La afinidad entre la institución civil y el sacramento acabó, dice el Papa, pero no sirve quejarse
En su primer acto de este domingo en Filadelfia, celebrado en el seminario San Carlos Borromeo, Francisco se dirigió a los obispos de todo el mundo que asisten al Encuentro de Familias.
Tras unas palabras fuera de programa sobre los casos de abusos sexuales, en las que prometió que "todos los responsables rendirán cuentas", el Papa entró en materia afirmando que la familia es “el lugar fundamental de la alianza de la Iglesia con la creación de Dios”.
“Hasta hace poco", recordó, "vivíamos en un contexto social donde la afinidad entre la institución civil y el sacramento cristiano era fuerte y compartida, coincidían sustancialmente y se sostenían mutuamente. Ya no es así”.
La tienda de barrio y la gran superficie
Y propuso una comparación entre la nueva situación y la antigua, y dos formas de comercio, "los pequeños negocios de nuestros barrios y los grandes supermercados”.
En un almacén uno podía encontrar “todas las cosas necesarias para la vida personal y familiar”. El lugar estaba "pobremente expuesto, con pocos productos", pero “había un vínculo personal entre el dueño del negocio y los vecinos compradores. Se vendía fiado, es decir, había confianza, conocimiento, vecindad”. En cambio en los shopping center hay grandes superficies con un gran número de opciones pero “no se vende fiado, ya no se puede fiar de los demás”.
De modo similar, el mundo actual parece haberse convertido "en un gran shopping, donde la cultura ha adquirido una dinámica competitiva. Ya no hay un vínculo personal, una relación de vecindad” porque “lo importante hoy lo determina el consumo”. Se trata de “un consumo que no genera vínculos, un consumo que va más allá de las relaciones humanas”, en el que “el prójimo deja de ser importante” y las relaciones se han sustituido por los like, o los followers de las redes sociales.
De nada sirve lamentarse
"No podemos condenar a nuestros jóvenes por haber crecido en esta sociedad”, dijo, "ni pensar que Todo pasado fue mejor o que el mundo es un desastre y, si esto sigue así, no sabemos a dónde vamos a parar”, frases que, bromeó, le suenan "como un tango argentino”.
“No, no creo que este sea el camino. Nosotros, pastores tras las huellas del Pastor, estamos invitados a buscar, acompañar, levantar, curar las heridas de nuestro tiempo”, dijo, y por eso "es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares”.
“Nos equivocaríamos si pensáramos que esta ´cultura´ del mundo actual sólo tiene aversión al matrimonio y a la familia en términos de puro y simple egoísmo”, continuó, e instó a los obispos a “aunar fuerzas y relanzar el entusiasmo para que se formen familias que, de acuerdo con su vocación, que correspondan más plenamente a la bendición de Dios”, ayudando a los jóvenes a madurar para el matrimonio.
"La familia", concluyó, "es nuestra aliada, nuestra ventana al mundo, la evidencia de una bendición irrevocable de Dios destinada a todos los hijos de esta historia difícil y hermosa de la creación, que Dios nos ha pedido servir".
Al concluir su encuentro, el Papa entregó una imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que le regalaron los obispos de Cuba, para una comunidad cubana en Estados Unidos.
Tras unas palabras fuera de programa sobre los casos de abusos sexuales, en las que prometió que "todos los responsables rendirán cuentas", el Papa entró en materia afirmando que la familia es “el lugar fundamental de la alianza de la Iglesia con la creación de Dios”.
“Hasta hace poco", recordó, "vivíamos en un contexto social donde la afinidad entre la institución civil y el sacramento cristiano era fuerte y compartida, coincidían sustancialmente y se sostenían mutuamente. Ya no es así”.
La tienda de barrio y la gran superficie
Y propuso una comparación entre la nueva situación y la antigua, y dos formas de comercio, "los pequeños negocios de nuestros barrios y los grandes supermercados”.
En un almacén uno podía encontrar “todas las cosas necesarias para la vida personal y familiar”. El lugar estaba "pobremente expuesto, con pocos productos", pero “había un vínculo personal entre el dueño del negocio y los vecinos compradores. Se vendía fiado, es decir, había confianza, conocimiento, vecindad”. En cambio en los shopping center hay grandes superficies con un gran número de opciones pero “no se vende fiado, ya no se puede fiar de los demás”.
De modo similar, el mundo actual parece haberse convertido "en un gran shopping, donde la cultura ha adquirido una dinámica competitiva. Ya no hay un vínculo personal, una relación de vecindad” porque “lo importante hoy lo determina el consumo”. Se trata de “un consumo que no genera vínculos, un consumo que va más allá de las relaciones humanas”, en el que “el prójimo deja de ser importante” y las relaciones se han sustituido por los like, o los followers de las redes sociales.
De nada sirve lamentarse
"No podemos condenar a nuestros jóvenes por haber crecido en esta sociedad”, dijo, "ni pensar que Todo pasado fue mejor o que el mundo es un desastre y, si esto sigue así, no sabemos a dónde vamos a parar”, frases que, bromeó, le suenan "como un tango argentino”.
“No, no creo que este sea el camino. Nosotros, pastores tras las huellas del Pastor, estamos invitados a buscar, acompañar, levantar, curar las heridas de nuestro tiempo”, dijo, y por eso "es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares”.
“Nos equivocaríamos si pensáramos que esta ´cultura´ del mundo actual sólo tiene aversión al matrimonio y a la familia en términos de puro y simple egoísmo”, continuó, e instó a los obispos a “aunar fuerzas y relanzar el entusiasmo para que se formen familias que, de acuerdo con su vocación, que correspondan más plenamente a la bendición de Dios”, ayudando a los jóvenes a madurar para el matrimonio.
"La familia", concluyó, "es nuestra aliada, nuestra ventana al mundo, la evidencia de una bendición irrevocable de Dios destinada a todos los hijos de esta historia difícil y hermosa de la creación, que Dios nos ha pedido servir".
Al concluir su encuentro, el Papa entregó una imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que le regalaron los obispos de Cuba, para una comunidad cubana en Estados Unidos.
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