Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Secuestrado por las Brigadas Rojas en 1978

Aldo Moro, cinco veces jefe de Gobierno en Italia y asesinado por «odio a la fe», podría ser santo

El líder democratacristiano emerge como un modelo de político con un componente ejemplar. La Iglesia ha dado el visto bueno para iniciar el proceso de beatificación.

Forum Libertas

Aldo Moro
Aldo Moro
En unos tiempos en los que el mundo de la política está cada vez más desacreditado por los continuos escándalos de corrupción, la figura del desaparecido Aldo Moro, que hubiera cumplido 96 años el pasado domingo, 23 de septiembre, emerge como un modelo de político con un comportamiento ejemplar.

Tanto es así que la Iglesia católica ha autorizado formalmente el proceso que puede llevar a la beatificación y eventual canonización de Moro, el líder democristiano italiano que fue cinco veces jefe del gobierno y que murió asesinado por terroristas de las Brigadas Rojas en 1978.

Así lo ha publicado en exclusiva La Gazzetta del Mezzogiorno, periódico de Apulia, la región natal de Moro, y se han hecho eco de la noticia varios diarios italianos este lunes, 24 de septiembre.

Según recoge la información publicada a su vez por el diario La Vanguardia este martes, Moro podría ser declarado beato por dos motivos: por un milagro que se atribuye a su intercesión y que ocurrió hace años en Mozambique, y por su condición de mártir, al ser asesinado por motivos ideológicos, de “odio a la fe”.

Cabe recordar que por este último motivo o categoría ya han sido beatificados un millar de sacerdotes y religiosos asesinados durante la guerra civil española.

Un modelo a seguir
El periodista que consiguió la exclusiva del inicio del proceso que podría llevar a Moro hasta la beatificación, Benedetto Sorino, opina que las posibilidades de que el fallecido político democristiano llegue a ser beato son bastante altas, debido a la coyuntura que vive el país.

“La política atraviesa una crisis muy profunda, en Italia y en otros países. Moro serviría para reivindicar un modelo de valores para una nueva clase política”, comentó Sorino telefónicamente, desde Bari.

El periodista no alberga dudas de que la Iglesia católica vería con buenos ojos la beatificación de Moro, “en este momento histórico muy particular”, pues le ayudaría a proyectar su influencia sobre la nueva generación de políticos.

Soriano recordó también que Moro era amigo íntimo del papa Pablo VI, que era un hombre de la Iglesia y representaba ese vínculo directo entre el Vaticano y la Democracia Cristiana italiana.

Moro, “siervo de Dios”
La iniciativa para elevar a los altares al político asesinado partió de la Fundación Moro. Tras una recogida de firmas a la que se adhirieron autoridades políticas locales y regionales, así como la diócesis de Bari, el crucial nihil obstat (nada se opone) por parte eclesial llegó del vicario de Roma -la diócesis del Papa-, el cardenal Agostino Vallini.

Vallini dio su visto bueno al nombramiento del postulador, una especie de abogado defensor de la causa, Nicola Giampaolo, uno de los pocos laicos a los que se les ha encargado esta tarea. Al mismo tiempo, Vallini proclamó a Moro “siervo de Dios”.

A partir de ahora, Giampaolo tiene la misión de recoger documentación y testimonios que muestren que Moro fue un modelo y una figura ejemplar para los creyentes, aunque la palabra final la tendrá el Papa. Y la categoría de mártir asesinado “en odio a la fe” ya sería suficiente para beatificarlo.

Un posible milagro
Sin embargo, en el caso de Moro se habla además de un milagro del que habría sido beneficiario un cardenal ya fallecido, Francesco Colasuonno. Este vivió un momento dramático en la nunciatura de Mozambique, cuando un grupo de guerrilleros asaltó la legación diplomática y mató a muchos de quienes estaban dentro. Según Colasuonno, él se recluyó en una habitación en la que colgaba un retrato de Moro. Empezó a rezar e invocó su ayuda. Después de salvar la vida en el episodio, Colasuonno tenía una certeza. “Él (Moro) es mi santo”, dijo.

“Bellísima propuesta”
Por otro lado, la propuesta de beatificar a Moro ha tenido una acogida con diferentes matices entre la familia del desaparecido político. Así, mientras una de las hijas, Agnese Moro, señaló en una entrevista publicada por La Gazzetta del Mezzogiorno, que el asunto no le interesaba, tal vez la razón es el temor a que reabran heridas; otra hija, Maria Fida, habló de una “bellísima propuesta” y aseguró que su padre era digno de beatificación por el modo en que vivió y murió.

Hay que recordar también que Moro hizo gala de una fe irreductible en los 55 días de cautiverio pasados en la “cárcel del pueblo” en la que lo tuvo encerrado el comando de las Brigadas Rojas.

Aldo Moro fue un protagonista central de la política italiana después de la II Guerra Mundial. Intervino ya en los trabajos de la nueva Constitución y formó parte, como subsecretario de Asuntos Exteriores, del Gobierno de De Gasperi en 1948. De muy joven ocupó ya varios ministerios y en 1963 fue elegido por primera vez jefe del gobierno, un cargo que volvería a desempeñar en otros cuatro periodos, el último en 1976.

Moro fue uno de los impulsores del compromiso histórico, la idea de incorporar al PCI en el gobierno del país, dado su peso político y su influencia en los sindicatos. Al final el plan se quedó en un apoyo externo.

Con este escenario, el 16 de marzo de 1978 Moro fue secuestrado, justo el día en que se presentaba un nuevo gobierno con Giulio Andreotti al frente. Las Brigadas Rojas mataron a los cinco hombres que escoltaban al político italiano para llevar a cabo la captura.

Al secuestro siguió una fase de comunicados y chantajes de los terroristas. El Gobierno de Andreotti se mantuvo firme. Finalmente, el 9 de mayo de 1978, se produjo el trágico desenlace. El cadáver de Moro fue hallado en el maletero de un Renault 4 en el centro de Roma. Tenía 61 años.
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