En su libro «El infiltrado de Dios» cuenta su conversión y colaboración con los Carabinieri
Valter Di Cera: «Estaba en las Brigadas Rojas, a punto de matar, cuando encontré a Dios»
Valter Di Cera (n. 1958) es hoy psicólogo y criminólogo, y ha sido profesor universitario. Durante años colaboró con los Carabinieri para la desarticulación de las Brigadas Rojas, el grupo terrorista de extrema izquierda al que perteneció, responsable de 83 asesinatos en los años 70 y 80, entre ellos el del primer ministro Aldo Moro.
Se separó de la banda tras negarse a matar, en el último momento, a unos policías en cuyos rostros vio personas de carne y hueso, padres de familia. Mientras huía de la escena del crimen, sintió la presencia de Dios y reconoció "la intervención de la gracia" en no haber participado en ese atentado.
Ha escrito su experiencia de conversión en un libro, El infiltrado de Dios, sobre el cual le entrevista Lorenzo Formicola en Il Timone:
Todo empezó en el Liceo Francisco de Asís en Roma, en el barrio Centocelle, una escuela que le había quitado al santo su apelativo. Con el alma politizada, ese ambiente se convirtió rápidamente en terreno fértil para que germinara el comité comunista de Centocelle.
Valter Di Cera era un chico como muchos. Arrastrado por las pasiones de la curiosidad -en su caso, excesiva- típicas de la adolescencia, le deslumbró la retórica comunista. A los 19 años ya formaba parte de las Brigadas Rojas. Estamos a finales de 1977.
Huye de ese mundo en 1980 y en marzo de 1982 es arrestado. Documentos falsos y algo de dinero, con destino a Francia: se habría podido refugiar en este país y ser un brigadista para siempre. Esta fue la propuesta que le hicieron [las Brigadas Rojas] a Di Cera cuando, de manera confidencial, confesó la intención de dejar la organización terrorista roja, pero la rechazó. Nada de clandestinidad, solo la búsqueda de la confrontación con la justicia y con Dios.
A partir de ese día sus declaraciones y su colaboración con el Estado permitieron el arresto de muchos exponentes de las Brigadas Rojas, hasta la destrucción de las mismas. Di Cera fue uno de los artífices de la realización del sistema de seguimiento que llevó a decenas y decenas de arrestos. Con El infiltrado de Dios (Tau), Di Cera nos regala el relato extraordinario de una trama que tiene un Director insondable, típica de ese Guionista único que siempre nos deja a nosotros la última palabra.
Valter Di Cera, 'El infiltrado de Dios. De las Brigadas Rojas a la conversión. La historia de un extraordinario viaje de fe' (Tau)
-¿Qué eran las Brigadas Rojas?
-La expresión del mal. Históricamente fue una organización que propuso el Partido bolchevique en Italia, un partido revolucionario para tomar el poder político de nuestro país. Y para alcanzar este fin, la organización emprendió el camino del terrorismo, protagonizando crímenes y homicidios terribles. Fueron años muy oscuros, que pusieron seriamente en riesgo la democracia italiana.
-Usted era un adolescente cuando la fascinación ejercida por un profesor actuó sobre el entusiasmo de una mente joven y curiosa, lo que llevó a empezar a frecuentar la federación juvenil comunista. ¿Cómo pasa de la vida parroquial a la militancia en el terrorismo rojo?
-Es un paso complejo, gracias por haberlo captado. Yo nací en una familia italiana de lo más normal, una familia católica. Cuando estaba en el instituto empecé a frecuentar el sector romano de Comunión y Liberación. Don Giussani nos enseñaba que para ser cristianos era necesario serlo en los hechos, y surgió "la caritativa". Íbamos a hacer voluntariado en los barrios de chabolas, sobre todo los que estaban cerca del acueducto alejandrino, en la zona de Torpignatara [barrio de Roma].
-¿Qué hacían?
-Nos ocupábamos, como podíamos, de los emigrantes, muy pobres, que llegaban a Roma procedentes del sur de Italia. Una situación que recuerda mucho a la de las favelas brasileñas. Les llevábamos alimentos, vestidos y dábamos clases de recuperación a los niños. Una actividad muy hermosa. Mi visión del mundo toma forma en "la caritativa", al estar en contacto con esa pobreza extrema. Mientras tanto, como telón de fondo, estallaban las bombas de los años de plomo.
'El sentido de la caritativa' es un breve texto publicado en Milán en 1961 por la juventud estudiantil de Comunión y Liberación para dar sentido y dirección a su acción social.
-Así acaba en el gran equívoco "fe y marxismo", que le aleja de los ambientes parroquiales. ¿Cómo sucedió el engaño?
-Aquí se introducen lo que defino como "maestros malos". En un conjunto de escuelas, como la que yo frecuentaba, en la que hay una concentración de miles de estudiantes -claramente muy atractivos para las fuerzas de la izquierda, muy activas en esos años-, se infiltra la extrema izquierda. ¿Y dónde está el engaño? En esa parte de la Iglesia, si bien remota, pero que sin embargo defendía la llamada "teología de la liberación". Una justificación que proponían algunos obispos y que apoyaba la lucha armada. Esto tuvo un efecto dramático en los jóvenes que se sentían justificados, de alguna manera, por la postura de la Iglesia. El Papa de entonces era firmemente contrario, pero nació el catocomunismo, que también parió el monstruo de las Brigadas Rojas, un fenómeno capaz de implicar a cientos de miles de jóvenes que echaron a perder sus vidas.
-Así que también usted se convirtió en brigadista.
-Fue una cooptación a través de las dinámicas de grupo. He llevado a cabo varias investigaciones sobre la psicología de las organizaciones terroristas. Es un paso que sucede a través de mecanismos emotivos. Pero en mi caso sucedió de una manera distinta. Yo sentía una gran curiosidad. Cuando en el instituto nos hablaron de las Brigadas Rojas, todos estábamos convencidos de que eran una organización de la CIA, como escribía el Partido Comunista Italiano, y una organización neofascista. Se había creado un aura de misterio, y yo quería entender. A partir de ahí nació un diálogo que poco a poco me involucró. Se trata de un mecanismo terrible que mientras se lleva a cabo ya ha establecido un vínculo, el de la lucha armada.
-El 24 de septiembre de 1979 -el día en que usted, ya listo para llevar a cabo un atentado, decide no obedecer la orden de matar- descubre, tal ver por primera vez de verdad, el concepto de libre albedrío. Su elección cambió no solo su vida, sino, de alguna manera, la historia de Italia. ¿Puede contarnos, no lo que sucedió de manera práctica, porque dejaremos que el lector lo descubra en su libro, sino cómo se encontró usted teniendo que elegir?
-Usted ha puesto el foco en el centro de mi historia. Ese día me encontré en la posición de poder tomar una decisión: mi conciencia se puso en marcha y decidí no matar. Sentí a Dios dentro de mí, a mi lado, detrás de mí. Reconocí la intervención de la Gracia y reconquisté mi libertad. Elegí rechazar el infierno que había tocado de primera mano. Sentí que tenía mi vida en mis manos, y efectivamente la recuperé. Claramente, todo esto determinó un cambio radical en mí.
El 3 de octubre de 2023, con motivo de la aparición de su libro, Valter Di Cera relató en TV2000, la cadena de los obispos italianos, su camino de conversión, iniciado un instante antes de apretar el gatillo contra unos policías.
-Considerando que cambió la historia de Italia, no solo para usted, con su arresto llegó otro paso determinante ¿verdad?
-Primero, el servicio militar en la Brigada Paracaidista Folgore, después el arresto. Declaré de inmediato mi disponibilidad a colaborar con el Estado: la sintonía que se creó fue algo inexplicable. Comprendieron mi sinceridad y nació la "squadra acchiappi" [escuadrón de arrestos].
-Una Iglesia viva y valiente le acogió en los conventos para mantenerlo en un lugar seguro y escondido para, así, permitirle continuar su obra de aniquilación del brazo armado de las Brigadas Rojas. ¿Fue esto lo que incendió su nueva conversión e hizo que su contribución al antiterrorismo fuera tan extraordinaria?
-Haber reconocido la intervención de la Providencia había despertado algo en mí. Después, en los años de la colaboración con el Estado, por razones contingentes que se relatan en el libro, permanecí mucho tiempo en una comunidad religiosa. Así entré en contacto con los misioneros oblatos de María Inmaculada y los focolarinos. Dios hizo que conociera personas extraordinarias que perfeccionaron mi conversión.
-En los años en los que estaba destruyendo todo el sistema "brigatista", las Brigadas Rojas se estaban organizando para construir el Partido Comunista combatiente con el fin de poder acceder a la escena política italiana. ¿Cómo es posible que hoy haya aún quien sostiene que el comunismo no tiene nada que ver con las Brigadas Rojas?
-Es indudable que las Brigadas Rojas eran una organización comunista, muchos de sus militantes provenían del Partido Comunista como es el caso de Prospero Gallinari o Alberto Franceschini. Las Brigadas Rojas se sentían la continuación natural de la resistencia partisana [frente al nazismo] en una lógica de continuidad histórica. Este es un aspecto determinante porque atañe a un dato cultural muy importante para Italia.
[Lee en ReL: Estar en la cárcel quizá salvó el alma de Alberto Franceschini, fundador de las Brigadas Rojas]
-¿Cree que el terrorismo rojo puede volver de nuevo?
-En mi opinión, sí. He colaborado con el Estado durante mucho tiempo y he visto mucho. Y le puedo decir que en las condiciones actuales, hay serios riesgos de que así sea. Hemos derrotado a las Brigadas Rojas, pero como experto en antiterrorismo, como he sido durante muchos años, sé que muchos de sus miembros aún no han sido ni siquiera localizados. Además, las actuales condiciones de contexto demuestran que hay fracturas importantes que siguen siendo alimentadas por los antiguos y malos maestros.
[Lee en ReL otros testimonios de terroristas arrepentidos que han vivido una conversión religiosa:
Un terrorista de ETA arrepentido da 7 consejos para pedir perdón que él mismo puso en práctica
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Traducción de Verbum Caro.