Un médico y un sacerdote fueron quienes le rescataron de su vida destrozada
Como homosexual no tenía paz ni sentido de la vida, relata un «azafato», hasta que se confesó…
“La oración fervorosa de una madre y un padre son la clave en esta historia, pues sin ese apoyo estratégico la vida del protagonista de este relato, Ervin, podría haber terminado en suicidio”, explica la periodista Ana Beatriz Becerra en la web Portaluz
Como todo adolescente en búsqueda de autonomía, Ervin abordaba con intensidad el presente llegando a ser impulsivo al socializar con sus amigos. Su conciencia se había nutrido desde la temprana infancia en la fe católica y sentía, dice, que “era algo indebido, incorrecto” esos impulsos de atracción hacia personas de su mismo sexo. Aun así, en las vacaciones de verano, a sus16 años, tuvo relaciones sexuales por primera vez con un amigo, adolescente como él.
Hoy, Ervin Cristancho Aragón tiene un juicio categórico sobre lo que entonces ocurrió y así lo expresa en su entrevista con Portaluz: “Me sentí culpable, me sentí mal, siempre la conciencia me decía que eso estaba mal, pero no le puse mucha atención a eso. Como sucedió una vez, me dije: ‘Esto es pasajero’; y ahí pienso que fue el momento cuando -pues uno es muy débil, el alma es débil- Satanás o el Demonio metió este bicho. A partir de ahí se quedó y se amañó por así decirlo, pero vino a desarrollarse un poco más adelante cuando había iniciado mi carrera, mi trabajo como profesional”.
Fe y conciencia
En los años siguientes su centro estuvo en obtener un desarrollo profesional. Corrió algunos riesgos al iniciarse en el consumo de alcohol y marihuana, pero sin derivar entonces a la adicción. Viajó a Canadá, se enamoró de una chica y juntos se trasladaron a Francia. Disfrutaban su relación de convivencia sin altibajos mayores, hasta que Ervin se embarcó en una aventura oculta con “un gringo” que duró tres meses. “Esto estaba mal porque la conciencia me acusaba y se acabó”.
Poco tiempo después, ya de regreso en su patria, Colombia, terminó la relación con su novia y se incorporó en el negocio aeronáutico como tripulante de cabina de pasajeros. También desde este momento se abrió a vivir como gay. “Entré como auxiliar de vuelo con una aerolínea y, claro, ahí en ese ambiente todo es permitido, no te señalan porque es muy normal. Yo me sentí cómodo y ahí me quedé”.
Pronto tuvo claro que Colombia no era del todo amigable al estilo gay que comenzaba a fascinarle y con su pareja de aquel entonces emigraron a un lugar que consideraron era el apropiado para ellos. “Aplicamos a la embajada canadiense, nos dieron la visa como residentes, como pareja, todo muy bien. Porque en Canadá nadie te señala y en Canadá todo es permitido; el libertinaje en Canadá es total y absoluto. En Canadá la zoofilia es aceptada, el matrimonio homosexual es aceptado, la adopción de hijos por parte de parejas gay, tanto de hombres como mujeres es aceptado”.
En el Santísimo, la salud y la paz
Aquel vínculo homosexual no duró, y en la frustración Ervin se acordaba de Dios; pero debido a los cánones en que fue formado, el pensar en Dios lo vinculaba con la culpa y eso le resultaba peor que su soledad existencial. Intentar salir de ese “túnel oscuro”, comenta, lo llevó a pasar límites en el consumo de alcohol. Pero tras el efecto adormecedor el vacío aparecía peor y su salud mental se iba deteriorando. Seis meses pasó con licencia del trabajo, en una terapia que no lograba sanar sus heridas, con apego continuo al consumo de alcohol y una compulsión suicida recurrente.
“Cuando ya me di cuenta de que no podía más, un día me fui a Nuestra Señora de Lourdes, en Montreal, porque siempre la fe me sostenía”. Esta decisión no fue casual y la atribuye a un acto de fe que involucra a sus padres, quienes durante años -según le confesaron más tarde- oraban por él. En esa parroquia de Montreal, ante el Santísimo, Ervin tuvo la certeza de ser acogido, querido por Dios. “Me arrodillé ante el Santísimo expuesto, lloré, supliqué a Cristo para ser liberado del mal y sentí paz”.
Después de esta experiencia, una conocida aerolínea canadiense le ofreció trabajo. Retomó no solo el rumbo laboral, en abstinencia, sino que feliz porque estaba seguro era Dios quien había apagado el fuego del infierno en que vivía. Un año después comenzó a darse licencias los días que tenía libres. Primero fueron unas copas de más, pronto vendrían las escapadas a las saunas y a cuanto lugar donde dar rienda suelta al sexo promiscuo. Otra vez, confiesa, daba la espalda a la familia y a Dios. Cuando daba excusas evasivas a sus padres para no ir a visitarlos, la madre, llorando, siempre le decía: “Seguiré orando por ti”. Una frase que traspasaba toda barrera.
Sabía que no era feliz con las decisiones que tomaba sobre su vida, y que estaba al borde del precipicio porque tampoco buscaba una solución. Fue más por cansancio y soledad que decidió regresar a Colombia. Encontró trabajo en una nueva aerolínea, continuó llevando una vida gay activa y también intentando de alguna forma mantenerse vinculado a la Iglesia católica: “Era un católico light o sea la practica era ir a la santa misa -no me confesaba, no comulgaba obviamente- pero me sentía católico”.
Un médico le receta una medicina para su alma
Pasaron los años y con la adultez dejó de ser tripulante de cabina, siendo reconocido como instructor. Al poco tiempo, el año 2016, unas hernias que tenía se complicaron y el médico que evaluó la necesidad de cirugía, recuerda, sería un inesperado instrumento de Dios, cuando al indicarle los exámenes previos le preguntó si era homosexual. Al confirmar Ervin que sí, le dijo una lacónica frase: “Voy a tratar de ayudarte”. Seis meses después de la cirugía, cuando regresó para un control de rutina, el médico le entregó una hoja donde describía diversas fragilidades de hábitos, psicológicas y espirituales que padecían las personas con vida activa homosexual acompañadas de textos bíblicos.
Sin dudarlo acudió hasta la Iglesia de La Concepción, en Bogotá, donde se confesó. Era mediados de diciembre de 2016. Semanas después, “escuchando en la misa de 7, del 1 de enero, al padre Oscar, su homilía hablando de la Santísima Virgen María, de su amor, de su poder, de su intercesión, de su ternura, lo que es ella realmente, me tocó el alma. Al final de la Eucaristía le pregunté si me podía atender en confesión y me citó para el 2 de enero”.
El sacerdote le aconsejó hacer durante 30 días un examen de conciencia general, en estado de oración, repasando los 10 mandamientos. Tras esta particular experiencia regresó con el cura y estuvo confesando, dice, durante horas… “Y yo siento en el alma que es Jesús el que me escucha; veo en la cara del padre, en la mirada, en sus palabras, en sus consejos, veo a Nuestro Señor; veo en la ternura con la que el sacerdote me habla, veo que es Jesús Nuestro Señor quien me habla, quien me aconseja, quien me sana y ahí inició mi conversión”.
Que reinen los Sagrados Corazones en el mundo
Al finalizar, la respuesta de Ervin a las tres últimas preguntas de Portaluz, dan cuenta de la transformación que desde la fe ha vivido este hombre…
- Ervin, durante este testimonio nos has hablado de que Dios en otras ocasiones también te rescató y otra vez volviste a la misma vida ¿Qué te hace pensar que esta vez será diferente?
- Estoy seguro, se siente en el alma porque mi fe se disparó al 1000 por ciento. Mis visitas al Santísimo son constantes, mi lectura de la Palabra es diaria, mi Santa Misa es lo más frecuente, mi confesión es lo más frecuente posible, cada mes o cada quince días la hago. La sagrada comunión me transforma, me tranquiliza; entonces es una conversión total porque ya me doy cuenta, porque yo no pertenezco a este mundo que es del Demonio. Debo de ser luz para ayudar a los que están en la oscuridad, para ayudar a aquellas personas que están en el homosexualismo, para ayudar a aquellos que no saben quiénes son; nacieron hombres y se sienten mujeres o viceversa. Hay que abrirle el corazón a nuestro Señor, hay que abrir el corazón ante el Santísimo, hay que permitirle a María Santísima nos toque en el alma, de lo contrario es imposible.
- ¿Actualmente su situación sentimental cuál es?
- Estoy casado con la Santa Madre Iglesia, no necesito ni de parejas, ni de novias, ni de novios.
- ¿Cuál es tu motivación en este momento?
- Que reinen en el mundo el Corazón Inmaculado de María (se emociona), y el Sagrado Corazón de Jesús.