Es el Arzobispo de Boston
El cardenal O´Malley, el paladín en la lucha contra la pederastia: «La crisis no ha acabado»
Hombre de confianza de Juan Pablo II y de Joseph Ratzinger como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y como pontífice.
El arzobispo de Boston, cardenal Sean Patrick O’Malley ha hecho público un documento con fecha del 4 de enero y que lleva su firma titulado “10 años después. Reflexiones sobre la crisis de abusos sexuales en la arquidiócesis de Boston”, dirigido a la comunidad eclesial en ocasión de los diez años transcurridos desde que salió a la luz la serie de abusos sexuales perpetrados por el clero de la arquidiócesis contra menores.
Según informa Radio Vaticano, el documento destaca textualmente: “Nuestra Iglesia no podrá nunca olvidar la crisis sufrida por los abusos sexuales perpetrados por el clero. Los días traumáticos y dolorosos que hemos vivido hace diez años nos han impulsado para afrontar la cuestión con honestidad y a poner en acto necesarios y múltiples cambios. Estaremos siempre concentrados en la protección de los niños con la misma seriedad y atención”.
El documento subraya que la Iglesia de Boston está llamada a la misión, por lo que se asegura que seguirán asumiéndose el cuidado de las víctimas y la transformación de la Iglesia en un ambiente más seguro para todos. “Miramos confiados al futuro con la certeza de que Dios nos ayudará tras esta situación ofreciendo esperanza y consuelo a todas las personas golpeadas por esta crisis”, escribe el purpurado.
Una carta acompaña al documento, epístola que en la que se resume la cuestión subrayando que “hace una década un problema con la historia, más profundo de cuanto se hubiera podido imaginar, estalló en la comunidad eclesial”. "Como Iglesia – se lee en la carta-, nunca podremos olvidar, y nunca lo haremos, el trauma y el sentimiento de repulsión tras haber constatado que por décadas los niños habían sido objeto de abusos sexuales que han devastado sus vidas y las de sus propios familiares. Debemos continuar expresando nuestra profunda tristeza y constricción por el modo en que hemos fracasado ante aquellos que habían sido confiados a nuestros cuidados”.
«La crisis no ha acabado»
Además de la publicación del documento mencionado, el cardenal arzobispo de origen irlandés ha advertido en una entrevista con el National Catholic Reporter que "la crisis no ha acabado", que "no hemos salido de la crisis todavía".
O’Malley, franciscano capuchino, es también visitador apostólico para Irlanda, otro territorio eclesiástico que junto con la archidiócesis de Boston son de los más afectados por el escándalo de los abusos sexuales en manos del clero.
El cardenal estadounidense es reconocido por muchos como un paladín de la lucha contra los abusos y hombre de confianza de Juan Pablo II y de Joseph Ratzinger, primero como cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y ahora como pontífice. En Boston, en 2003, fue nombrado en arzobispo en sustitución del cardenal Bernard Law, quien tuvo que dejar la archidiócesis por haber menospreciado el problema de los sacerdotes pederastas.
El National Catholic Reporter recuerda que 1992 O’Malley prestaba sus sefvicios como misionero en las Islas Vírgenes, cuando fue enviado a la diócesis de Fall River en Massachusetts, en donde se vio aobligado a medir sus fuerzas con un escándalo de abusos sexuales que involucraba al ex sacerdote Jamer Porter. Entre otras cosas, una experiencia que se convirtió una ocasión para que O’Malley se encontrara con las víctimas de abusos. Una década más tarde, O’Malley fue enviado a Palm Beach, Florida, en donde otra diócesis se encontraba en el caos después de que dos obispos hubuieran presentado sus renuncias tras haberse dado a conocer su condición de abusadores.
El vaticanista norteamericano John L. Allen señala que, sin embargo, "todo esto parecía una pequeña ducha en relación con el tsunami que estaba esperando a O’Malley en Boston. Como se deduce de su curriculum vitae, O’Malley, que ahora tiene 67 años, es la referencia de la Iglesia estadounidense en la crisis de los abusos sexuales. Cuando el papa Benedicto XVI visitó los Estados Unidos en 2008, fue O’Malley el que arregló el primer encuentro entre las víctimas y el Pontífice. Cuando la Iglesia en Irlanda se encontró en la misma situación, Benedicto XVI envió a O’Malley a Dublín, para que condujera una investigación oficial2.
En el diálogo con el medio eclesial estadounidense, el prelado reconoce que "el trauma y el sufrimiento son algo que nos marcarán durante mucho tiempo, tal vez para siempre. Decir que en Boston nos hayamos curado, o que hayamos superado la situación es incorrecto. Es algo con lo que tenemos que convivir".
"Cuando llegué la primera vez, había una rabia tal, un dolor, por parte de las víctimas, en las parroquias y entre los religiosos. En algunos barrios había casi desesperación. La gente quería saber cómo había reaccionado la Iglesia. Como si no fuera suficiente, también estábamos cayendo desde el punto de vista económico. El seminario se había vaciado. Había un enorme dolor y una rabia enorme", declara O´Malley.
Según informa Radio Vaticano, el documento destaca textualmente: “Nuestra Iglesia no podrá nunca olvidar la crisis sufrida por los abusos sexuales perpetrados por el clero. Los días traumáticos y dolorosos que hemos vivido hace diez años nos han impulsado para afrontar la cuestión con honestidad y a poner en acto necesarios y múltiples cambios. Estaremos siempre concentrados en la protección de los niños con la misma seriedad y atención”.
El documento subraya que la Iglesia de Boston está llamada a la misión, por lo que se asegura que seguirán asumiéndose el cuidado de las víctimas y la transformación de la Iglesia en un ambiente más seguro para todos. “Miramos confiados al futuro con la certeza de que Dios nos ayudará tras esta situación ofreciendo esperanza y consuelo a todas las personas golpeadas por esta crisis”, escribe el purpurado.
Una carta acompaña al documento, epístola que en la que se resume la cuestión subrayando que “hace una década un problema con la historia, más profundo de cuanto se hubiera podido imaginar, estalló en la comunidad eclesial”. "Como Iglesia – se lee en la carta-, nunca podremos olvidar, y nunca lo haremos, el trauma y el sentimiento de repulsión tras haber constatado que por décadas los niños habían sido objeto de abusos sexuales que han devastado sus vidas y las de sus propios familiares. Debemos continuar expresando nuestra profunda tristeza y constricción por el modo en que hemos fracasado ante aquellos que habían sido confiados a nuestros cuidados”.
«La crisis no ha acabado»
Además de la publicación del documento mencionado, el cardenal arzobispo de origen irlandés ha advertido en una entrevista con el National Catholic Reporter que "la crisis no ha acabado", que "no hemos salido de la crisis todavía".
O’Malley, franciscano capuchino, es también visitador apostólico para Irlanda, otro territorio eclesiástico que junto con la archidiócesis de Boston son de los más afectados por el escándalo de los abusos sexuales en manos del clero.
El cardenal estadounidense es reconocido por muchos como un paladín de la lucha contra los abusos y hombre de confianza de Juan Pablo II y de Joseph Ratzinger, primero como cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y ahora como pontífice. En Boston, en 2003, fue nombrado en arzobispo en sustitución del cardenal Bernard Law, quien tuvo que dejar la archidiócesis por haber menospreciado el problema de los sacerdotes pederastas.
El National Catholic Reporter recuerda que 1992 O’Malley prestaba sus sefvicios como misionero en las Islas Vírgenes, cuando fue enviado a la diócesis de Fall River en Massachusetts, en donde se vio aobligado a medir sus fuerzas con un escándalo de abusos sexuales que involucraba al ex sacerdote Jamer Porter. Entre otras cosas, una experiencia que se convirtió una ocasión para que O’Malley se encontrara con las víctimas de abusos. Una década más tarde, O’Malley fue enviado a Palm Beach, Florida, en donde otra diócesis se encontraba en el caos después de que dos obispos hubuieran presentado sus renuncias tras haberse dado a conocer su condición de abusadores.
El vaticanista norteamericano John L. Allen señala que, sin embargo, "todo esto parecía una pequeña ducha en relación con el tsunami que estaba esperando a O’Malley en Boston. Como se deduce de su curriculum vitae, O’Malley, que ahora tiene 67 años, es la referencia de la Iglesia estadounidense en la crisis de los abusos sexuales. Cuando el papa Benedicto XVI visitó los Estados Unidos en 2008, fue O’Malley el que arregló el primer encuentro entre las víctimas y el Pontífice. Cuando la Iglesia en Irlanda se encontró en la misma situación, Benedicto XVI envió a O’Malley a Dublín, para que condujera una investigación oficial2.
En el diálogo con el medio eclesial estadounidense, el prelado reconoce que "el trauma y el sufrimiento son algo que nos marcarán durante mucho tiempo, tal vez para siempre. Decir que en Boston nos hayamos curado, o que hayamos superado la situación es incorrecto. Es algo con lo que tenemos que convivir".
"Cuando llegué la primera vez, había una rabia tal, un dolor, por parte de las víctimas, en las parroquias y entre los religiosos. En algunos barrios había casi desesperación. La gente quería saber cómo había reaccionado la Iglesia. Como si no fuera suficiente, también estábamos cayendo desde el punto de vista económico. El seminario se había vaciado. Había un enorme dolor y una rabia enorme", declara O´Malley.
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