¿Quiénes son los esclavos de hoy? Los que, por el pecado, no son capaces de amar, dice el Papa
El Papa Francisco ha dedicado la catequesis de la audiencia pública de este miércoles 12 de septiembre al Tercer Mandamiento, "santificarás las fiestas", que incluye el mandato del "sabbath", el festivo semanal, un rasgo de la cultura de Israel único en el mundo antiguo, hasta el punto de que ni siquiera los esclavos podían trabajar en la fiesta. Así, ese festivo, como los demás mandamientos, busca hacer que el hombre sea más libre.
El Papa comparó la forma en que este mandamiento aparece en dos libros distintos de la Biblia: en Éxodo y en Deuteronomio. “Mientras en el Libro del Éxodo el motivo del reposo es la bendición de la creación – afirma el Papa – en el Deuteronomio, en cambio, se conmemora el final de la esclavitud. En este día el esclavo debía reposar como el amo, para celebrar la memoria de la Pascua de liberación”.
Artistas italianos recibieron al Papa en su audiencia pública de este miércoles en la Plaza de San Pedro
La esclavitud: interior y exterior
Hay muchos tipos de esclavitud, dijo el Papa Francisco. Señaló que las hay exteriores e interiores, fruto de opresiones, violencias e injusticias; y también prisiones interiores, como los tormentos, los complejos o los obstáculos psicológicos. Pero hay una esclavitud que es más fuerte que cualquier otra: la del propio yo. El “ego” puede convertirse en un verdugo que tortura constantemente al hombre, procurándole la más profunda de las opresiones que es el “pecado”.
El Papa explicó que el pecado esclaviza al hombre, dando ejemplos:
- no hay descanso para quien vive de la gula y de la lujuria;
- el ansia de poseer destruye al avaro,
- el fuego de la ira y la carcoma de la envidia corroen las relaciones;
- y el egocentrismo del soberbio lo aísla y aleja de los demás.
Así, la verdadera esclavitud es la de no saber amar.
Incluso en la cárcel, puede haber libertad con Dios
En estas condiciones de prisiones interiores, precisa el Santo Padre, no puede existir el descanso, una persona atormentada por dificultades interiores no puede ser libre, pero de otro lado, un hombre encarcelado y oprimido puede ser libre.
“De hecho, precisa el Pontífice, hay personas que, incluso en la cárcel, experimentan una gran libertad de espíritu. Pensemos, por ejemplo, en San Maximiliano Kolbe, o en el Cardenal Van Thuan, que transformaron las opresiones oscuras en lugares de luz. Como también hay personas que están marcadas por grandes fragilidades interiores pero que conocen el reposo de la misericordia y saben cómo transmitirla”. Entonces, afirma el Papa:
“La verdadera libertad no es solamente una cuestión de elección, ciertamente, esto forma parte de la libertad, y por ello nos comprometemos a garantizarla a todos los hombres y mujeres. Pero sabemos, que ser capaz de hacer lo que quieres no es suficiente para ser verdaderamente libre, y ni siquiera feliz. La verdadera libertad es mucho más que eso”
El verdadero esclavo es aquel que no es capaz de amar
El tercer mandamiento, que nos invita a celebrar la liberación en reposo, concluye el Papa Francisco, es para nosotros los cristianos una profecía del Señor Jesús, que rompe la esclavitud interior del pecado para hacer al hombre capaz de amar. “El verdadero amor es la verdadera libertad – afirma el Pontífice – se separa de la posesión, reconstruye las relaciones, sabe acoger y valorar al prójimo, transforma todo esfuerzo en un don gozoso y lo hace capaz de comunión. El amor nos hace libres incluso en la cárcel, aunque seamos débiles y limitados”. Esta es la libertad que recibimos de nuestro Redentor, nuestro Señor Jesucristo.
El descanso, un tiempo privilegiado de encuentro con el Señor
Antes de concluir su catequesis, el Obispo de Roma saludó cordialmente a los peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina, y en particular al grupo de sacerdotes venezolanos, acompañados por el Cardenal Baltazar Porras. “Hoy – dijo el Papa – celebramos la fiesta del Santísimo Nombre de María. Pidámosle a nuestra Madre del Cielo que nos ayude a vivir el descanso dominical como un tiempo privilegiado de encuentro con el Señor y con los demás, dejando que el amor de Jesús nos libere de todas nuestras esclavitudes”.