Antes del rezo del Ángelus
El Papa Francisco pide, ante los excesos verbales: «Por favor, ¡no insultéis! No ganamos nada…»
Ante la proliferación de excesos verbales, el Papa Francisco ha pedido este domingo a los cristianos, «Por favor, ¡no insultéis! No ganamos nada…». El Santo Padre lamenta que, en muchas sociedades, «nos hemos habituado a insultar, es casi como decir ‘buenos días’. Pero quien insulta a un hermano, lo mata en el propio corazón».
Durante el rezo del Ángelus con miles de peregrinos en la plaza de San Pedro, el Papa ha comentado el quinto mandamiento «No matarás», haciendo notar que ese mandamiento «no se rompe solo con el homicidio de hecho sino también con los comportamientos que ofenden la dignidad, incluidas las palabras injuriosas».
Según Francisco, en el pasaje del discurso de la montaña, Jesús «nos invita a no hacer una graduación de las ofensas, sino a considerarlas todas dañinas».
Jesús enseñaba la caridad y la misericordia, que evitan caer “en el formalismo: esto puedo hacerlo, esto no; hasta aquí puedo, hasta aquí no puedo…”.
El Papa ha recordado también las palabras de Jesús sobre el adulterio «que entonces era considerado como una violación del derecho de propiedad del hombre sobre la mujer», subrayando que el Señor lo extendía al «adulterio en el corazón».
También se ha referido al mandato de «no juréis», haciendo ver que «el juramento es un signo de la inseguridad y la doblez en las relaciones humanas».
Francisco ha advertido que el juramento «instrumentaliza la autoridad de Dios para dar garantía a nuestros asuntos humanos. Más bien estamos llamados a instaurar entre nosotros, en nuestras familias y en nuestras comunidades un clima de confianza recíproca».
A continuación reproducimos el texto completo del Papa Francisco, traducido por la agencia Zenit:
“Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
La liturgia de hoy nos presenta otra página del Discurso de la Montaña, que encontramos en el evangelio de Mateo. En este paso Jesús quiere ayudar a sus oyentes a realizar una nueva lectura de la ley mosaica.
Aquello que fue dicho en la Antigua alianza no rea todo: Jesús vino para cumplir y promulgar de manera definitiva la ley de Dios. Él manifiesta la finalidad originaria y cumple los aspectos auténticos, y hace todo esto con su predicación y más aún ofreciéndose a sí mismo en la cruz.
Así Jesús enseña como hacer plenamente la voluntad de Dios y usa esta palabra: “justicia superior” respecto alos escribas y fariseos. Una Justicia animada por el amor, la caridad, la misericordia y por lo tanto capaz de realizar la sustancia de los mandamientos, evitando el riesgo del formalismo. El formalismo: esto puedo, esto no puedo; hasta aquí puedo, hasta aquí no puedo… No: mucho más, en particular en el Evangelio de hoy Jesús toma en consideración tres aspectos: el homicidio, el adulterio y el juramento.
Sobre el mandamiento “no matar”, Él afirma que se viola no solamente con el homicidio efectivo, sino también con comportamientos que ofenden la dignidad de la persona humana, incluidas las palabras injuriosas. Seguramente estas no tienen la misma gravedad y culpa del asesinato, pero se poene en la misma línea, porque tiene las mismas premisas y revelan la misma maldad.
Jesús nos invita a no establecer una lista que evalúa las ofensas, sino considerarlas a todas dañosas, porque movidas por el deseo de hacer mal al prójimo. Y Jesús da el ejemplo. Insultar: nosotros estamos acostumbrados a insultar, es como decir “buenos días”. Y esto está en la misma línea del asesinato. Quien insulta a un hermano, asesina en el propio corazón al hermano. ¡Por favor nunca insultar! No ganamos nada…
Otro cumplimento aporta a la ley matrimonial. El adulterio era considerado una violación del derecho de propiedad del hombre sobre la mujer. Jesús en cambio va a la raíz del mal. Así como se llega al homicidio a través de las injurias y las ofensas, así se llega al adulterio a través de las intenciones de poseer a una mujer diversa de la propia esposa.
El adulterio, como el hurto, la corrupción y todos los pecados, son antes concebidos en nuestra intimidad, y una vez tomada en el corazón la decisión equivocada, se transforman en comportamiento concreto. Y Jesús dice: quien mira a una mujer que no es la propia con ánimo de posesión es un adúltero en su corazón, ha iniciado el camino hacia el adulterio. Pensemos un poco sobre esto: sobre los malos pensamientos que vienen en esta línea.
Jesús después, dice a sus discípulos que no juren, porque el juramento es signo de la inseguridad y de la doble cara con que se realizan las relaciones humanas. Se instrumentaliza la autoridad de Dios para dar garantías a nuestros asuntos humanos.
Más bien estamos llamados a instaurar entre nosotros, en nuestras familias y en nuestras comunidades un clima de limpidez y de confianza recíproca, para que podamos ser considerados sinceros sin recurrir a intervenciones superiores para ser creídos.
!La desconfianza y la sospecha recíproca amenazan siempre la serenidad¡ La Virgen María, mujer que escuchaba con docilidad y obedecía con alegría, nos ayude a acercarnos siempre más al evangelio, para ser cristianos no de fachada, sino de sustancia. Y esto es posible con la gracia del Espíritu Santo, que nos permite hacer todo con amor, y así cumplir plenamente la voluntad de Dios”.
Después de la oración del ángelus el Papa dirigió algunos saludos
“Queridos hermanos y hermanas, saludo a todos los peregrinos aquí presentes, a las familias, a los grupos parroquiales, a las asociaciones. En particular a los alumnos del Instituto “Carolina Coronado” de Almendralejo y a los fieles de Tarragona, en España. También a los grupos de Caltanissetta, Valgoglio, Ancona, Pesaro, Turín y Pisa.
A todos les deseo un buen domingo. No nos olvidemos, no insultar, no mirar con malos ojos, con ojos de poseer a la mujer del prójimo, y no jurar. Es tan simple.
Y por favor no se olviden de rezar por mi. ‘¡Buon pranzo‘ y ‘arrivederci!'”.
Durante el rezo del Ángelus con miles de peregrinos en la plaza de San Pedro, el Papa ha comentado el quinto mandamiento «No matarás», haciendo notar que ese mandamiento «no se rompe solo con el homicidio de hecho sino también con los comportamientos que ofenden la dignidad, incluidas las palabras injuriosas».
Según Francisco, en el pasaje del discurso de la montaña, Jesús «nos invita a no hacer una graduación de las ofensas, sino a considerarlas todas dañinas».
Jesús enseñaba la caridad y la misericordia, que evitan caer “en el formalismo: esto puedo hacerlo, esto no; hasta aquí puedo, hasta aquí no puedo…”.
El Papa ha recordado también las palabras de Jesús sobre el adulterio «que entonces era considerado como una violación del derecho de propiedad del hombre sobre la mujer», subrayando que el Señor lo extendía al «adulterio en el corazón».
También se ha referido al mandato de «no juréis», haciendo ver que «el juramento es un signo de la inseguridad y la doblez en las relaciones humanas».
Francisco ha advertido que el juramento «instrumentaliza la autoridad de Dios para dar garantía a nuestros asuntos humanos. Más bien estamos llamados a instaurar entre nosotros, en nuestras familias y en nuestras comunidades un clima de confianza recíproca».
A continuación reproducimos el texto completo del Papa Francisco, traducido por la agencia Zenit:
“Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
La liturgia de hoy nos presenta otra página del Discurso de la Montaña, que encontramos en el evangelio de Mateo. En este paso Jesús quiere ayudar a sus oyentes a realizar una nueva lectura de la ley mosaica.
Aquello que fue dicho en la Antigua alianza no rea todo: Jesús vino para cumplir y promulgar de manera definitiva la ley de Dios. Él manifiesta la finalidad originaria y cumple los aspectos auténticos, y hace todo esto con su predicación y más aún ofreciéndose a sí mismo en la cruz.
Así Jesús enseña como hacer plenamente la voluntad de Dios y usa esta palabra: “justicia superior” respecto alos escribas y fariseos. Una Justicia animada por el amor, la caridad, la misericordia y por lo tanto capaz de realizar la sustancia de los mandamientos, evitando el riesgo del formalismo. El formalismo: esto puedo, esto no puedo; hasta aquí puedo, hasta aquí no puedo… No: mucho más, en particular en el Evangelio de hoy Jesús toma en consideración tres aspectos: el homicidio, el adulterio y el juramento.
Sobre el mandamiento “no matar”, Él afirma que se viola no solamente con el homicidio efectivo, sino también con comportamientos que ofenden la dignidad de la persona humana, incluidas las palabras injuriosas. Seguramente estas no tienen la misma gravedad y culpa del asesinato, pero se poene en la misma línea, porque tiene las mismas premisas y revelan la misma maldad.
Jesús nos invita a no establecer una lista que evalúa las ofensas, sino considerarlas a todas dañosas, porque movidas por el deseo de hacer mal al prójimo. Y Jesús da el ejemplo. Insultar: nosotros estamos acostumbrados a insultar, es como decir “buenos días”. Y esto está en la misma línea del asesinato. Quien insulta a un hermano, asesina en el propio corazón al hermano. ¡Por favor nunca insultar! No ganamos nada…
Otro cumplimento aporta a la ley matrimonial. El adulterio era considerado una violación del derecho de propiedad del hombre sobre la mujer. Jesús en cambio va a la raíz del mal. Así como se llega al homicidio a través de las injurias y las ofensas, así se llega al adulterio a través de las intenciones de poseer a una mujer diversa de la propia esposa.
El adulterio, como el hurto, la corrupción y todos los pecados, son antes concebidos en nuestra intimidad, y una vez tomada en el corazón la decisión equivocada, se transforman en comportamiento concreto. Y Jesús dice: quien mira a una mujer que no es la propia con ánimo de posesión es un adúltero en su corazón, ha iniciado el camino hacia el adulterio. Pensemos un poco sobre esto: sobre los malos pensamientos que vienen en esta línea.
Jesús después, dice a sus discípulos que no juren, porque el juramento es signo de la inseguridad y de la doble cara con que se realizan las relaciones humanas. Se instrumentaliza la autoridad de Dios para dar garantías a nuestros asuntos humanos.
Más bien estamos llamados a instaurar entre nosotros, en nuestras familias y en nuestras comunidades un clima de limpidez y de confianza recíproca, para que podamos ser considerados sinceros sin recurrir a intervenciones superiores para ser creídos.
!La desconfianza y la sospecha recíproca amenazan siempre la serenidad¡ La Virgen María, mujer que escuchaba con docilidad y obedecía con alegría, nos ayude a acercarnos siempre más al evangelio, para ser cristianos no de fachada, sino de sustancia. Y esto es posible con la gracia del Espíritu Santo, que nos permite hacer todo con amor, y así cumplir plenamente la voluntad de Dios”.
Después de la oración del ángelus el Papa dirigió algunos saludos
“Queridos hermanos y hermanas, saludo a todos los peregrinos aquí presentes, a las familias, a los grupos parroquiales, a las asociaciones. En particular a los alumnos del Instituto “Carolina Coronado” de Almendralejo y a los fieles de Tarragona, en España. También a los grupos de Caltanissetta, Valgoglio, Ancona, Pesaro, Turín y Pisa.
A todos les deseo un buen domingo. No nos olvidemos, no insultar, no mirar con malos ojos, con ojos de poseer a la mujer del prójimo, y no jurar. Es tan simple.
Y por favor no se olviden de rezar por mi. ‘¡Buon pranzo‘ y ‘arrivederci!'”.
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