Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Dios nos quiere felices y donde haya alegría simple y limpia está su huella, dice el Papa Francisco

ReL

Un malabarista ante el Papa Francisco, en un encuentro de hace unos meses
Un malabarista ante el Papa Francisco, en un encuentro de hace unos meses

La familia y la fe, que viajan con ellos, deben ser los dos grandes apoyos de los artistas itinerantes del mundo del espectáculo, que hacen un gran servicio a la sociedad mediante su alegría y diversión sana, una alegría que tiene la huella de Dios, que nos quiere felices. 

Así se dirigió el Papa Francisco a los representantes de la Asociación italiana que reúne a los que trabajan en este sector ANESV, con un pensamiento especial a los niños, a los ancianos y a los enfermos.

Los invitó a no desalentarse, a proseguir su camino, para que «nuestras ciudades no pierdan el gusto de la peculiar belleza de su arte y de su alegría», sin olvidar su fe y la importancia de la familia:

«El vuestro es un camino que, gracias a Dios, está iluminado por la fe, una fe que viven sobre todo en familia, y ello es muy importante: la familia en camino con Dios, animada por la confianza en la Providencia».


  Artistas del espectáculo itinerantes, con el Papa hace unos meses

Que los itinerantes encuentren parroquias acogedoras
Tras desear que puedan encontrar siempre en los lugares a donde van parroquias acogedoras, el Santo Padre recordó su encuentro anterior, en junio de 2016.

Y antes de su bendición y de encomendarlos al amparo de María, nuestra Madre, para que los acompañe siempre en su caminar y en los lugares donde se detienen,  reiterando que son «artesanos de la fiesta, de la maravilla y de lo bello…, llamados a alimentar sentimientos de esperanza y de confianza», el Papa aseguró que prefiere esta forma de arte y belleza artesanal a «la que producen las grandes potencias de la diversión, que resulta algo ‘aséptica’ y poco humana»:

«Les confieso que prefiero la de ustedes, que perfuma mayormente de estupor, de encanto y que sin embargo es fruto de horas y horas de duro trabajo. Un carrusel nunca acaba de maravillar, genera una alegría dulce, en los pequeños y en los grandes. También los grandes vuelven a encontrar la alegría de la infancia, vuelven a las raíces, a la memoria de la infancia».

«En efecto, la vocación de vuestra vida y de vuestro trabajo es alegría. Pienso que, si nos remontamos al origen de vuestras ‘caravanas’, encontramos siempre a alguien – un abuelo, una abuela, un bisabuelo… -  que se apasionó a de ese tipo de espectáculo, y sintió una vocación alegre y por ello estuvo dispuesto a grandes sacrificios. Es una vocación que se vuelve enseguida misión: la misión de ofrecer a la gente, a los niños, pero también a los adultos y ancianos, ocasiones de diversión sana, limpia: diversión sana y limpia, sin necesidad de ir a lo bajo para buscar material de diversión».

«Y en esta vocación y misión ¿cómo podría faltar la mano de Dios? Dios nos ama y quiere que seamos felices. Dondequiera que haya una alegría simple, limpia, está su huella».

«Por ello, si sabrán conservar estos valores, esta genuinidad y sencillez, ustedes serán mensajeros de la alegría que le gusta a Dios y que viene de Él».

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