Jesús también es intercesor, y su oración ante el Padre nos transforma, recuerda el Papa en misa
En algunas regiones del sur de Italia (y, sin duda, en otros países) las organizaciones mafiosas acuden a los pequeños negocios hundidos por el coronavirus y les prestan dinero... a cambio de ponerlos bajo su protección, y después control. Probablemente a este tipo de casos se ha referido esta mañana el Papa Francisco antes de empezar la misa matinal en la Residencia Santa Marta cuando se refirió a los "usureros".
«En tantas partes se siente ya uno de los efectos de esta pandemia, y es que tantas familias tienen necesidad, tienen hambre y por desgracia la ayuda surge de los usureros. Ésta es otra pandemia, una pandemia social. Oremos por estas familias y su dignidad, por tantos niños. Y recemos también por los usureros, que el Señor toque su corazones y se conviertan», ha pedido el Pontífice al iniciar la misa.
Después, en homilía, Francisco ha querido resaltar la figura de Jesús como intercesor. Ha recordado que Pedro, que no era valiente en la Pasión, es ahora firme y vehemente ante los sacerdotes del sanedrín. Francisco ha recordado que «está la figura de Pedro que es capaz de arrodillarse ante Jesús y decir aléjate de mi, soy pecador y después está el Pedro que busca pasar desapercibido para no terminar en la cárcel y niega a Jesús. Es una persona inestable, generoso pero muy débil. ¿Cuál es la fuerza que ha tenido Pedro para llegar hasta aquí?». La respuesta la encontramos en un pasaje de la biblia, «antes de la pasión Jesús le dice a Pedro: yo rezaré por ti, para que tu fe no disminuya».
Francisco ha señalado que «nosotros estamos acostumbrados a rezar a Jesús para que nos conceda distintas gracias, pero no estamos acostumbrados a contemplar a Jesús el intercesor, a Jesús que reza por nosotros. Pedro ha sido capaz de hacer todo este camino: desde cobarde a valiente con la ayuda del Espíritu Santo, a través de la oración de Jesús».
«Aprendamos de esto -ha dicho- dirijámonos a Jesús agradeciendo que Él rece por nosotros. Debemos tener más confianza en la oración de Jesús que en la nuestra. Jesús, ora por mí, porque Tú eres el intercesor. Que el Señor nos enseñe a pedir la gracia de que rece por cada uno de nosotros».
Homilía del 23 de abril, transcripción de VaticanNews
La primera lectura continúa la historia que comenzó con la curación del lisiado en la Hermosa Puerta del Templo. Los apóstoles fueron llevados ante el sinedro, luego fueron enviados a prisión, y un ángel los liberó. Y esa mañana, justo esa mañana, tenían que salir de la prisión para ser juzgados, pero habían sido liberados por el ángel y predicaban en el Templo. "En aquellos días, Entonces el comisario del templo con sus alguaciles, condujeron los apóstoles y los presentaron en el Consejo"; fueron a buscarlos al Templo y los llevaron al Consejo. Y allí, el sumo sacerdote les reprochó: "¿Os habíamos ordenado no enseñar mencionando ese nombre? - es decir, en el nombre de Jesús - y vosotros habéis llenado Jerusalén de vuestra doctrina y queréis hacernos responsables de la muerte de ese hombre”, porque los apóstoles, Pedro, sobre todo, reprochaba; Pedro y Juan reprocharon a los jefes, los sacerdotes, de haber matado a Jesús.
Y entonces Pedro respondió junto con los apóstoles: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, a quien vosotros ejecutasteis colgándolo de un madero”. Y acusa, pero con una valentía, con una franqueza, que uno se pregunta: "Pero, ¿es éste el Pedro que negó a Jesús? ¿Ese Pedro que tenía tanto miedo, ese Pedro que también era un cobarde? ¿Cómo llegó aquí?" Y también termina diciendo: "De estos hechos, nosotros somos testigos con el Espíritu Santo que Dios concede a los que creen en él". ¿Cuál fue la manera de este Pedro para llegar a este punto, a este valor, a esta franqueza, para exponerse? Porque podría llegar a compromisos y decir a los sacerdotes: "Pero no te preocupes, iremos, hablaremos un poco más bajo, nunca te acusaremos en público, pero nos dejas en paz...", y llegar a compromisos.
En la historia, la Iglesia ha tenido que hacer esto muchas veces para salvar al pueblo de Dios. Y muchas veces, también lo ha hecho para salvarse a sí mismo, ¡pero no la Santa Iglesia! - hasta los líderes. Los compromisos pueden ser buenos y pueden ser malos. Pero, ¿pero ellos, podían salir del compromiso? No, Pedro dijo: "Sin compromiso. Vosotros sois los culpables", y con esta valentía.
¿Y cómo llegó Pedro a este punto? Porque era un hombre entusiasta, un hombre que amaba con fuerza, incluso un hombre temeroso, un hombre que estaba abierto a Dios hasta el punto de que Dios le revela que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, pero poco después -inmediatamente- se dejó caer en la tentación de decirle a Jesús: "No, Señor, por este camino no: vayamos por el otro": la redención sin la Cruz. Y Jesús le dice: "Satanás".
Un Pedro que pasó de la tentación a la gracia, un Pedro que es capaz de arrodillarse ante Jesús [y decir]: "Aléjate de mí, que soy un pecador", y luego un Pedro que trata de alejarse sin ser visto y para no terminar en la cárcel niega a Jesús. Es un Pedro inestable, pero porque fue muy generoso y también muy débil. ¿Cuál es el secreto, qué fuerza tuvo Pedro para llegar aquí? Hay un verso que nos ayudará a entender esto. Antes de la Pasión, Jesús dijo a los apóstoles: "Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo". Es el momento de la tentación: "Sereis así, como el trigo. Y a Pedro le dijo: "yo he rezado por ti para que no falle tu fe". Este es el secreto de Pedro: la oración de Jesús. Jesús reza por Pedro, para que su fe no falle y pueda - dice Jesús - confirmar a sus hermanos en la fe. Jesús reza por Pedro.
Y lo que Jesús hizo con Pedro, lo hace con todos nosotros. Jesús reza por nosotros; Él reza ante el Padre. Estamos acostumbrados a rezar a Jesús para que nos dé esta gracia, esa otra gracia, para ayudarnos, pero no estamos acostumbrados a contemplar a Jesús que hace ver las heridas al Padre, a Jesús, el intercesor, a Jesús que reza por nosotros. Y Pedro pudo pasar de ser cobarde a ser valiente con el don del Espíritu Santo gracias a la oración de Jesús.
Pensemos un poco en eso. Dirijámonos a Jesús, agradeciendo que Él reza por nosotros. Por cada uno de nosotros, Jesús reza. Jesús es el intercesor. Jesús quiso llevarse las heridas para que el Padre pudiera verlas. Es el precio de nuestra salvación. Debemos tener más confianza; más que en nuestras oraciones, en la oración de Jesús. "Señor, reza por mí" - "Pero yo soy Dios, puedo darte..." - "Sí, pero reza por mí, porque tú eres el intercesor". Y este es el secreto de Pedro: "Pedro, rezaré por ti para que tu fe no falle". Que el Señor nos enseñe a pedirle la gracia de rezar por cada uno de nosotros.