Domingo, 22 de diciembre de 2024

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El Papa habla de San Esteban, diáconos y el martirio: «hoy hay más mártires que en la Antigüedad»

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El Papa Francisco ha predicado contra las murmuraciones y ha recordado el papel de los mártires, hoy muy numerosos
El Papa Francisco ha predicado contra las murmuraciones y ha recordado el papel de los mártires, hoy muy numerosos

El Papa Francisco ha dedicado su audiencia pública de este miércoles 25 de septiembre a reflexionar sobre la vocación de San Esteban, que fue el primer mártir de la Iglesia naciente y modelo de santidad como diácono. El pasaje que explica su vida y muerte en Hechos de los Apóstoles permite al Pontífice reflexionar sobre la vida cristiana y sus tensiones.

Diferencias de cultura y sensibilidad

El Papa recordó que entre los cristianos de la primera generación, en sus primerísimos años, ya había problemas de grupo: "las diferencias de cultura y sensibilidad fueron caldo de cultivo para la cizaña de la murmuración y los apóstoles respondieron individuando las dificultades y buscando juntos soluciones. Distribuyeron las tareas de modo que ni la predicación del Evangelio ni la atención a los pobres se vieran mermadas, y nació así el ministerio de los diáconos que devolvió la armonía entre el servicio de la caridad y de la Palabra”, explicó. 

La comunidad inicial no sólo acogía a los judíos, sino también a los griegos, gente de la diáspora, no judíos, con su propia cultura y sensibilidad, incluso de otras religiones. "Nosotros hoy los llamamos paganos. Y ellos eran acogidos. Esta co-presencia determinaba equilibrios frágiles y precarios", explicó el Papa.

Francisco preguntó: "¿cuál es la peor cizaña que destruye una comunidad? La cizaña de la murmuración, la cizaña de la habladuría: los griegos murmuraban por la desatención de la comunidad hacia sus viudas.

El servicio a la Palabra y la caridad

Para hacer frente a esta situación, precisó el Papa, los Apóstoles inician un proceso de discernimiento que consiste en considerar bien las dificultades y buscar juntos soluciones. Así, encuentran una salida en el subdividir las diversas tareas para un crecimiento sereno de todo el cuerpo eclesial y evitar descuidar tanto el “camino” del Evangelio como el cuidado de los miembros más pobres. “Los Apóstoles – subrayó el Obispo de Roma – son cada vez más conscientes de que su vocación principal es la oración y predicar la Palabra de Dios, ambas: orar y anunciar el Evangelio”.

Los diáconos, afirmó el Papa, fueron creados para esto, para el servicio. "Los diáconos en la iglesia no son sacerdotes de segunda clase, no. Es otra cosa. Es el custodio del servicio en la Iglesia. Y es precisamente esta armonía entre el servicio a la Palabra y el servicio a la caridad representa la levadura que hace crecer el cuerpo eclesial".

Hablando en español, el Papa insistió en que “el mal de la murmuración no sólo se encontraba dentro de la Iglesia, sino también fuera se alzaban reproches contra los nuevos diáconos, entre los que destacaban Felipe y Esteban. Los enemigos de este último, no teniendo cómo atacarle, lo calumniaron y dieron falso testimonio contra él. Este cáncer diabólico que es la murmuración, que nace de la voluntad de destruir la reputación de una persona, agrede al cuerpo eclesial y lo daña gravemente”.

Esteban ante el Sanedrín fue testigo de Cristo

Esteban, ante las autoridades, proponía releer la historia sagrada centrándola en Cristo. “Esteban ante el Sanedrín fue testigo de Cristo, quien ilumina toda la historia de la salvación, y denunció la hipocresía de quienes han perseguido siempre a los profetas enviados por Dios y crucificaron a su propio Hijo. El tribunal decretó su muerte y, como otro Cristo, Esteban la afrontó abandonándose en las manos de Jesús y perdonando a sus agresores”.

Las palabras de Esteban, afirmó el Santo Padre, nos enseñan que no son los bonitos discursos los que revelan nuestra identidad como hijos de Dios, sino sólo el abandono de la propia vida en las manos del Padre y el perdón para aquellos que nos ofenden nos hacen ver la calidad de nuestra fe.

Los mártires son de carne y hueso

La Iglesia de hoy es rica en mártires, hoy hay más mártires que al inicio de la Iglesia, la Iglesia esta irrigada por su sangre que es ‘semilla de nuevos cristianos’ y asegura el crecimiento y la fecundidad del Pueblo de Dios. Los mártires no son ‘santitos’, sino hombres y mujeres de carne y hueso que -como dice el Apocalipsis- ‘lavaron sus vestidos, blanqueándolos en la sangre del Cordero’. Ellos son los verdaderos vencedores”.

Al finalizar, el Papa Francisco saludó a los peregrinos de lengua española y les dijo: “Pidamos de forma constante la fuerza del Espíritu Santo para poder dar la vida cotidianamente, testimoniando hasta el final el amor de Dios con plena libertad y sin miedo, como lo han hecho tantos mártires en la historia y lo siguen haciendo tantos hermanos nuestros todavía hoy”.

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