se vive» [10].

No hay nada que ciegue más que obstinarse en el pecado. Lo dijo Jesucristo:«el que obra mal odia la luz» [11].

Ya dijo Bacón: «Sólo niega a Dios aquel a quien conviene que no exista». Y Juan Jacobo Rousseau: «Mantened vuestra alma en estado de desear que Dios exista, y no dudaréis nunca de Él» [12].

Tomado del libro PARA SALVARTE, n° 3,8

De

JORGE LORING, S.I.
jorgeloring@gmail.com
www.arconet.es/loring
Tel.: (34) 956 87 46 47

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[1] MANUEL Mª. CARREIRA, S.I.: Doctor en Ciencias Físicas y Profesor de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Cleveland, EE.UU.: El creyente ante la Ciencia, II, 4. Cuadernos BAC, n.57.

[2] DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, nº 1799. Ed. Herder. Barcelona.

[3] JUAN PABLO II: FIDES ET RATIO, n.1.

[4] WERNER HEISENBERG: Diálogos sobre Física Atómica, VII. Ed. BAC. Madrid, 1972.

[5] RUDOLF KIPPENHAHNS: Luz del confín del Universo. Ed. Salvat. Barcelona, 1989.

[6] MARIANO ARTIGAS, Doctor en Ciencias Físicas y Profesor de la Universidad de Navarra: Física y Religión en perspectiva, Apéndice 4. Ed. Rialp. Madrid, 1991.

[7] PASCUAL JORDAN: El hombre de Ciencia ante el problema religioso, III, 15. Editorial Guadarrama. Madrid, 1972.

[8] STAUDINGER: La vida eterna, I, 1. Ed. Herder. Barcelona.

[9] Pío XII, Encíclica Humani Generis, 12-VIII1950, Dz. 2305.

[10] MANUEL GUERRA GÓMEZ: 39 Cuestiones doctrinales, I,1. Ed. Palabra. Madrid. 1990.

[11] Evangelio de SAN JUAN: 3:20.

[12] ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Dios y su obra, 1º, 1ª, III, n º 40. Ed. BAC. Madrid.
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