Francisco, en el cementerio: «Jesús fue quien primero hizo este camino, Él nos abrió la puerta»
Este miércoles 2 de noviembre el Papa Francisco no ha celebrado la habitual audiencia de los miércoles por la mañana, sino que por la tarde ha presidido una oración por los difuntos en el cementerio de Prima Porta o Cementerio Flaminio, situado en las afueras de la ciudad de Roma. Es considerado el más grande de Europa, con 140 hectáreas de parque y 36 kilómetros de calles internas.
Con motivo de la fiesta de los Fieles Difuntos, el Papa Francisco anunció en #Pontifex, su cuenta de Twitter: “Nos detenemos con fe ante ante las tumbas de nuestros seres queridos, rezando también por los difuntos que nadie recuerda”.
Flores en una tumba humilde
El Pontífice, caminando hacia el altar en el cementerio donde celebró la Eucaristía, puso un ramo de rosas color amarillo delante de una tumba sin flores ni iluminación que encontró en su camino, como símbolo de todas las sepulturas.
Con las vestiduras de color violeta, celebró la misa ante la plaza del osario. Los asistentes se ubicaron junto a una zona verde con las tumbas sobre el prado. Concelebraron entre otros, el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini y un coro acompañó la ceremonia cantando en italiano.
La esperanza de Job
Después de la lectura del Evangelio, el Papa dirigió unas palabras simples que indicaron el significado de esta conmemoración. El Pontífice en su homilía comentó la lectura, el momento de angustia y de dolor de Job pero que proclama una esperanza: "Mis ojos lo contemplarán", como recuerda la oración de los difuntos.
Y si bien reconoció que “un cementerio es triste”, porque “nos recuerda a los nuestros que se fueron”, y porque también “nos recuerda el futuro y la muerte”, señaló que en este momento triste, “las personas traemos flores como símbolo de esperanza” sabiendo que este momento “más adelante se convertirá en un día de fiesta”. O sea que “la tristeza se mezcla con la esperanza”.
Recordó también que se hace “memoria de los nuestros delante de sus restos mortales” y que “la esperanza nos ayuda para hacer este camino que “todos deberemos recorrer, todos, antes o después”.
Jesús abrió el camino con su Cruz
Pero que en ese camino hay esperanza, porque existe “un ancla que no desilusiona: la esperanza de la Resurrección”. Porque “Jesús fue el primero que hizo este camino y Él mismo nos abrió la puerta de la esperanza, con su cruz, para entrar donde contemplaremos a Dios”.
Y como dice la oración: “Yo lo veré, yo mismo, mis ojos lo contemplarán”. Invitó así a los presentes a volver a sus casas “con la memoria del pasado”, de quienes se fueron “y del futuro camino que recorreremos, pero con la seguridad de las palabras que salieron de los labios de Jesús: “Yo los resucitaré en el último día”.
Bendición sobre las tumbas
La misa concluyó con un hermoso atardecer de otoño y el Santo Padre rezó una oración por los difuntos y bendijo las tumbas del cementerio Flaminio. El cementerio ubicado en la localidad de Prima Porta, cuenta con sectores dedicados a las diversas confesiones religiosas con sus respectivos templos. Es la primera vez que el Papa celebra aquí porque en los años pasados conmemoró el día de muertos en el cementerio monumental de Roma, llamado ‘El Verano’.
A su regreso al Vaticano el Papa visitó las llamadas ‘Grutas’, ubicadas debajo de la basílica de San Pedro, donde están las tumbas de sus predecesores. Allí rezó privadamente por los pontífices difuntos.
Con motivo de la fiesta de los Fieles Difuntos, el Papa Francisco anunció en #Pontifex, su cuenta de Twitter: “Nos detenemos con fe ante ante las tumbas de nuestros seres queridos, rezando también por los difuntos que nadie recuerda”.
Flores en una tumba humilde
El Pontífice, caminando hacia el altar en el cementerio donde celebró la Eucaristía, puso un ramo de rosas color amarillo delante de una tumba sin flores ni iluminación que encontró en su camino, como símbolo de todas las sepulturas.
Con las vestiduras de color violeta, celebró la misa ante la plaza del osario. Los asistentes se ubicaron junto a una zona verde con las tumbas sobre el prado. Concelebraron entre otros, el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini y un coro acompañó la ceremonia cantando en italiano.
La esperanza de Job
Después de la lectura del Evangelio, el Papa dirigió unas palabras simples que indicaron el significado de esta conmemoración. El Pontífice en su homilía comentó la lectura, el momento de angustia y de dolor de Job pero que proclama una esperanza: "Mis ojos lo contemplarán", como recuerda la oración de los difuntos.
Y si bien reconoció que “un cementerio es triste”, porque “nos recuerda a los nuestros que se fueron”, y porque también “nos recuerda el futuro y la muerte”, señaló que en este momento triste, “las personas traemos flores como símbolo de esperanza” sabiendo que este momento “más adelante se convertirá en un día de fiesta”. O sea que “la tristeza se mezcla con la esperanza”.
Recordó también que se hace “memoria de los nuestros delante de sus restos mortales” y que “la esperanza nos ayuda para hacer este camino que “todos deberemos recorrer, todos, antes o después”.
Jesús abrió el camino con su Cruz
Pero que en ese camino hay esperanza, porque existe “un ancla que no desilusiona: la esperanza de la Resurrección”. Porque “Jesús fue el primero que hizo este camino y Él mismo nos abrió la puerta de la esperanza, con su cruz, para entrar donde contemplaremos a Dios”.
Y como dice la oración: “Yo lo veré, yo mismo, mis ojos lo contemplarán”. Invitó así a los presentes a volver a sus casas “con la memoria del pasado”, de quienes se fueron “y del futuro camino que recorreremos, pero con la seguridad de las palabras que salieron de los labios de Jesús: “Yo los resucitaré en el último día”.
Bendición sobre las tumbas
La misa concluyó con un hermoso atardecer de otoño y el Santo Padre rezó una oración por los difuntos y bendijo las tumbas del cementerio Flaminio. El cementerio ubicado en la localidad de Prima Porta, cuenta con sectores dedicados a las diversas confesiones religiosas con sus respectivos templos. Es la primera vez que el Papa celebra aquí porque en los años pasados conmemoró el día de muertos en el cementerio monumental de Roma, llamado ‘El Verano’.
A su regreso al Vaticano el Papa visitó las llamadas ‘Grutas’, ubicadas debajo de la basílica de San Pedro, donde están las tumbas de sus predecesores. Allí rezó privadamente por los pontífices difuntos.
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