Lunes, 25 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

En el santuario de la Virgen en Madhu, donde oran tamiles y cingaleses, el Papa pide por la paz

Rocío Lancho García/Zenit

La Virgen de Madhu en una procesión - su santuario ha recibido multitudes de peregrinos de ambas etnias enfrentadas
La Virgen de Madhu en una procesión - su santuario ha recibido multitudes de peregrinos de ambas etnias enfrentadas
El Santuario de Nuestra Señora del Rosario en Madhu, ha sido el lugar donde el santo Padre ha pedido a la Virgen que por su intercesión, “todos los hombres encuentren aquí el ánimo y la fuerza para construir un futuro de reconciliación, justicia y paz para todos los hijos de esta querida tierra”.

Hasta este santuario mariano, ubicado en la zona tamil de la isla de Sri Lanka y que estuvo en la línea del frente durante los años que duró la guerra, ha viajado el papa Francisco en helicóptero a primera hora de la tarde (15.15 hora local).

A su llegada, ha sido acogido por monseñor Joseph Rayappu, obispo de Mannar --en cuya diócesis se encuentra el Santuario-- y por algunas autoridades locales. Al igual que ayer en el aeropuerto, unos niños han colocado al papa Francisco un collar de flores.

Durante unos quince minutos de recorrido en un jeep descubierto, el Santo Padre ha saludado a la gran multitud al son de cantos y música tradicional.

Entre la gran multitud, una anciana ha sido alzada por los hombres de seguridad, para que el Papa pudiera bendecirla desde el papamóvil.

Al llegar a la entrada del Santuario, Francisco ha soltado una paloma blanca, símbolo de la paz.

En la celebración mariana, uno de los encuentro más emotivos de la visita del Papa a este país asiático, se ha rezado una oración particular a María para la consolidación en el país de la paz alcanzada en el 2009, tras treinta años de duro conflicto civil.

Este Santuario es un lugar donde “todo peregrino se puede sentir en su casa”, donde vienen tamiles y cingaleses por igual, “como miembros de una sola familia” ha asegurado el Papa en su discurso.

Allí se encontraban familias que han sufrido mucho en el largo conflicto “que rasgó el corazón de Sri Lanka”. Tal y como ha recordado el Papa, muchas personas, tanto del norte como del sur, “fueron asesinadas en la terrible violencia y derramamiento de sangre de aquellos años”.

Los habitantes de Sri Lanka -ha observado- no pueden olvidar los trágicos acontecimientos ocurridos en este mismo lugar, o el triste día en que la venerada imagen de María, que data de la llegada de los primeros cristianos a Sri Lanka, fue arrancada de su santuario.

Por ello, el Santo Padre ha recordado que la Virgen es la madre “de todo hogar”, “de toda familia herida”, “de todos los que están tratando de volver a una existencia pacífica”. Asimismo, ha dado las gracias a la Virgen que “ante tanto odio, violencia y destrucción”, “sigue llevándonos a Jesús, el único que tiene el poder para curar las heridas abiertas y devolver la paz a los corazones desgarrados”. Pero también ha pedido que dé “la gracia de reparar por nuestros pecados y por todo el mal que esta tierra ha conocido”.

A propósito, el Pontífice ha asegurado que cuando entendemos, a la luz de la Cruz, el mal que somos capaces de hacer, y del que incluso formamos parte, podemos “experimentar el auténtico remordimiento y el verdadero arrepentimiento”. Y en la difícil tarea de perdonar y tener paz, “María siempre está presente para animarnos, para guiarnos, para mostrarnos el camino”, ha asegurado el Papa.

Finalmente, el Obispo de Roma ha pedido a María Madre “que acompañe con su intercesión los esfuerzos de ambas comunidades de Sri Lanka, tamiles y cingaleses, por reconstruir la unidad que se había perdido”. Y así, al igual que su imagen volvió a su santuario de Madhu después de la guerra, ha pedido al Señor que todos sus hijos e hijas Sri Lanka “puedan volver a la casa de Dios con un renovado espíritu de reconciliación y comunión”.

Discurso completo del Papa Francisco en el santuario de de la Virgen de Madhu
Queridos hermanos y hermanas

Estamos en la casa de nuestra Madre. Aquí ella nos da la bienvenida. En este santuario de Nuestra Señora de Madhu, todo peregrino se puede sentir en su casa, porque aquí María nos lleva a la presencia de su Hijo Jesús. Aquí vienen los habitantes de Sri Lanka, tamiles y cingaleses por igual, como miembros de una sola familia. Encomiendan a María sus alegrías y tristezas, sus esperanzas y necesidades. Aquí, en su casa, se sienten seguros. Saben que Dios está muy cerca; sienten su amor; conocen su ternura y misericordia.

Se encuentran hoy aquí familias que han sufrido mucho en el largo conflicto que rasgó el corazón de Sri Lanka. Muchas personas, tanto del norte como del sur, fueron asesinadas en la terrible violencia y derramamiento de sangre de aquellos años. Los habitantes de Sri Lanka no pueden olvidar los trágicos acontecimientos ocurridos en este mismo lugar, o el triste día en que la venerada imagen de María, que data de la llegada de los primeros cristianos a Sri Lanka, fue arrancada de su santuario.

Pero la Virgen permanece siempre con vosotros. Ella es la madre de todo hogar, de toda familia herida, de todos los que están tratando de volver a una existencia pacífica. Hoy le damos las gracias por haber protegido a la población de Sri Lanka de tantos peligros pasados y presentes. María nunca olvida a sus hijos en esta isla resplandeciente. Al igual que nunca se apartó del lado de su Hijo en la cruz, así nunca se aparta de sus hijos que sufren en Sri Lanka.

Hoy queremos dar las gracias a la Virgen por su presencia. Ante tanto odio, violencia y destrucción, queremos darle las gracias porque sigue llevándonos a Jesús, el único que tiene el poder para curar las heridas abiertas y devolver la paz a los corazones desgarrados. Pero también queremos pedirle que implore para nosotros la gracia de la misericordia de Dios. Pedimos también la gracia de reparar por nuestros pecados y por todo el mal que esta tierra ha conocido.

No es fácil hacer esto. Sin embargo, cuando llegamos a entender, a la luz de la Cruz, el mal que somos capaces de hacer, y del que incluso formamos parte, podremos experimentar el auténtico remordimiento y el verdadero arrepentimiento. Sólo entonces podremos recibir la gracia de acercarnos unos a otros, con una verdadera contrición, dando y recibiendo el perdón verdadero. En esta difícil tarea de perdonar y tener paz, María siempre está presente para animarnos, para guiarnos, para mostrarnos el camino. De la misma manera que perdonó a los verdugos de su Hijo al pie de la cruz, y luego recibió su cuerpo exánime entre sus manos, así ahora quiere guiar al pueblo de Sri Lanka a una mayor reconciliación, para que el bálsamo del perdón y la misericordia de Dios proporcione una verdadera curación para todos.

Por último, queremos pedir a María Madre que acompañe con su intercesión los esfuerzos de ambas comunidades de Sri Lanka, tamiles y cingaleses, por reconstruir la unidad que se había perdido. Al igual que su imagen volvió a su santuario de Madhu después de la guerra, pedimos al Señor que todos sus hijos e hijas de Sri Lanka puedan volver a la casa de Dios con un renovado espíritu de reconciliación y comunión.

Queridos hermanos y hermanas, me siento feliz de estar con vosotros en la casa de María. Oremos unos por otros. Sobre todo, pidamos que este santuario sea siempre una casa de oración y un remanso de paz. Que, por intercesión de Nuestra Señora de Madhu, todos los hombres encuentren aquí el ánimo y la fuerza para construir un futuro de reconciliación, justicia y paz para todos los hijos de esta querida tierra. Amén.
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